Aldo Olcese-Vozpópuli

Las crisis de los últimos 30 años nos han enseñado que hay una tendencia natural, inspirada en el miedo y un poco también en el oportunismo de algunos, a excederse en las medidas anticrisis que tienen como objetivo neutralizar la crisis pero que al final la profundizan. Mi experiencia me dice que en toda crisis la mitad de sus efectos se derivan de los elementos que la componen, y la otra mitad la autoprovocamos con la intención de protegernos.

Mi primer mensaje va pues encaminado a pedir una gran dosis de moderación en los recortes teniendo en cuenta que no nos encontramos ante una crisis estructural, sino coyuntural y transitoria. Muchas medidas anticrisis producen daños irremediables en el tejido empresarial y en el empleo.

Defender el tejido empresarial

Mi segunda propuesta va encaminada a la defensa de las empresas y del tejido empresarial por encima de todo. Para ello, hay que recuperar urgentemente la libertad plena de emprender y trabajar con las medidas de protección necesarias, pero sin prohibiciones, garantizar que la liquidez avalada por el Estado llegue efectivamente a las pymes y autónomos de manera capilar y rápida y que para recuperar lo perdido se flexibilicen las normas de funcionamiento comercial y se desregulen las actividades de manera profunda y duradera. Una moratoria fiscal y de seguros sociales hasta fin del año 2020 será la manera de asegurar una recuperación más rápida, teniendo en cuenta que el Estado quedará cubierto por las ayudas europeas.

Evitar el deterioro social

Los ciudadanos en general están sufriendo mucho en esta crisis y los más desfavorecidos muy especialmente. Estoy de acuerdo con la renta mínima siempre que sea transitoria y condicionada para evitar los abusos. Pero la equiparo al derecho de un autónomo o de una pyme a recibir una subvención de subsistencia a fondo perdido como se ha hecho en una multitud de países desarrollados.

La economía de la ecología

España debería ponerse a la cabeza de la manifestación del nuevo capitalismo inclusivo o humanista (hoy ya abrazado por los Ceos de las mayores empresas del mundo), del Green Deal europeo incluso como proyecto de nación (arrebatándole esa bandera a la izquierda verde… basta ver las últimas adhesiones de Ana Botín y de Ignacio Sánchez Galán entre otros grandes líderes a todo ello…), abanderar la transformación digital, y defender como eje vertebral del desarrollo económico la nueva economía de la ecología y de la digitalización.

En lo micro, bastaría ser combativo con una nueva gobernanza y trasparencia empresarial y liderar el proceso de la Responsabilidad Social Empresarial en las pymes. Adicionalmente cabría encabezar una revolución en las sanciones de la competencia desleal y el abuso de posición dominante, lo más antiliberal del mundo.

Izquierda trasnochada

España necesita un proyecto de nación. Es una lástima dejar en manos de la izquierda radical algunas iniciativas esenciales para el futuro de la humanidad, solo por razones ideológicas trasnochadas y faltas de realismo efectivo.

España tiene todas las papeletas para ser líder europeo del Green Deal, por su entorno natural y por su apuesta empresarial por las energías verdes que es sencillamente espectacular. Y eso lo han hecho los empresarios españoles.

El canje de deuda pública por emisiones naturales será un terreno abonado para el éxito de España (y liberarla de su enorme carga financiera derivada del Coronavirus) porque tenemos espacios naturales para poner encima de la mesa más que nadie en Europa. Y además haremos de nuestro país un paraíso aún mayor del que tenemos. La industrialización de la nueva economía de la ecología va a ser espectacular y hay recursos financiero-europeos casi ilimitados que podemos capitalizar para industrializar el país mientras con la otra mano lo blindamos por la protección natural.