Es Nadia Calviño la peor ministra socialista de Economía, como dijo Pablo Casado? La pregunta tiene su enjundia porque deméritos no le faltan, aunque tampoco le sobren competidores. La lista de los socialistas que han ocupado la susodicha cartera comienza con Miguel Boyer, un destacado economista que desalentó las veleidades izquierdistas que venían de Francia y retomó el impulso reformista que enlazaba con la herencia de Fuentes Quintana, colocando así a la economía española en la senda de su integración en las Comunidades Europeas. Le sucedió Carlos Solchaga, quien bregó bastante bien con el problema de la reconversión industrial, pero cometió el error de propiciar la sobrevaloración de la peseta cuando ésta entró a formar parte del Sistema Monetario Europeo. Ese fallo condujo a una importante pérdida de competitividad de las exportaciones que sólo pudo ser subsanada con las de valuaciones que se sucedieron entre septiembre de 1992 y mayo de 1993. Ello dejó expedito el camino del crecimiento y de la recuperación del millón de empleos que se perdieron en aquella coyuntura. Fue entonces cuando tomó las riendas Pedro Solbes, a quien si algo le caracterizó fue no hacer nada para afrontar el reto de Maastricht –o sea el del cumplimiento de los criterios de estabilidad que podrían darle a España el pase para integrarse en la Unión Monetaria Europea–. Solbes, en su inacción, dejó que los desequilibrios fueran engordando hasta que el PSOE perdió las elecciones en favor del PP. Pero hete aquí que ocho años más tarde, en el relevo socialista que propició el 11-M, volvió a ocupar la cartera de marras para seguir haciendo lo mismo, o sea, nada, aprovechándose de las mieles que había dejado el partido rival. Hasta que llegó la crisis financiera de 2008, que no supo afrontar. Al año siguiente le relevó Elena Salgado, la que veía brotes verdes por todas partes, tal vez porque se le aparecían en sueños, aunque la economía se deterioró a pasos agigantados durante todo su mandato. Y tras el nuevo paréntesis popular, con Sánchez apareció Calviño, quien primero imitó a Solbes y después reavivó el espíritu de Salgado, sin que en ningún caso los resultados le hayan acompañado. ¿Es la peor? Tal vez.