RAFAEL MOYANO – EL MUNDO – 27/05/17
· Pablo Iglesias se ha metido en un jardín con la moción de censura que le ha presentado a Mariano Rajoy, un jardín con cada vez menos flores. Cuando los casos de corrupción del PP se hicieron tan insoportables para él que no le dejaron más remedio que ofrecerse al Congreso como nuevo presidente, contaba con arrearle a dos enemigos, pero uno de ellos se le ha caído. Las primarias han dejado a Susana Díaz sin billete de Ave que le levante del eterno trono socialista del palacio sevillano de San Telmo.
Podemos, un partido que ha movido con tanto éxito sus fichas en el tablero de la política, no va a dar marcha atrás ni a admitir un error estratégico. Para salir del atolladero ha intentado colocarle la moción al PSOE, que ya le ha dicho que no cuenten con ellos. «Rajoy es censurable pero Iglesias no es presidenciable», les ha dicho Adriana Lastra, figura emergente del socialismo sanchista. O lo que es lo mismo, ni estamos en condiciones de atacar ahora ni vamos a apoyar a Iglesias.
Compromís le ha intentado facilitar las cosas pidiéndole que retire la moción, pero Podemos se le ha revuelto y le ha acusado de proteger a sus amigos socialistas. Lo cierto es que, en Valencia, lo que al principio fue un matrimonio de conveniencia para alcanzar el poder se ha convertido en un matrimonio bien avenido entre Mónica Oltra y Ximo Puig, ahora en fuera de juego por su apoyo a Díaz.
Ya puestos, Iglesias no va a desaprovechar la ocasión de tener la tribuna del Congreso para él solito y por tiempo ilimitado. Si quiere, y es muy capaz, se puede marcar un discurso a lo Fidel Castro sin el molesto aviso de la presidenta: «señor Iglesias, se ha acabado su tiempo». Un discurso para atizarle a Rajoy y para marcarle el camino, su camino, al PSOE, previo a una votación cuyo resultado conoceremos antes de que se inicie el pleno. Será la tercera moción de censura de la democracia, todas fallidas.
En la primera, en 1980, Felipe González no pudo desbancar a Adolfo Suárez pero el debate contribuyó a su debilitación y a su dimisión seis meses después. En la de 1987, con Felipe de presidente, el que salió debilitado fue Antonio Hernández Mancha, que en su intento de utilizar la tribuna del Congreso para darse a conocer salió arrollado por el líder socialista.
El próximo 13 de junio, con Sánchez al frente del PSOE, Iglesias tendrá que buscar un sentido a su moción anticipadamente fallida para rentabilizarla y quitarnos la sensación a todos de que vamos a perder el tiempo. Y si no, que haga caso a Compromís.
RAFAEL MOYANO – EL MUNDO – 27/05/17