Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/6/12
El PNV no descartará posibles alianzas con Ehbildu, a pesar de su moción de censura por el conflicto guipuzcoano en torno a la gestión de los residuos
Van tres en cuestión de días. Patxi López en el Gobierno vasco, Yolanda Barcina en el navarro y Martin Garitano, de Bildu, en Guipuzcoa. La soledad parlamentaria a la que desterraron los populares vascos al lehendakari Patxi López, al romper su pacto de gobierno, ya tiene otras referencias con las que compartir horizonte. En Navarra, Yolanda Barcina se ha quedado al frente del Gobierno minoritario de UPN por decisión propia, al haber destituido con nocturnidad al vicepresidente y secretario general de los socialistas navarros. Y en Guipúzcoa, el diputado general de Bildu, aferrado al tablón de la polémica recogida de basuras, ha visto cómo el PNV abandonaba el barco de los Presupuestos para presentar, junto a socialistas y populares, una moción de censura contra el responsable de Medio Ambiente.
Queda inaugurada la etapa de los ejecutivos sin mayoría estable y probablemente vamos a comprobar la capacidad de aguante de estos ejecutivos, pertrechados ante la imposibilidad de la oposición de formar alianzas para relevarles del Gobierno con fórmulas más estables. La historia está plagada de ejemplos en los que los gobiernos con menor apoyo han logrado hacer las piruetas más forzadas con tal de procurarse las alianzas puntuales más insospechadas. Lo recordaban los representantes de UPN en Navarra. Y lo recuerdan, también, los archivos de la época en la que el PNV de Juan José Ibarretxe se dejó querer por los votos de Batasuna (entonces Euskal Herritarrok) con tal de salir airoso de la sesión de investidura.
Eran los años duros en los que los ciudadanos vascos abandonaban su tierra en grupos tan numerosos que ahora, en el relato de los nuevos tiempos, la mera alusión a ese recuento provoca vergüenza ajena entre quienes mantienen todavía la dignidad y la memoria. Fue en enero del 99 cuando el entonces lehendakari resultó elegido en el Parlamento vasco, gracias al apoyo de la Batasuna de la época. Catorce votos como catorce aldabonazos que auparon al candidato del PNV a la Lehendakaritza a pesar de que, entonces, con ETA en tregua condicionada, resultaba aún mas palpable su «falta de cultura democrática». Después ETA, con sus atentados, provocó la ruptura de ese apoyo. Pero Ibarretxe siguió gobernando, ya en minoría, como si tal cosa.
En el caso de Patxi López, que está ya en fase de descuento de su legislatura, no caben esperar especiales piruetas para asegurarse apoyos parlamentarios. Pero lo que parece cada vez más claro es que su decisión de agotar, o no, su mandato no dependerá de su soledad en el Parlamento sino de su capacidad de aguante ante la crisis económica. Esa clave, electoral por supuesto, y no otra , será la razón que determine la opción de López ante la convocatoria de las próximas elecciones vascas.
Todos los partidos insisten en presionar al inquilino de Ajuria Enea para que adelante la fecha de las elecciones, pero la utilización de su soledad como razón de peso parece un argumento poco consistente. Por la misma razón habría que decirle a la presidenta navarra que disolviera el Parlamento foral y pedir lo propio al diputado general de Guipúzcoa ahora que se ha quedado solo al haberle abandonado el PNV.
La presentación de la moción de censura contra el diputado de Medio Ambiente es una iniciativa tan puntual que destacados nacionalistas del PNV siguen viendo posibilidades de acuerdos con la izquierda abertzale en la próxima legislatura. Por mucho que especulen algunos socialistas vascos con reeditar gobiernos similares a los que presidió José Antonio Ardanza. Por mucho que, desde numerosos ámbitos, se le quiera señalar el camino a Urkullu para que selle alianzas con los socialistas o los populares. El propio presidente del PNV, y candidato a la Lehendakaritza, no puede ser más claro a pesar de su cautela. Pensando en alianzas, no hace apriorismos. Eso dice. Y hace bien. Mira hacia atrás y en el pasado más reciente de una legislatura que no ha terminado, todavía le resuena el eco de las palabras de los socialistas jurando por lo mas sagrado, en tiempo de campaña, que no iban a ir con el PP ni a heredar. Y como las urnas no fueron todo lo generosas que López hubiera necesitado, tuvo que recurrir al partido del que había renegado durante la contienda porque fue el único que le brindó, desinteresadamente por cierto, el apoyo que necesitaba para presidir el Gobierno vasco.
Se equivocaron quienes pensaron que, en cuanto Basagoiti soltara las amarras del Ejecutivo autónomo, López convocaría elecciones. El lehendakari está manejando sus tiempos. Con la mirada dirigida hacia los sondeos de opinión. Y la atención concentrada en la reacción de los más recalcitrantes de Euskadi ante la grave situación económica. Puede ser que piense lo mismo que Basagoiti («la verdadera prima de riesgo para el País Vasco es el independentismo»). Pero no se atreve a decirlo.
De lo que puede estar seguro el lehendakari es de que la identificación nacionalista entre el PNV y Bildu es bastante mas profunda que la mera coincidencia de Egibar y Martin Garitano en un acto de exhumación de los restos de cuatro gudaris de la época de la Guerra Civil. Después de las elecciones municipales, el PNV mandó a los socialistas a la oposición en Guipúzcoa y Vizcaya y dejó gobernar a Bildu en muchos municipios. Todo dependerá, pues, del cálculo más interesado. Si en Vizcaya el PNV pactó sus Presupuestos con el PP y en Guipúzcoa lo hizo con Bildu… será que la geometría variable es la fórmula más cómoda para quien piensa siempre en el interés de su convento.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/6/12