Miquel Giménez-Vozoópuli

Hemos descubierto tarde el instrumento más eficaz para desbaratar al golpismo separatista. Se llama Messi

La marcha del futbolista argentino ha puesto encima de la mesa cosas que se omiten al hablar del “problema catalán”, que ni es problema ni es catalán porque existe una mayoría que es partidaria de la independencia. Entre otras razones, aparte de las deportivas o económicas, Messi se va del Barça porque está hasta los cojones del separatismo asfixiante que todo lo invade en mi tierra. Messi no ha comulgado jamás con él un ápice. Fue capaz de cruzarse de brazos cuando le dieron la Creu de Sant Jordi mientras todos los presentes aplaudían y salmodiaban Llibertat presos politics. Dicha medalla, devaluada por la cantidad de paniaguados y covachuelistas a la que ha sido regalada, se concede, citamos textualmente, “A las personas que hayan prestado servicios destacados a Cataluña en la defensa de su identidad” y comporta el tratamiento de Excelentísimo Señor.

Lionel prefirió ser un señor, dejando excelencias a un lado, no secundando aquel aquelarre separatista. Se le veía disgustado, incómodo. Ahora, harto de tanto lazo, de tanta miseria moral, de tanto dinamitero con coche oficial, ha dicho que se va. Hace tiempo que lo tenía en la cabeza. No le gusta vivir en un sitio en el que lo normal es justamente lo anormal, en el que todo esta sometido a la censura de quien gobierna, en el que si te sales un milímetro del relato oficial ya eres un apestado, en un lugar provinciano, cutre, de ínfima calidad intelectual, un lugar en el que los borrachos ideológicos de barra vomitan a diario su regurgitación apestosa y ácida como si fuese el Evangelio. Cataluña huele a eso, a vómito de nacionalismo rancio, a aliento de alcoholizado racista, a diatriba eructada por estómagos ahítos de dinero público e inmoralidad privada.

Dicen que Messi tenía una cláusula en su contrato en la que se especificaba que, caso de producirse la independencia, se anulaba el mismo. No lo sé, pero tampoco me extrañaría. Somos muchos los que no tendríamos cabida en esa república de mediocres, divididos entre los de checa y paseo y los que te matan civilmente de manera sibilina, dejándote morir de necesidad debajo de un puente. Fue una dictablanda con Pujol hasta ahora, que ya no esconden sus ansias violentas incendiando Barcelona, apropiándose de calles y carreteras, acosando a ciudadanos que no son de su cuerda y poniendo cara de hipócritas cuando aseguran que las víctimas son ellos.

No me da pena el señor Bartomeu ni el club de fútbol ni ese mundo del balón que, como Pla, considero un escándalo mayúsculo, porque solo mantiene a la masa distraída de cosas realmente importantes, además de exacerbar sentimientos bajos en no pocos segmentos de la población. Sin el Barça y el PSC, el nacionalismo en las clases trabajadoras no habría existido jamás. Ese Som més que unclub ha sido una de las más arteras trampas tendidas jamás al estado, y conste que ya se decía en épocas de Franco, cuando el Barça, por cierto, le regalaba al Caudillo su medalla de oro. Ese Barça que servía como mingitorio de separatistas cobardones, incapaces de plantarle cara al sistema, pero que se refocilaban en sus porqueras empresariales cuando su club ganaba no sé sabe qué partido.

Ese Barça, paradigma del movimiento ‘lazi’, ve como todo se va a hacer puñetas. El mismo Bartomeu ha de escuchar en boca de los tribuneros que es un botifler. No lo consideran con bastante pedigrí separata y exigen que vuelva Laporta, ya saben, el amiguito de Rahola y Puigdemont. Se entiende, pues, que Messi haya decidido hacer las maletas y alejarse de esta corte de los milagros en la que los tullidos fingen serlo para robar más y mejor y la garduña ha llegado a controlar el poder público. No seré yo quien lo critique, porque con su habilidades futbolísticas podrá ganarse muy bien la vida vaya donde vaya. Los lazis, sin embargo, solo pueden vivir aquí, en este pantano fangoso y hediondo en el que se les ha permitido convertir a esta región de España a despecho de quienes lo padecemos.

Aunque yo le sugeriría que se quedase y que presentase su candidatura a la presidencia de la Generalitat. Ya que es Excelentísimo Señor, bien podría ser también Molt Honorable. Que de señor y honorable tiene mucho más que los galifardeus del lacito de los cojones.