EL PAÍS 16/05/17
· La canciller alemana y el presidente francés anuncian que van a formar un grupo de trabajo para trazar “una hoja de ruta” para los Veintisiete
Emmanuel Macron eligió viajar en su primer día de trabajo a Berlín. El mensaje es meridiano. La nueva estrella de la política europea aspira a resucitar la Unión Europea y sabe que eso solo es posible de la mano de Berlín. El presidente francés llegó puntual a su cita a media tarde, donde Angela Merkel le recibió con honores militares a las puertas de la cancillería. “Europa necesita una refundación histórica”, dijo Macron después en una conferencia de prensa conjunta, en la que anunciaron que trazarán una hoja de ruta para construir una nueva Europa, que incluya una reforma de los tratados comunitarios si fuese necesario.
“Todo comienzo tiene su encanto”, dijo Merkel citando un poema de Hermann Hesse. “Pero el encanto solo dura si produces resultados”, añadió ya con menos poesía y más pragmatismo. Una Europa de resultados que desactive el guión populista y el eurocabreo es lo que Merkel y París se han propuesto construir a partir de hoy. Lo harán de la mano y con una sintonía que responde a la necesidad mutua que se profesan París y Berlín.
París y Berlín anunciaron que van a formar un grupo de trabajo para trazar “una hoja de ruta” encargada de definir cuáles son esos cambios. “Si con la perspectiva de esa hoja de ruta, está claro que tiene que haber cambios institucionales, nosotros estamos preparados. Para Francia no es un tabú”, ha dicho Macron en Berlín. En julio, anunciaron habrá además un consejo de ministros franco-alemán, para reforzar aún más la relación entre ambos países.
Las palabras del presidente francés buscaron el lunes en todo momento el reconocimiento y la confianza del aliado alemán. Dijo lo que Berlín necesitaba oír. Que la prioridad es que Francia haga sus deberes, poner en marcha sus reformas, no solo porque lo exija Berlín, sino porque el país lo necesita desde hace tiempo. “Mi primera tarea es acometer las reformas, socioeconómicas y educativas. Francia lo necesita”. Alemania quiere comprobar que Macron es capaz de poner su ambicioso programa de reformas y que éste funciona. Primero los deberes, luego las supuestas cesiones.
El guiño definitivo vino después, cuando Macron dijo que nunca ha defendido los eurobonos, que no es partidario de “mutualizar las deudas del pasado”. “Los países que no hagan lo que tengan que hacer, deben responsabilizarse por ello”, dijo haciéndose eco del eterno argumento alemán. Berlín no quiere ni oír hablar de socializar deudas ajenas, que puedan acabar pasando factura al contribuyente alemán, y menos en vísperas de elecciones. Angela Merkel se juega su cuarto mandato en cuatro meses y sabe que hablar de trasvasar fondos a países del sur equivaldría al suicidio político.
Merkel también dejó entrever que Alemania está dispuesta a afrontar la necesidad de cambio, al mostrarse abierta a reformar el acervo comunitario, contradiciendo así a su poderoso ministro de Finanzas. Wolfgang Schäuble no se ha cansado de repetir en los últimos días que hablar de un cambio de los tratados europeos no es realista. “Desde el punto de vista alemán, los tratados podrían cambiarse, siempre que tenga sentido, pero antes hay que ponerse de acuerdo en qué tipos de cambios queremos. La inercia no es una opción”, dijo Merkel ante su invitado francés.
Macron quiere que los países del euro tengan una estructura capaz de tomar decisiones políticas sobre los presupuestos. Que haya un Parlamento de la zona euro, un euro ministro de Finanzas y un presupuesto europeo que permita inversiones que impulsen el crecimiento en los países que lo necesiten. Algo parecido quiere España, que exige “un verdadero gobierno económico”, según adelantó el lunes este diario, ante la constatación de que el euro es “un proyecto inacabado”. Berlín coincide con parte del mensaje de Macron, pero hasta ahora no había estado de acuerdo en el cómo; en que haya que crear nuevas superestructuras que cedan de forma permanente competencias a Bruselas y sobre todo que impliquen mutualizar la deuda.
Pero más allá de posibles y futuras desavenencias sobre el diseño arquitectónico que deba regir la zona euro e impulsar un crecimiento económico inclusivo, Berlín y París son conscientes de que la coyuntura histórica les obliga a formar tándem irremediablemente. Saben que la eurozona corre peligro. Y saben que el fracaso de Macron supondría el éxito de la ultraderecha de Marine Le Pen. Con Reino Unido de salida y Donald Trump al otro lado del Atlántico no es momento de perderse en microdiferencias. Esa conciencia quedó clara, al menos en esta primera cita. “Europa se encuentra en un punto de inflexión en su historia, como nos han enseñado las elecciones francesas. Hay mucha gente, que siente que el progreso se reparte de manera desigual”, dijo Macron. “Europa solo puede prosperar cuando Francia y Alemania prosperan”, dijo Merkel.