Juan Van-Halen-El Debate
  • Recomiendo a Miriam Nogueras leer la Historia con mayúscula, no la que se inventa Sánchez o, en lo suyo, Puigdemont. Vayamos a su bandera. La enseña catalana, cuatro barras rojas en fondo amarillo, viene de la Corona de Aragón

No me sorprende ya casi nada. En el último pleno del Congreso ni Sánchez ni sus ministros contestaron a lo que se les preguntaba, incluso formulaban ellos preguntas a los diputados que no podían responder. El más insistente en la trampa fue Bolaños seguido de Yolanda Díaz desde su taquilalia habitual. El sustituto de Armengol en el sitial presidencial, un tal Alfonso Rodríguez, quiso hacer méritos y fue impresentable por casero. Misión cumplida.

La semana depararía otra sorpresa: la actuación teatral, que no fue otra cosa, de Miriam Nogueras, la portavoz de Junts, experimentada porque ha recorrido varios partidos. En 2023 retiró una bandera española de la sala de prensa y ahora repitió la faena y se negó a hablar con los informadores porque no soportaba la presencia de la bandera nacional. Se los llevó fuera y llovía. Como corderitos la siguieron. Qué tiempos aquellos en que tiraron sus cámaras al paso de Aznar. Ahora Patxi López se niega a contestar una pregunta y opina en voz alta que quien le pregunta no representa a un medio que le gusta, pese a estar acreditado. Y no pasa nada. Esa sumisión del gremio es una realidad que me choca; la otra que los diputados socialistas se traguen los mayores disparates entre desenfrenados aplausos.

Recomiendo a Miriam Nogueras leer la Historia con mayúscula, no la que se inventa Sánchez o, en lo suyo, Puigdemont. Vayamos a su bandera. La enseña catalana, cuatro barras rojas en fondo amarillo, viene de la Corona de Aragón. En principio sólo fue un signum regium. A Aragón se incorporaron los condados catalanes, el principal el de Barcelona, por el llamado Matrimonio en Casa entre Ramón Berenguer IV y Petronila, entonces niña, hija de Ramiro II de Aragón. El conde de Barcelona se convirtió en príncipe de Aragón con derechos a través de su descendencia. El hijo de ambos sería Alfonso II de Aragón. En esa línea se llegó a la unidad nacional, a que las barras aragonesas figuren hoy en la simbología de cuatro comunidades autónomas y desde hace siglos en el escudo de España. La señera viene del reino aragonés.

Me produce cierta hilaridad que, interesadamente, se hable de una Corona Catalano-Aragonesa o Corona Catalana, identificando a la parte con el todo. Claro que en un vídeo que circula por ahí un señor, cuyo nombre no tengo el disgusto de conocer, afirma muy solemne, en una conferencia, remontándose a los tiempos de Maricastaña, desde una escasez neuronal, que «igual que Alejandro, Julio César y Carlomagno miraban a Grecia como ejemplo (,,,) los europeos del futuro entenderán que el pensamiento que había llegado a Europa era catalán», y cita al Abad Oliva como «primer Premio Nobel de la Paz». Augura este indigente intelectual que «en los próximos 1.700 años (sic) todo el mundo occidental pensará y vivirá a la manera catalana». Ya no se conforman con descubrirnos que Colón, Cervantes o Santa Teresa eran catalanes. Van a más.

A Miriam Nogueras le repugna hablar cerca de una bandera de España, pero su DNI y su pasaporte son españoles, y la bandera nacional ondea en el edificio del que cobra desde hace nueve años un dinerito bastante apañado que le pagamos los españoles con nuestros impuestos. Le invito a trasladar esa inquietud suya contra la bandera de todos a sus compañeros independentistas y de partido que llevan aceptando cargos muy bien remunerados de empresas públicas. Los más recientes Pere Soler (CNMC), Elena Massot (Enagas), Ramón Tremosa (AENA), Eduard Gracia (Renfe) y Miquel Calçada (Consejo de RTVE). Tienen sus historias independentistas algunas de ellas curiosas, como el que era director de los mossos en el golpe, o un eurodiputado que utilizó fotografías de disturbios en Chile para acusar de violencia a la policía durante el intento secesionista de 2017. Por no referirme a altos cargos del Gobierno de la misma procedencia, a la mayor gloria de Puigdemont.

La Nogueras y los favorecidos en instituciones y en empresas públicas, que por ser españolas tanto odian ¿renunciarán a sus opíparos sueldos? Podrían donar ese dinero contaminado de españolismo a instituciones benéficas, eso sí catalanas. Aseguro que no lo harán. Se sacrificarán cobrando bajo la bandera de España. La pela es la pela.