Florencio Domínguez, EL CORREO, 11/11/11
ETA pretende conseguir lo que no ha logrado en los momentos en que era una organización potente y con capacidad para sembrar el terror
Lo más llamativo de las declaraciones de los dirigentes de ETA conocidas hoy es la pretensión de la banda terrorista de negociar la retirada de las Fuerzas de Seguridad del Estado del País Vasco como una de las exigencias para su desarme. Quieren sentarse con los Gobiernos de España y Francia para negociar la salida de la Guardia Civil y la Gendarmería. Y también la puesta en libertad de los presos y la vuelta de los huidos.
ETA pretende conseguir lo que no ha logrado en los momentos en que era una organización potente y con capacidad para sembrar el terror. Si tuvo que anunciar el final del terrorismo por agotamiento, también tendrá que renunciar a estas pretensiones negociadores. En el estado crespuscular en que se encuentra no se puede jugar de farol y cartas no tiene para una apuesta tan alta.
La banda, además, dibuja un modelo de negociación política de los tiempos del soberanismo, el modelo de actuación unilateral que trazó en la Alternativa Democrática de abril de 1996: las organizaciones vascas negocian un acuerdo político que incluye a Navarra y la autodeterminación, se ratifica en consulta popular y se va a discutir su aplicación, no su contenido, con Madrid. Es un modelo del pasado que ETA quiso sacar adelante en los tiempos de Lizarra y que ya fracasó entonces.
Las palabras de los etarras, por otra parte, no ocultan los conflictos y las tensiones habidas en los últimos tiempos con Batasuna, a la que se niega el mérito de la situación actual. ETA se pone la medalla a sí misma y se la niega a Batasuna. Importante también el reconocimiento de que la estrategia del Estado con las ilegalizaciones condujo al bloqueo de la estrategia de ETA y su mundo. Relevante confesión de parte que, sin pretenderlo, pone de manifiesto cuál ha sido la clave del éxito de la lucha antiterrorista.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 11/11/11