DAVID GISTAU – ABC – 10/06/16
· Periodistas del reverso tenebroso eran escracheados cada día en una práctica que quedó asociada al sello de la Sexta.
Durante la creación de la Sexta, Zapatero hizo el diagnóstico de que las tertulias se le habían escorado a la derecha y le hacían un contrapeso demasiado abrasivo. La Sexta debía compensar esto. Hablamos de un tiempo anterior a la fascinación por Podemos y a la disputa de la hegemonía socialdemócrata en el que cualquier voluntad de antagonismo con la «Brunete mediática» se hacía bajo la égida de un PSOE mucho más poderoso que el actual.
Esta estrategia de armar tertulias compensatorias tuvo una digresión más corrosiva: la agresión personal contra periodistas cuyo prestigio debía ser destruido, siempre con el humor como coartada para hacerlo de un modo que pareciera ligero, inofensivo: los bufones y sus cosas, qué graciosos. Periodistas del reverso tenebroso eran escracheados cada día por humoristas y jóvenes modernos en una práctica que quedó asociada al sello de la Sexta. Todo era tan «cool» que nadie reparó siquiera en los odios que iban siendo azuzados.
Aprovechando la salida al abierto de su canal de televisión, Florentino Pérez –me resisto a decir «el Real Madrid», porque hay y podría haber otros– estrenó esta semana un programa de escraches, de ajustes de cuentas y de liquidación de prestigios de periodistas llamado «Noventa minuti». Copiado hasta en los detalles escenográficos de los formatos patoteros de la Sexta. Incluso lo presenta, para usar también aquí la cortada del humor y del bufón inofensivo, un humorista veterano de la Sexta, Miqui Nadal, que ha sido enviado en comisión de servicios.
Un cuarto de hora después de que la Undécima lo haya situado en una posición ventajosa, Florentino Pérez arma un engendro para ejecutar venganzas personales y tratar de amedrentar periodistas de una forma menos subterránea que la suya habitual. La «impronta Sexta» de su «Aló, presidente» es atribuible a la relación que tiene con Ferreras, su susurrador habitual desde hace muchos años, así como lo era de Zapatero cuando la Sexta recibió el encargo de crear equipos mediáticos de combate. Supongo que la masa social madridista –la que quede que no sea orgánica–, ahíta de Champions, está ahora demasiado apaciguada como para preguntarse si merece escándalo el hecho de que una parte presupuestaria del club se dedique al culto a la personalidad del presidente y a la guerra propagandística contra periodistas díscolos.
Al escrache, vaya. A la bajeza y a la identificación como enemigos a abatir de todos aquellos que no militan en el credo presidencialista. Pero si el entorno periodístico del Real Madrid está abocado a convertirse en una partición entre los que se suben al avión de Flo y los que son escracheados por la televisión oficial, ardo en deseos de ser apalizado en la picota. De hecho, me siento menospreciado por no haberlo sufrido en el estreno, porque acabar ahí se convertirá en una credencial de independencia y de resistencia a las tentaciones fáusticas de Florentino, ese sumidero por el que tantos talentos emergentes he visto perderse.
DAVID GISTAU – ABC – 10/06/16