Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 4/12/11
Urkullu, cada vez más sólido, acuña el discurso de aunar la construcción de país con la gestión para que su partido recupere el poder que le disputan los ‘abertzales’
«No estamos todo el día mirando lo que hacen ellos [la izquierda abertzale], pero es cierto que a partir de ahora son nuestro gran rival». Un curtido burukide guipuzcoano radiografiaba así esta semana, en apenas dos frases, la descarnada pelea que su partido, el PNV, empieza a mantener con el entorno de la coalición Bildu-Amaiur por la supremacía no ya nacionalista, sino política del País Vasco. Precisamente en torno a este escenario, la dirección jeltzale ha construido todo su estrategia de futuro, que sustenta sobre el denominado modelo PNV ya ensayado durante la campaña del 20-N y fortalecido por la renovación interna que, sobre todo, apuntala el liderazgo de Iñigo Urkullu.
«Vamos a poner el acento en el modelo social para marcar una clara diferencia con la izquierdaabertzale«. A tal punto llega esta concienciación íntima en el PNV que supone, de hecho, ahora la línea roja de una impensable colaboración con su gran rival. «Tenemos la lógica aspiración de construir una nación vasca porque va en nuestra razón de ser, pero nuestro concepto de la sociedad no tiene nada que ver con el de ellos», en referencia expresa a Bildu.
En sectores del PNV existe el temor de que la izquierda abertzale les complique no sólo la victoria electoral en las próximas autonómicas «sobre todo si Arnaldo Otegi es el candidato», sino también la obtención de una mayoría suficiente para gobernar. Lógicamente, en público, desde el EBB se hace una lectura más positiva, augurando que «les vamos a ganar y con una ventaja superior a la del 20-N porque no han subido en estas elecciones y ya han sumado todas las fuerzas que podían». Como razón de este argumento, un dirigente del PNV advertía a este diario de que «la izquierda abertzale va a tener que afrontar sus primeras contradicciones porque su unión supone también criterios distintos, se producirán sus primeros errores en la gestión y la gente empezará a penalizarles», señala.
Sin embargo, hay quien sostiene en el PNV que el relevo generacional juega en su contra, aunque, en paralelo, considera que «hay que sacar de casa a quienes ahora no nos han votado para que lo hagan». Desde Gipuzkoa se entiende que «la falta de compromiso juega a favor de la izquierda radical, pero tenemos un potencial en los entornos urbanos a donde hay que llegar acercandonos a su realidad, con un mensaje de centralidad de que defendemos sin extremismos los intereses vascos y que peleamos por el autogobierno».
Hasta entonces, el PNV prefiere dotarse de sus propios argumentos y encarar «sin complejos» este intenso cuerpo a cuerpo, del que, por supuesto, han quedado descartados los socialistas. «No nos tienen que dar ninguna lección en nuestra condición de abertzales que defendemos este país», dice un exacalde jeltzale. Es precisamente aquí donde toma cuerpo el mensaje que Urkullu ha venido acuñando en los últimos meses y que se sustancia en «combinar nuestra aspiración identitaria con esa gestión del día a día, acercándonos a la gente que ahora tiene su preocupación en la situación económica», admiten en el EBB.
Precisamente el envolvente efecto de la crisis sobre la acción política ha facilitado a Urkullu desarrollar otro concepto, el del nacionalismo económico, sobre el que hace pivotar el discurso que asocia a su partido con la gestión y que tanta rentabilidad le ha aportado allá donde lo exhibe -Bizkaia- por delante de la apuesta identitaria. «Hay que poner unas nuevas bases económicas porque estamos viendo cómo el modelo seguido en España ha fracasado», recuerda otro dirigente «y ser conscientes que después de 34 años, el Estatuto ha llegado a su fin y hay que volver a hacer un pacto».Ni siquiera algunas voces oficiales del PNV en Gipuzkoa y Álava, donde las tensiones internas son tan evidentes como sus diferencias con la dirección nacional, se escuchan criterios diferentes sobre el camino a seguir. «Hay que apegarse a la situación económica porque es la preocupación de la gente y esperan de nosotros que seamos capaces de generar un proyecto propio, que sepamos fijar la relación con España y que demostremos que con un modelo de autogobierno se gestiona mejor».
Todas las fuentes consultadas coinciden en que «no hay divergencias con el discurso» que se va a implementar con la mirada puesta en las próximas elecciones autonómicas. Además, al empeño acude el PNV con una dirección mucho más compacta tras la inmediata renovación del EBB, aunque hay quienes advierten que en la renovación gradual alcanzada «quizá se ha apostado más por la adhesión que por el peso político». Así, Urkullu, a quien los resultados del 20-N han legitimado su apuesta personal y política, acomete su particular travesía para recuperar la elevada cuota de poder perdido y que, en su derivada, ha agudizado las grietas territoriales de Gipuzkoa y Álava.
Para afrontar este reto, desde el núcleo duro del PNV se insiste en que «no habrá problemas en el discurso» porque, dicen, «hay unanimidad» en la apuesta por «conseguir ver a Euskadi como nación europea, trabajando día a día para un mañana con más seguridad económica y bienestar social». Precisamente en la órbita nacionalista, fuera del PNV, ha causado «sorpresa» que «Urkullu haya jugado tan fuerte porque es algo insólito y esta manera que ha tenido de pisar el acelerador en la campaña y con los discursos no es baladí», apunta un exafiliado. Así las cosas, ¿será suficiente para remontar el vuelo electoral en Gipuzkoa y Álava?
Urkullu provocó intencionadamente el fuego al reconocer con indudable acidez que el PNV solo había ganado en Hondarribia y era la cuarta fuerza en Álava. Lo hizo, además, en pleno debate de las listas al EBB pero como reflejo inmediato de un malestar que ya arrastraba desde las elecciones locales del 22-M y que desembocaron en la pérdida de las Diputaciones de estos dos territorios, precisamente identificados con el sector contestatario.
¿Han atendido el mensaje? «Son dos situaciones distintas, con problemáticas diferentes, que no se pueden comparar», advierten de entrada en el PNV cuando se busca la primera respuesta. En el caso de Gipuzkoa, donde ya afeó la crítica de Urkullu, se adorna el análisis de razones históricas. «Aquí hay una realidad de siempre de una izquierda abertzale muy superior en su penetración a de otros territorios como Bizkaia y que desde 1991 han considerado Gipuzkoa como su laboratorio, pero la situación no es irreversible para nada», señalan desde el propio GBB. «Además», recuerda la misma voz, «aquí partimos de una realidad que a veces se olvida en las comparaciones y es que en 1986 nos quedamos con 2.000 afiliados y 6 junteros en 1987 y no es la misma fuerza los 24.000 afiliados de Bizkaia que nuestros 4.000».
A partir de ahí, la misma fuente oficial «niega a la mayor» que el PNV de Gipuzkoa venga manteniendo un discurso diferente «porque no son incompatibles hablar de soberanía con la defensa de los intereses económicos y sociales que hemos hecho en la campaña, con discursos claros y únicos en los que hemos participado con el propio Iñigo . De hecho, desde San Sebastián hacen una lectura «en positivo» de los resultados, al asegurar: «hemos aguantado el tipo como campeones», como dice uno de sus cargos públicos, muy molesto también «porque jode» por el comentario crítico de Urkullu. «Son mejores resultados que en el 22-M», concluye.
Lógicamente, las voces críticas con el actual GBB desaprueban un balance tan «complaciente», dicen. «Parece que nos conformamos con que nos saquen una diferencia de 14 puntos», critica uno de ellos. «No nos podemos conformar con ser segundos, con esperar a que los otros lo hagan mal, nos tienen que ver con un mensaje claro». Eso sí, en cuestión de plazos admiten sinceros que «a corto, claro que es complicado porque todavía no han entrado en contradicciones, veremos lo que pasa una vez que se legalice Sortu, pero a largo hemos de ir aglutinando gente y para mí ha sido gratificante que se ha ido acercando personas jóvenes».
¿Dónde está el nuevo granero del PNV guipuzcoano? Resulta llamativo que después del agrio desacuerdo con Hamaikabat en las pasadas elecciones locales, existan en el GBB voces que aceptan la idea de «aglutinar» a personas de este colectivo «y a descontentos de Aralar que no tienden lo de Amaiur», un escenario también compartido por los críticos en esta territorial. No obstante, nadie habla de un canal de confluencia que en Álava ya se ha establecido con mucha más fluidez. Hay quien recuerda, de hecho, que en la campaña del 20-N algunos excargos históricos de EA, ahora en H1!, compartieron un acto electoral del PNV. En Gipuzkoa, los antagonismos enfrían esta foto. En cambio, Bizkaia, donde dan por «bien hechos los deberes» en las generales, zanjaron «hace tiempo» esta convulsión entre sensibilidades nacionalistas, que ha sido una pesadilla en los otros tres territorios jeltzales.
Bajo este escenario, el PNV afronta su auténtica obsesión que no es otra que superar a la izquierda abertzale en las elecciones autonómicas que confía celebrar antes de 2013. Y para ello entiende fundamental «asegurar bien» el éxito en cada uno de los tres territorios. «No hacemos nada solo con ganar en Bizkaia», advierten.
¿Y el candidato a ‘lehendakari’?
Iñigo Urkullu, a quien uno de sus colaboradores más próximos consideraba, entre otros adjetivos, «capaz, sensato y con rigor», intencionadamente ha dejado correr la bola durante varios días para conocer cómo reaccionaría el PNV si se le ocurriera optar al cargo de lehendakari manteniendo su actual condición de presidente del EBB. De momento, sabe el deato que imaginaba: apenas habían pasado unos minutos de su entrevista en la Cadena Ser, en la que no zanjó la posibilidad de acabar con la histórica bicefalia del PNV, cuando Joseba Egibar, en absoluto interesado en esta acumulación de poder, se hizo presente para advertir de que esos riesgos asoman el fantasma de la escisión.
«Si dependiera de la afiliación, no hay duda de que una mayoría pondría a Urkullu decandidato», se atreven a pronosticar desde dentro del PNV. Incluso, es aquí donde se escucha que «hasta el propio Xabier Arzalluz en su día comentó que no se trataba de ningún totem , de ningún tabú ya que es un tema que no figura en los estatutos del partido», añaden.
¿Es posible que Urkullu sea el candidato a lehendakari ? En el propio partido entienden que «no es el momento de hablar de eso» ya que, recuerdan, «cada elección tiene su proceso y ahora toca renovar el EBB, que es en lo que estamos». Con todo, no es difícil encontrar dentro y fuera del partido, quienes admitan que es algo más que una opción. Según esta hipótesis, predicen, «podría ser el candidato a lehendakari y en el caso de salir, renunciar a presidir el partido».
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 4/12/11