Los ojos astrológicos de mi Lola Delgado se fijaron, por dejación y por imposición burocrática y por elevación al Supremo, en las mamandurrias de Juan Carlos con el trenecito de la Meca. En el fondo somos todos hijos de nuestras obsesiones, que diría Freud: ahí está el Rosebud de Kane, el AVE de Juan Carlos o la información vaginal de Lola Delgado. Lo que ocurre aquí en el páramo desconfinadillo es que mi Lola Delgado, en el penúltimo servicio a su carrera, anda ahí en esa apuesta de ver quién le pone el grillete al Borbón.
Lola Delgado es capaz de eso y de mucho más, que en los seriales de Villarejo supimos que con ella la España eterna no estaba perdida. Ya se puso histórica en la puerta de Cuelgamuros, cuando el traslado de Franco, para demostrar que es capaz de todo.
Que Lola Delgado promueva y eleve contra el Emérito lo que quiera nos da un poco igual desde este sótano donde escribimos y donde un viejo, Juanito, mi compañero de piso, escupe sangre y pide conciencia social.
Entre la lentitud de la Justicia, los funcionarios huevones y los de Vox con la mascarilla, a Juan Carlos le puede salir la jugada redonda: irse de este mundo entre cabezazos de rubias, cabezazos de moros y cabezazos de socialdemócratas, que le agradecen los servicios prestados.
La cosa es que en estos estertores del 78 y de lo que fue el 78 -oigan las palabras del ministro de Justicia a pregunta de ERC-, yo he emparentado vagamente con Juan Carlos I. La primera vez que lo reportajeé me desollaron una rodilla; ahora sé que le ha dicho a mi padrino Raúl del Pozo que toma «aguantoformo», que es fórmula magistral y farmacéutica que te quita los callos y los coñazos.
En el fondo, el juego de los nuevos tiempos, lo que Juan Carlos Campo llama «x constituyente», pasa por cambiar a la Familia Real por el amigo Iñaki de Pedro Sánchez, al que repatriamos por la gracia del BOE o del dedazo.
Todos creíamos que Lola Delgado estaba como muerta, pero ahora anda en un triángulo con Juan Carlos y la rubia Corinna y demás peña.
La Fiscalía es Chicago años 20, como era de esperar. Y yo que lo disfrutaré, agradeciendo a Juan Carlos los favores prestados y a Lola Delgado, claro, sus ojos astrológicos y sus servicios a la causa chorra del sanchismo.