Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 9/5/12
Ibarretxe aguantó en el año 2000 con más de medio centenar de derrotas parlamentarias
El experimento del pacto del Cambio que llevó a Patxi López a presidir el Gobierno vasco era un hecho singular en un tiempo en el que la lucha por el poder entre el PP y el PSOE se libra sin cuartel en todos los ámbitos territoriales. La excepcionalidad del acuerdo entre socialistas y populares vascos sólo puede entenderse teniendo presente lo ocurrido en los últimos años en Euskadi.
El primer factor que facilitó ese acercamiento era el acoso terrorista sufrido por los cargos públicos de las dos formaciones políticas en el País Vasco. Concejales, alcaldes, parlamentarios, cuadros internos y hasta las sedes del PP y el PSE fueron puestos en el punto de mira de ETA. Los miembros de los dos partidos han pagado un tributo de sangre por defender sus respectivas opciones frente al terrorismo, que quería eliminar la representación política de los que no eran nacionalistas. El acoso terrorista los convirtió en compañeros de trinchera, en palabras de Jesús Eguiguren. El segundo factor fue la radicalización del PNV bajo el liderazgo de Juan José Ibarretxe, que rompió los puentes de entendimiento que este partido había mantenido históricamente con los socialistas vascos.
Esas dos circunstancias llevaron a Patxi López a postularse como candidato a lehendakari la misma noche de las elecciones y a Antonio Basagoiti a ofrecerle su apoyo. Por vez primera en casi tres décadas, el PNV quedaba fuera del Gobierno vasco. Una parte importante de aquel acuerdo tenía que ver con la lucha antiterrorista y con la aplicación de una política de tolerancia cero ante las manifestaciones de respaldo social a la banda. El abandono de la violencia de ETA, forzado por el éxito de la acción del Estado, paradójicamente ha debilitado el entendimiento entre socialistas y populares vascos. A ello se añade la actuación del Gobierno vasco como bastión institucional en el rechazo de las políticas económicas del Ejecutivo de Mariano Rajoy. Además, en las filas de los dos partidos existían partidarios de romper cuanto antes para tener tiempo de afrontar las elecciones marcando el perfil propio sin las cortapisas de un acuerdo con el adversario.
Patxi López se queda en minoría y sin posibilidad de sacar sus proyectos en el Parlamento, pero los socialistas van a tratar de resistir, confiando en recuperar posiciones mediante el enfrentamiento con las políticas de Rajoy. La resistencia numantina será criticada por el resto del arco político, pero el lehendakari puede ampararse en el comportamiento de Ibarretxe en el 2000: con más de medio centenar de derrotas parlamentarias acumuladas, incluidos los presupuestos, esperó en minoría la llegada de vientos más favorables para convocar elecciones. A Ibarretxe la estrategia de resistir para ganar le funcionó, pero no es seguro que la receta sirva para todo el mundo, en especial cuando las encuestas resultan tan desfavorables para López.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 9/5/12