EL MUNDO – 15/07/14
· Advierte a Pedro Sánchez de que si los catalanes no votan «no existe solución estable»
Miquel Iceta está intentando, en sus primeras horas al frente del PSC, poner las bases para acabar con las tensiones internas heredadas del mandato de Pere Navarro y alimentadas, esencialmente, por la consulta soberanista. En un intento de apaciguar la zozobra en la que vive la formación, el primer secretario llegó ayer a un acuerdo con uno de los tótems de los sectores catalanistas, el alcalde de Lérida, Àngel Ros, para que asuma la presidencia del partido.
La iniciativa de calado simbólico –el cargo ha permanecido vacío durante todo el mandato de Pere Navarro– pretende demostrar la voluntad del nuevo líder de los socialistas de incluir a todos los sectores del partido en la nueva ejecutiva, incluyendo a quienes han discrepado pública y reiteradamente de las decisiones de la dirección desde que ésta rechazara la consulta propuesta por Artur Mas. Cabe recordar que el propio Ros abandonó en enero de este año el grupo del PSC en el Parlament de Catalunya para no tener que votar contra la petición al Congreso de los Diputados para que permitiera la celebración del referéndum soberanista. Su salida, sin embargo, no fue acompañada de ninguna sanción por parte del partido, tal y como sí sucedió con los otros tres diputados críticos que sí rompieron la disciplina de voto en aquella ocasión: Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura.
En sus primeras palabras ante los medios tras aceptar el cargo, Ros demostró su voluntad de participar activamente en los derroteros del partido. Así anunció que una de las primeras propuestas que harán al nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, será que el PSC cuente con grupo propio en el Congreso de los Diputados, al tiempo que le reclamó que ponga en marcha «una segunda transición, una reforma constitucional» para dar encaje a las reivindicaciones de los catalanes.
Iceta se encargó también ayer de enviar una advertencia a quienes cree que han convertido en «una jaula de grillos» los últimos años del PSC. Según explicó en Catalunya Ràdio, su objetivo es crear una ejecutiva «integradora» de todas las sensibilidades, aunque dio por hecho que esa estrategia «tiene también sus límites». Así, una de las advertencias que enviará a todos con los que se ponga en contacto es que «vienen a un equipo de trabajo y que, por tanto, es conveniente que compartan el proyecto político».
La consulta también está marcando el debut de Iceta en su papel de interlocutor con el PSOE. De hecho, lo primero que hizo ayer fue poner el referéndum sobre la mesa del también flamante secretario general del PSOE, el mismo desafío que distanció a sus respectivos antecesores, Navarro y Alfredo Pérez Rubalcaba. Y lo hizo advirtiéndole de que la distancia actual entre España y Cataluña únicamente pasa por la posibilidad de que los catalanes puedan acudir a las urnas, de forma legal y acordada con el Gobierno. «Aquí no hay ninguna solución estable sin que los catalanes voten», advirtió ayer Iceta en TV3, por lo que auguró a sus socios del PSOE que será «muy pesado y muy insistente» en la defensa de la consulta. Iceta, en todo caso, se cuidó ayer de marcar en rojo todas las distancias posibles con quienes defienden el actual formato de votación prevista para el 9 de noviembre. Para el primer secretario del PSC la votación es «una chapuza» que no llegará a celebrarse nunca en su actual forma porque «se ha hecho de forma unilateral» y sin llegar a un acuerdo que encaje en la Constitución.
La palabras de Iceta defendiendo la necesidad de que se celebre la consulta fueron, sin embargo, reutilizadas por el Govern para tratar de acercarle al referéndum. Así, la vicepresidenta Joana Ortega arengó al primer secretario de los socialistas a que «vuelva a sumarse al derecho a decidir». La vicepresidenta, que recordó que está todo listo para la votación –incluyendo 2.000 urnas–, rechazó asimismo la pregunta alternativa ofrecida por Iceta y que abriría la puerta a una eventual negociación con el Estado. Según la democristiana, «la pregunta que tenemos los catalanes sobre la mesa es fruto del consenso entre tres fuerzas políticas y el PSC no estaba porque no quiso. No puede pretender que hagamos como si no hubiera pasado nada hasta ahora».
EL MUNDO – 15/07/14