EL MUNDO 13/10/14
· Los partidos convocantes exigen al ‘president’ que termine «con la pesadilla del 9-N»
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Miles de personas se concentraron ayer en el centro de Barcelona a favor de la unidad de España y contra la independencia cuando falta menos de un mes para la consulta soberanista prevista para el 9 de noviembre. Convocados por la plataforma Societat Civil Catalana (SCC) y con el apoyo explícito de partidos como el PP, Ciutadans y UPyD, unas 38.000 personas, según datos de la Guardia Urbana –los únicos facilitados ayer después de que los organizadores rechazaran ofrecer cifra alguna–, coparon parcialmente la plaza de Cataluña de Barcelona y algunas de las vías de acceso a ésta en lo que debía ser una contestación en las calles a la movilización a favor de la independencia que se vivió durante la última Diada del 11 de septiembre. En aquella ocasión, se calculó entre medio millón y 1,8 millones el número de personas que formaron la V organizada por la Asamblea Nacional Catalana. Las diferencias en la afluencia de manifestantes no menguaron los ánimos en la concentración de ayer, durante la cual se pidió la dimisión del president de la Generalitat, Artur Mas, al que reclamaron que frene «la pesadilla de la consulta del 9 de noviembre».
Las críticas al jefe del Ejecutivo catalán se convirtieron, junto a dos gigantescas banderas española y catalana desplegadas por simpatizantes del PP, en las protagonistas de una manifestación que, bajo el lema La España de todos, sirvió para dar voz a quienes los partidos contrarios a la consulta denominan la «mayoría silenciosa».
Aunque las previsiones meteorológicas auguraban lluvias a la misma hora en la que debía celebrarse el acto, miles de ciudadanos procedentes de diversos puntos de Cataluña llegaron hasta el centro de la capital para apoyar un acto que, pese al despliegue activado por Societat Civil con decenas de autocares gratuitos, sólo superó en 8.000 personas la cita vivida en el mismo lugar el año pasado, también según cifras de la Guardia Urbana. La concentración de ayer, sin embargo, sirvió para constatar el auge que ha tomado Societat Civil en el frente contra la consulta. Fue esta plataforma la que capitalizó el rechazo a la independencia en un acto al que también acudieron los líderes de los principales partidos contra la consulta.
Fue el presidente de SCC, Josep Ramon Bosch, quien, pese a la presencia de rostros más conocidos, clausuró el acto antes de que el himno español tronara a través de la megafonía como colofón. Durante su discurso final, Bosch reclamó al president de la Generalitat que abandone «debates absurdos» y que ponga punto y final «al desafío a la legalidad» que supone la consulta soberanista. «Nuestro deseo es que esta división llegue a su fin, la amenaza de ruptura cese, el desafío a la legalidad termine y las propuestas se discutan en el marco de la convivencia».
Además de los líderes del PP y de Ciutadans, Alicia Sánchez-Camacho y Albert Rivera, respectivamente, al acto también acudieron representantes de UPyD como el diputado en el Congreso Toni Cantó y su portavoz en Cataluña, Ramón de Veciana; representantes de Vox o miembros del colectivo de intelectuales Libres e Iguales como el periodista Arcadi Espada –colaborador de EL MUNDO– y la diputada por el PP en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo. La xenófoba Plataforma per Catalunya también estuvo presente y su secretario general, Robert Hernando, marchó junto a la ex novia de Jordi Pujol Ferrusola Victoria Álvarez, cuyas denuncias activaron la investigación sobre los presuntos fondos ilegales de la familia del ex president.
Una de las ausencias más llamativas de la jornada fue, por segundo año consecutivo, la de representantes del PSC. Una imagen que, sin embargo, compensó la colaboración activa que el ex ministro socialista Josep Borrell mantiene con Societat Civil. Su aparición en un nuevo vídeo crítico con la independencia fue especialmente jaleado, poco después de que el PP acusara a los socialistas de «esconderse» durante el 12 de Octubre «por sus complejos».
Al contrario que en ediciones anteriores, ayer apenas pudieron verse banderas preconstitucionales, gracias a las medidas de control impuestas para vetar la presencia de ultras que deslucieran la jornada. Pese a ello, un pequeño grupo de radicales quemó una bandera estelada en la confluencia de la Ronda de Sant Pere con la plaza de Cataluña.
Los enviados de TV3 también fueron objetivo de vándalos que les lanzaron huevos mientras retransmitían el acto. El incidente más grave fue, sin embargo, el vivido por los viajeros que iban en uno de los autobuses fletados por Societat Civil. Según denunció la plataforma y confirmaron los Mossos d’Esquadra, el vehículo fue apedreado por una docena de encapuchados cuando se disponía a salir de Lérida. Al cierre de esta edición, la policía de la Generalitat todavía investigaba lo sucedido sin que el ataque fuera relacionado directamente con ningún grupo.
Otro de los éxitos que se arrogó Societat Civil Catalana fue el reparto de 4.000 documentos para que los ciudadanos pidan al Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat) y a la Autoridad Catalana de Protección de Datos que, «bajo ninguna circunstancia», se cedan sus datos del padrón municipal a la consulta soberanista del 9-N, informa Germán González.
La manifestación de ayer llega cuando el frente de los partidos soberanistas muestra sus mayores grietas. El sábado, al mismo tiempo que Mas reclamaba «unidad», la colíder de ICV Dolors Camats abría la puerta por primera vez a que la votación pueda celebrarse en otra fecha, «porque no vale poner las urnas a cualquier precio para que Mas se salve». Esta semana está previsto que se celebren las reuniones definitivas entre el Govern y las formaciones proconsulta para conocer si la votación acaba celebrándose tal y como pactaron.
A la misma hora en la que se celebraba la manifestación en el centro de Barcelona, unas 200 personas participaban en los actos convocados por los grupos ultraderechistas organizados por el colectivo La España en Marcha y el partido Democracia Nacional. Vigilados por un nutrido despliegue de los Mossos, los asistentes, la mayoría procedente de fuera de Cataluña, marcharon desde la plaza de España hasta la plaza de Sant Jordi, donde quemaron varias estelades entre saludos y parafernalia neonazi. Entre los presentes figuraban algunos de los implicados en el ataque que protagonizó un grupo de radicales de ultraderecha contra el centro cultural Blanquerna, sede de la Generalitat en Madrid, durante los actos por la Diada de 2013.