Edurne Uriarte, ABC, 17/4/12
¿Cómo convencer a los observadores del cumplimiento del déficit si las propias autonomías se niegan a todo tipo de recortes?
SEAMOS sinceros, en la seguridad de que no vamos a revelar a los analistas internacionales nada que no sepan. Hasta nosotros mismos tenemos miedo de España, de que este país tenga la voluntad real de hacer las reformas que necesita para sobrevivir. Primero, por la frialdad con la que mienten algunos responsables políticos y lo poco que importan tales mentiras. Como si la mentira fuera perfectamente natural en nuestro país y, por lo tanto, repetible. Un ocultamiento a los organismos internacionales de más de 25.000 millones de déficit por parte del anterior gobierno socialista es como para no fiarse, los analistas, los inversores y los españoles.
A lo que se suma el enloquecido proyecto político de esos mismos a los que les bailaron más de 25.000 millones en sus cuentas. Consistente en oponerse a todo tipo de recortes, aun sabiendo que la consecuencia de sus propuestas es una intervención que triplicaría los recortes y nos sumiría en una crisis de consecuencias impredecibles. Tal voluntad de autodestrucción no sería tan preocupante si la capacidad del PSOE se limitara a las meras palabras. Pero los analistas e inversores saben que esa capacidad va mucho más allá e incide de lleno en el tercer gran factor de la falta de fiabilidad española, el sistema autonómico. O la fragmentación del sistema político y de toma de decisiones. O las limitaciones del poder del Gobierno de la nación para imponer sus políticas.
¿Cómo convencer a los observadores del cumplimiento del déficit si las propias autonomías de otro color político están proclamando a los cuatro vientos que se niegan a todo tipo de recortes? Y les podemos contar a los observadores que ahora tenemos una ley de estabilidad presupuestaria que permite la intervención en las autonomías que no cumplan. Pero como los observadores llevan observando mucho tiempo y saben más de lo que nos gustaría, han asistido, por ejemplo, a lo ocurrido con el Estatuto de autonomía de Cataluña o a lo que ocurre diariamente, otro ejemplo, con las banderas nacionales en los edificios públicos vascos. Que o bien todo el mundo incumple la ley, por mucho que exista, o que el propio Tribunal Constitucional se apresta a ratificar los hechos consumados de la inconstitucionalidad tres o cuatro años después.
Sumemos a lo anterior que el sistema autonómico es tabú. Que hay un miedo tremendo a la más mínima crítica y una suicida impunidad, sin embargo, para cualquier barbaridad como la negativa a los recortes de las autonomías opositoras. Si nosotros mismos les tenemos miedo, a sus barbaridades y a su impunidad, hagámonos una idea de lo que pueden temer en el exterior.
Edurne Uriarte, ABC, 17/4/12