EL MUNDO 28/10/13
· Ortega Lara culpa de la «ignominia» a los gobiernos de Zapatero y de Rajoy
No fue una mañana fácil para el PP. No fue una mañana fácil para Génova. Porque, desde luego, se visualizó que entre las víctimas hay dos sensibilidades. Y en esas dos, la que sale perdiendo es la que representa al actual equipo directivo de esta formación. «En Madrid hacía sol, no llovía», aseguro Daniel Portero, el presidente de Dignidad y Justicia, en clara referencia a las primeras palabras de Rajoy tras conocer la sentencia de Estrasburgo. Y esa crítica se visualizó ayer.
Los tres máximos representantes del PP nacional en la concentración tuvieron que aguantar, y mucho. Javier Arenas, Carlos Floriano y Esteban González Pons, los tres vicesecretarios del PP, fueron los encargados de dar la cara por Génova. En la sede se reunieron con los dirigentes del PP vasco Arantza Quiroga e Iñaki Oyarzabal, y arropados por uno de los hombres más queridos por las víctimas de ETA, Carlos Iturgaiz, llegaron a Colón. Su llegada a la plaza, al photo call, ya les supuso tener que escuchar la música de los pitos. Y más se notó con el aplauso con el que, después, fueron recibidos otros dirigentes populares, como Esperanza Aguirre o Jaime Mayor Oreja. Los gritos de cariño fueron intensos, igual que los que recibieron también el actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y una de las más aclamadas, la alcaldesa Ana Botella.
Cuando ya estaban todos los políticos (estaban también destacados miembros de UPN, Ciutadans y UPyD), llegaron minutos de calma. Pero todo presagiaba que la salida de los dirigentes del PP (bueno, de algunos) iba a ser aún más complicada que su llegada. Así fue. Varios cientos de personas se concentraron en la vía de salida para abuchear e insultar, con gritos de «traidores» y de «cobardes», a los dirigentes populares.
Sus caras eran un poema. «Que tomen nota», comentaba en privado a este periodista un dirigente del PP crítico con la manera en que su partido gestiona el final de ETA.
Todo muy lejos de aquellas fechas en que todos, repito, todos los dirigentes del PP eran sacados casi a hombros por los manifestantes que apoyaban la «rebelión cívica» que puso en marcha José Alcaraz contra la política de Zapatero de negociar con los terroristas.
Bien distinto fue el día para otros dirigentes populares. Esperanza Aguirre fue despedida entre vítores y gritos de «presidenta, presidenta». No tenía prisa en abandonar Colón. Jaime Mayor Oreja, el que fuera el ministro del Interior de Aznar, sigue siendo un referente para las víctimas y así se lo demostraron. Quizá la sorpresa más grande fue el recibimiento y la despedida de la plaza de Colón a Ana botella, que durante las últimas semanas había sido muy criticada. Recibió cariño y aplausos. Incluso, ella misma retiró una valla de seguridad que había en la zona para poder saludar a sus vecinos.
Por otra parte, José Antonio Ortega Lara, el funcionario de prisiones secuestrado por ETA en 1996, participó ayer en Burgos en un acto de protesta contra la sentencia de Estrasburgo. Aseguró que las víctimas están «viviendo una ignominia» y culpó de esta situación al Gobierno de Rodríguez Zapatero, que en 2005 acordó abrir una negociación con ETA, pero también al actual Ejecutivo de Rajoy, «que ha seguido la hoja de ruta del anterior Gobierno y de ETA». Ortega Lara indicó que tras la sentencia ha vuelto a revivir «todo». Denunció que los «entes jurisdiccionales» han tomado «como máxima arrastrar la toga por el polvo del camino». El funcionario, que permaneció secuestrado 532 días, dijo que con la «perspectiva» del tiempo se puede comprobar que el caso Bolinaga era «sólo la punta del iceberg. Lo escalofriante era lo que se escondía bajo la mesa negociadora».