IGNACIO CAMACHO – ABC – 20/03/16
· Los mitos deben pagarlos quienes creen en ellos. La solidaridad del Estado no puede financiar un conflicto insolidario.
Una de las ventajas del nacionalismo consiste en que al estar fundado sobre una superstición no tiene problemas con sus contradicciones: los mitos no se justifican. La eficaz creación de una realidad virtual sirve para encontrar explicaciones simples a través de un marco mágico cuya única condición es que los propios nacionalistas se lo crean a pies juntillas, tal como los niños creen en los Reyes sin cuestionarse sus evidentes puntos flacos. Sentada a través de este pensamiento fantástico la premisa fundamental –España nos roba, por ejemplo–, todo cuadra sin discordancia alguna; la aceptación incuestionada de una mentira solventa cada paradoja, cada contrasentido, cada duda.
Así el Gobierno catalán, que quiere poner en marcha su propia Hacienda, puede acudir sin remordimiento a pedir al Estado el dinero que le falta porque se lo ha gastado en construir su quimera soberanista. Cero vacilaciones: en su ilusoria autoconvicción victimista sólo reclama parte de lo que considera enajenado por España. La superchería del expolio alimenta con sencillez su contabilidad política: no se trata de pedir un rescate sino de exigir una devolución. En la conciencia nacionalista, Cataluña tiene déficit porque no recibe lo que le corresponde, y por tanto la negociación de la deuda no constituye una súplica sino un requerimiento. En vez de admitir un fracaso, ventilan un agravio. Y disfrazan de acuerdo bilateral lo que no es sino un chantaje.
Puigdemont y Junqueras saben que se les va a atender por dos razones. Primero porque el Estado no puede desentenderse de los ciudadanos catalanes, a los que el independentismo toma de rehenes en su dispendio. Y segundo porque el impago autonómico arrastraría la solvencia española en los mercados financieros. Por eso Montoro afloja adelantos a cuenta de la liquidación territorial –es decir, en perjuicio de otras comunidades más cumplidoras– para que los funcionarios de la Generalitat puedan cobrar su nómina. Y por eso Guindos ha mediado ante las agencias de rating para evitar que el bono catalán entre en la categoría de basura. España al rescate. También de sí misma: los secesionistas son españoles aunque no quieran.
Pero ese rescate ha de tener contrapartidas para que los chantajistas no salgan indemnes y para que no triunfe su discurso ventajista. Garantías y control. Si el Gobierno pone dinero tiene que fiscalizar su gasto. Impedir que el aval sirva para sufragar el prusés, las políticas excluyentes, el separatismo identitario. Imponer la disciplina financiera común. Y sobre todo evitar que los fondos de solidaridad alimenten un conflicto insolidario. En suma, imponer la realidad frente a la fantasmagoría, la responsabilidad frente a la provocación, la exactitud frente a la mendacidad. Demostrar que hay un modo de desmontar los mitos, y consiste en dejar que los paguen quienes creen en ellos.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 20/03/16