- ¿Cómo le llaman manifestación a eso? Te digo que lo sabía. Estaba cantado. Hay que vivir en Marte para hacer verosímil que la culpa es de la oposición
¿Cómo le llaman manifestación a eso? Te digo que lo sabía. Estaba cantado. Hay que vivir en Marte para hacer verosímil que la culpa de la caída en el pozo es de la oposición. Esta depauperación algunos no la hemos visto nunca, a Dios gracias, y otros en tiempos muy remotos. Si los sindicatos mantuvieran algo de su esencia, errónea en general pero bienintencionada en origen, echarían a escobazos a los vividores que les pastorean. ¿Manifestarse contra la oposición? ¿Pero aquí quién gobierna? Mira a la vicepresidente (construido con el participio activo, que preside, diga lo que diga la RAE, que se ha metido fentanilo o algo). Mira a la vicepresidente incomprensible diciendo una cosa que sí se entiende: que les da cincuenta euros a las familias para que coman fruta y pescado los chavales. Cincuenta al mes. Unas manzanas quizá. ¿Qué pescado? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que un gobernante de años considere que se apunta un tanto comunicando que el personal no se puede permitir pescado ni fruta?
Llegados a estas carencias, la lógica exige una explosión callejera contra el Gobierno. Con esta base: ustedes interpretarán como quieran las estadísticas de indicadores macroeconómicos, puesto que las interpretaciones son infinitas; simplemente escoja bien las relaciones entre indicadores, y los periodos de tiempo considerados. Ustedes, socialistas del Gobierno, podrán seguir gritando que España va como un cohete, como un tren de alta velocidad, que esto es un milagro económico, que somos los mejores de Europa. Ni siquiera me tomaré la molestia de desmentir su euforia enfermiza para engañabobos, la falsificación de los datos del paro, la pérdida de productividad. La realidad es que regalarle al personal el transporte parece haberse convertido en un factor de afinidad decisivo para los españoles, y eso es propio de países pobres. ¿Ya somos un país pobre puertas adentro? ¿No dice la propia ininteligible que muchos ya no comen fruta ni pescado? A este paso, el cohete macro de Sánchez va a permitir que Yolanda nos dé otra limosna alegando que no se come carne. Luego pasaremos a los tallarines con tomate Solís, y más tarde a una hogaza de pan por familia.
La lógica aquí no pinta nada, se han dicho los sindicatos «de clase» (ja), tan untados, cuando les ha ordenado el untador que se manifiesten contra la oposición. En sus cabecitas tenía sentido: ¿no consistían el fascismo peronista y su gemelo, el socialismo peronista, en robar a mansalva, en empobrecer al pueblo mientras se le permitía malvivir con regalos, para que su vida toda fuera una concesión graciosa del régimen? ¿No se desabasteció, no se sembraron la minuciosa miseria y el caos en un país como Venezuela, cuya evaporada clase media vivía igual o mejor que un país europeo? El sueño socialista es la dependencia total de la sociedad. Quieren que le demos las gracias al Estado por comer. Esa pretensión empieza a desvanecerse cuando «los sindicatos más representativos» tienen menos poder de convocatoria que Manoli la del ático.