TONIA ETXARRI-EL CORREO

Rectificar es de sabios, pero esa virtud no le adorna al ministro Garzón. Rectificar o dimitir le exigen los ganaderos razonablemente molestos por su campaña contra las macrogranjas que ha puesto a nuestro país a la altura de una república bananera. De los barones socialistas más que hartos de este ministro tan prescindible como ocioso, el presidente aragonés, Lambán, ha sido el más contundente reclamando su dimisión. Sin pasos intermedios. Persuadido, seguramente, de que la rectificación no forma parte de la actitud de quien pretende controlar nuestras vidas con campañas para reducir el consumo de carne, su recetario particular a base de ‘poke de pollo’ o la huelga de juguetes contra el machismo y el belicismo. Pero su desahogo en la prensa británica asegurando que la carne que exportamos por ahí es de mala calidad y procede de animales maltratados ha sido la gota que ha colmado el vaso. Los sectores afectados se indignan y la oposición ve otra oportunidad más para criticar al gobierno más dimensionado de la Unión Europea. Y el PP, que tantas veces ha sido tildado por Pedro Sánchez de hacer ‘antipatria’ cuando viaja a Europa, no piensa dejar escapar esta oportunidad, aunque le sirva de poco si es que espera que este vergonzoso episodio termine en dimisión.

Es lo que tiene admitir ministros de cuota. Que se puede colar cualquier atrevido ignorante dispuesto a meter la pata para sacar la cabeza. Tenemos a un presidente de gobierno rehén de sus socios y aliados. Y a poco más de un mes de las elecciones en Castilla y León (comunidad donde la ganadería goza de un notable peso específico) su presidente y candidato popular, Alfonso Fernández Mañueco, ve que el ministro torpón le acaba de regalar más votos para el próximo 13 de febrero.

Esas elecciones autonómicas le pueden costar otra sacudida electoral a Pedro Sánchez similar a la de Madrid. Tiene poco margen para reaccionar ante los dislates de su ministro aunque todo el mundo espera que diga algo más que este verano, cuando Garzón propuso reducir el consumo de carne y el presidente frivolizó diciendo que a él donde le pongan un chuletón al punto… De momento, la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, se ha sacudido la responsabilidad de gobierno diciendo que fueron declaraciones «a título personal» ¿Es eso una desautorización? No lo parece. Pero los comunistas de la cuota morada siguen tan apalancados. Podemos, ni tocar. Castells se fue cuando él quiso. Confundió al escritor Clarín con su hijo diciendo que había sido fusilado como rector durante la guerra civil, cuando todo estudioso sabe que Leopoldo Alas murió de tuberculosis en 1901. Y Castells era el ilustrado de los veintidós.

A los ministros que hacen una ‘contra campaña’ a la imagen de España, ¿cómo se les debería llamar? Antipatriotas. No están en la oposición sino dentro del Gobierno.