«Mi mujer es una profesional honesta, seria y responsable». Por primera vez, Pedro Sánchez se refería a su cónyuge desde el atril del Congreso, en frase homenaje al film de Drove, «Mi mujer es muy decente (dentro de lo que cabe)». Después de eternos amagos, insinuaciones, pellizquitos y requiebros, la oposición se despojó de las tontadas, se sacudió los complejos e instaló a Begoña Gómez y sus business sospechosos en el centro del debate. Esto ya va muy en serio. En la bancada azul se advertían sonrisas nerviosas y grititos como de conejo estrujado.
Sánchez amaneció con el entrecejo enfurecido, la proverbial quijada contraída al estilo de los días de gran cabreo, el verbo algo renqueante con tendencia al atasco y un camión desbordado de fango para distribuir severamente entre los representantes de la oposición. Conforme se podemiza, Pedro cada vez es más Sánchez y viceversa. Nada de doctor Pedro y míster Sánchez. Son todo uno, marmóreo en la vileza y granítico en la iniquidad. No hay lugar para la fisura, el matiz o el engaño. Se siente acorralado y está dispuesto a todo.
Fue la mañana de las amenazas, el principio de la cuenta atrás para la gran escabechina. Lo dijo bien claro al quejarse del lodo y demás ‘ataques’ a su esposa y su familia y a él mismo: «Les pido disculpas por no haber atajado esta situación mucho antes». Se lo comunicaba a sus compadres del progreso, a esos artistas, periodistas, pensadores, empresarios y público en general que todavía comulga con sus trolas y le alaba sus engañifas. Y lo proclamó impelido por una ráfaga de odio. Al estilo Milei, «¡ojo que allá voy con todo!»
Feijóo, de una serenidad sólo perturbada por alguno de sus habituales gazapos, evitaba la calificación gruesa, el epíteto de taberna. Incluso deslizaba alguna sugerencia casi afectuosa hacia su furibundo rival. «No insista, nos toma por tontos, como a un pueblo ingenuo, pero ya no cuelan ni la cartita, ni el cohete, ni el numerito con Argentina…¿cuál será su próxima estrategia peliculera?»
Una musiquilla que ya ni sorprende ni espanta, adornada con tics peronistas contra los poderosos, los pseudomedios, los ‘tabloides digitales’ (o son tabloides o son digitales) y otras variantes sobre el mismo tema
Tres semanas después de su espantada, el Congreso volvía a escuchar las palabras del jefe de Gobierno en una sesión muy esperada que, naturalmente, derivó en decepción. Un consejo moral del protagonista abrió la sesión. «Hoy debe ser un punto y aparte en la crispación. Nada de mentiras ni de insultos. Hay que ir al balón y no a la pierna». Una variante de aquel ‘tengamos la fiesta en paz’ que pregonaba un diputado de Lerroux según se sentaba en el escaño. Amén. Veinte minutos después, el líder socialista se desdecía de su advocación -algo extraño- y luego de anunciar el reconocimiento del Estado palestino, la emprendió a trompadas con la oposición en un tono ya más seña de la casa, con su habitual retahíla de descalificaciones, «máquina de fango», «fango y bulo», «ultraderecha radical», «coalición reaccionaria», «estrategia del bulo y el lodo»… Una musiquilla que ya ni sorprende ni espanta, adornada con tics peronistas contra ‘los poderosos’, los pseudomedios, los tabloides digitales (o son tabloides o son digitales), y otras variedades recurrentes propias de quien se quedó ya sin artillería. Sólo la vice-uno Montero parecía entusiasmada, con su aplauso vehemente como de cazar moscas gigantes. El titular de Exteriores, José Manuel Albares, campeón de la diplomacia-basura contra Argentina, quedó tan conmocionado con las barbaridades que expelió su jefe contra la democracia israelí que aplaudía con una sola mano, con una mirada de sonámbulo extraviado.
«Ya les digo que van listos»
El argumento más certero que logró exponer Sánchez en defensa de la honradez de la tan mentada fue una frase de chulángano de billares: «Me intentan quebrar, a mí y a mi familia, pues van listos, ya les digo yo que van listos». Un razonamiento de altos vuelos, una frase destinada a hacerse un hueco en las cumbres de la historia parlamentaria. Retador y bronquista, un Sánchez en estado puro, a quien Feijóo desarmó con la pregunta del millón, aún sin responder
-¿Usted sabía que su mujer recomendaba a empresas contratistas de su Gobierno?
Esta es la clave. Dilucidar si el presidente estaba al tanto de las gestiones de su esposa con Hidalgo en Air Europa y en la UTE de Barrabés, su padrino y mentor de su máster. «No hay caso», sentencia Sánchez en recientes entrevistas. «Son meras declaraciones de interés», apostilla, aunque elude mencionar que el formulario suscrito por Gómez habla de «declaraciones de interés y apoyo».
«Eso no da ni para que la citen como testigo», aseveró amenazante. «Pues en el Senado les esperamos», le respondió el gallego. «Allí iremos los dos, sin problema», cerró el cruce el presidente. No desaprovechó Feijóo la ocasión para terciar en el lío de Milei. «¿Por qué referirse a su esposa es un riesgo para la democracia y los insultos del presidente de México al Rey no lo es?»
Santiago Abascal, el más concernido en el choque diplomático con Argentina, también recorrió ese mismo sendero: «Ni usted es el Rey de España ni su esposa es una institución». Enojó mucho a un Patxi López perdido como turco en la neblina, que reclamó la retirada del libro se sesiones la frasecita en la que el líder de Vox llamaba ‘títere del narcotráfico’ al jefe socialista. Francina Armengol, siempre asustada, como si le fueran a robar el bolso, respondió, más o menos, que os tengo dicho que os portéis bien.
Si las urnas le son benéficas el 9-J, entonces sí, agarrará el mandoble e intentará poner en marcha esa operación limpieza (jueces, medios y oposición) tan largamente anunciada
Las turbulencias sobre el recorrido profesional de Begoña Gómez ya está donde Sánchez quería. Con su inaudita reclusión de cinco días la catapultó a las cabeceras de medio mundo, que alinearon en sus cabeceras tres palabras fatídicas: Esposa de Sánchez, renuncia y corrupción. Ni aunque dedique noventa horas al día, de aquí a las elecciones del 9-J, a berrear contra la máquina del fango, ejercicio tan fatigoso, el presidente del Gobierno habrá logrado sacudir siquiera una motita del enorme lodo político que él mismo ha vertido sobre la ‘honradez’ de su señora.
Si las urnas le son benéficas el 9-J, entonces sí, agarrará el mandoble e intentará poner en marcha esa operación limpieza (jueces, medios y oposición) tan largamente anunciada. Después del ‘muro’, el ‘punto y aparte’ contra la disidencia, la discrepancia, el pluralismo y la Constitución. «No hay sostén en la UE para poner tanto bozal a los medios», le respondió Feijóo. Ya se verá. De momento, en la mirada de Sánchez se adivinaba ese furor que advertía Chamfort en aquel tipo que «quemaría vuestra casa para freirse un par de huevos».