ARCADI ESPADA-El Mundo
Si la mentira prosperó fue por la eficaz propaganda secesionista, que mintió escandalosamente sobre el número de heridos y difundió un alud de retales videográficos sobre la intervención policial que incluyó burdas manipulaciones de escenas y secuencias de violencia entre manifestantes y policías que nada tenían que ver con los hechos del 1 de octubre. Y también gracias a la complicidad de buena parte de los medios –destacó la prensa extranjera– que difundieron sin mayor aduana crítica el relato secesionista. A todo ello se sumó un aliado inesperado, que fue el Gobierno de la nación. Su presidente y su vicepresidenta se comportaron aquellos días como lo han hecho en el juicio: como si la intervención de la Policía no fuera con ellos. Ante el griterío supremacista de la prensa extranjera y la recriminación en sordina de algunas cancillerías el Gobierno adoptó un silencioso perfil defensivo. A veces ni siquiera silencioso: el delegado del Gobierno en Cataluña, que declarará hoy, llegó a pedir perdón a los ciudadanos por la intervención de las fuerzas del orden. Espero que el fiscal pueda preguntarle por ello, mientras le dice: señor Millo, repita conmigo, fuer-zas-del-or-den.
Nieto, el secretario de Estado de Seguridad, no pidió perdón entonces y no lo hizo ayer tampoco. La Ley no pide perdón, por más que se desgañite exigiéndolo la viscosa sentimentalidad en que se ha convertido la política. Nieto hubo de encararse pronto con la instrucción que firmó el 29 de septiembre de 2017 y que desarrollaba los términos operativos en que debería cumplirse el auto de la juez Armas que obligaba a impedir el referéndum. En un párrafo del auto han hincado el diente las defensas: «Toda intervención debe estar presidida por la premisa general de priorizar la seguridad, tanto de los efectivos policiales como de los ciudadanos, sobre la eficacia y preservar la pacífica convivencia. Se hará un uso mínimo y proporcionado de la fuerza evitando cualquier exceso en su empleo». El párrafo no deja de ser una plantilla que puede adaptarse a cualquier intervención policial. Priorizar la seguridad y hacer un uso proporcional de la fuerza es una instrucción que ni siquiera debería ponerse por escrito. Pero las defensas insisten en él para justificar la pasividad de la que se acusa a los Mossos.
Quién podría dudar de que la policía autonómica priorizó la seguridad sobre la eficacia. Y, sobre todo, que hizo un uso mínimo de su fuerza. Es absolutamente indiscutible. El problema crucial de los Mossos no estuvo en el cumplimiento de los criterios de actuación sino en el incumplimiento del primer párrafo de la instrucción: «La actuación policial tiene por objetivo prioritario la ejecución de las instrucciones impartidas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por las que se ordena la adopción de las medidas policiales necesarias para impedir o paralizar la preparación o celebración del referéndum».
El párrafo también se ha empleado para demostrar que la actuación policial no se atuvo a los requisitos que el propio Gobierno estableció. Pero ante esta lectura emergió impecable el testimonio de Nieto, que tanto contrastó ayer con los escapistas de Rajoy, Santamaría y Zoido. El secretario declaró que la mesurada actuación policial del 1 de octubre demostraba que la instrucción fue cumplida. Y no solo cumplida en relación a la proporcionalidad. Otro de los fakes principales del Proceso es que el 1 de octubre hubo un referéndum: Nieto lo negó y dijo que si no lo hubo fue gracias a la intervención de la Policía. Una intervención, por cierto, que siguiendo su testimonio, acabó a primera hora de la tarde, no porque hubiera una instrucción política horrorizada por el impacto que estaba teniendo la difusión de las imágenes –un mantra separatista muy difundido– sino porque los agentes llevaban movilizados desde la madrugada, sin posibilidad de relevo.
Nieto dijo algo más, importantísimo, sobre la intervención policial: con poca sangre logró que al pueblo insurrecto le entrara en la cabeza la letra del coste de la revolución. Aunque ahora no sé si lo que quiso Nieto es que esto lo dijera yo.