Del Blog deSantiago González
Cuando Abascal anunció en julio una moción de censura contra el doctor Sánchez en septiembre, pensé que el proyecto adolecía de algunas faltas, ninguna de las cuales era la insuficiencia numérica.
Vox, Podemos y Ciudadanos parecen afectados por la estrategia que los partidos m-l copiaban de su principal inspirador, el Partido Comunista Chino. Era asunto asombroso que Mao se entendiese mejor con el imperialismo que con el revisionismo. Mao recibió a Richard Nixon como anfitrión encantador en 1972, mientras a Brézhnev no lo invitó nunca. Ya saben: era preciso atacar antes la contradicción de primer plano que la contradicción principal.
Lo mismo hacen los partidos citados. Iglesias propuso una moción de censura contra Rajoy en junio del 17, aunque su verdadero objetivo era comerle terreno a Pedro Sánchez. Albert Rivera hacía su labor de oposición a Sánchez tratando de arrebatar a Rajoy el liderazgo de la oposición y Santiago Abascal presentó su moción contra el demediado presidente mirando al bies a Pablo Casado.
Una moción de censura, cuando no la plantea el primer partido de la oposición requiere una oferta de pacto previa, que Abascal no hizo. Probablemente no hubiera tenido efecto, pero por eso mismo.
Desde aquel anuncio las cosas han ido a peor todavía. Sánchez ya había dado la medida de lo suyo en dos ocasiones históricas, dos autodefinidos: el debate electoral con Mariano Rajoy en diciembre de 2015, cuando dijo a su oponente: “El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es” y el 30 de mayo de 2018 cuando hizo exhibición de su virtud: “en Alemania, personas que han desempeñado responsabilidades ministeriales y se les ha descubierto que han plagiado una tesis, lo que han hecho ha sido dimitir”. Como diría Carmen Calvo “dijo ministeriales, no presidenciales”.
La oposición debería repetir estas dos citas un miércoles tras otro, pero esa, como decía el buen Moustache, es otra historia. La cuestión es que en estos dos meses todo ha ido a peor. Dos instituciones capitales de la democracia, la Monarquía y la Judicatura han sido cuestionadas por el socio de Sánchez, sin que el doctor Plagios se haya considerado concernido. Borges habría añadido un par de capítulos soberbios a su ‘Historia Universal de la Infamia”: Pedro Sánchez, el Plagiador Indecente y Pablo Iglesias, el Azotador Impío. Sánchez fue consentidor en las ofensas de sus socios al Rey; en el magreo de los jueces es él quien lleva la voz cantante.
El número 3 del PSOE, José Luis Ábalos planteó la moción en términos inequívocos: “exigimos a Pablo Casado que vote ‘no’ a la moción de Vox. Que vote junto al resto de las fuerzas democráticas para decirle no a la extrema derecha y para decirle ‘sí’ definitivamente a la moderación”. Vox es la extrema derecha, mientras EH Bildu, Podemos, ERC y demás patulea golpista y filoterrorista son las fuerzas democráticas y de la moderación. Este punto de vista subjetivo es ampliamente compartido en España. En la sesión de control de la semana pasada, el doctor Fraude llamó a Vox ‘partido antisistema’. Él, el capitán de la manada.
Casado no va a mejorar su imagen ante la izquierda. Seguirán acusándolo de la foto de Colón, de anticonstitucional, de ser la extrema derecha, como a él en el pasado. El partido de Abascal es más constitucional que la coalición de Gobierno, incluyendo en ella al partido de Sánchez. Nunca hubo un presidente tan merecedor de la censura, tan indecente, tan mentiroso y tan falsario. Casado debería votar que sí, después de formular su propia censura. A un líder no le preocupa chupar rueda porque lo suyo es encabezar el pelotón. En otro caso debe pensar cómo va a pedir el voto a los españoles si rechaza una censura que el inquilino de La Moncloa se ha ganado tan a pulso.