Alberto Ayala, EL CORREO, 29/4/12
El PP y la izquierda abertzale se la juegan con el plan de reinserción. El PNV, en y tras las autonómicas
Al presidente Mariano Rajoy se le puede criticar por muchas cosas. La principal hacer lo que no dijo o, incluso, lo que dijo que no haría. Pero lo que nadie le puede reprochar, al menos hasta ahora, es que rehúya la toma de decisiones. Muchas de ellas, por cierto, de un altísimo riesgo político.
Desde hace semanas, instado por Alemania, el Gobierno del PP viene desgranando un durísimo programa de reformas y recortes –que continuará sin pausa hasta el verano– para tratar de rebajar nuestra deuda. El terrorismo parecía no figurar en la agenda de las urgencias del presidente, lo que había empezado a suscitar ciertas dosis de inquietud en la Euskadi política. El jueves Rajoy movió ficha y puso fin a la incertidumbre cuando el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, anunció –de manera ciertamente mejorable– un nuevo Plan Integral de Reinserción al que podrán acogerse los casi 500 presos de ETA internos en prisiones españolas, así como los de otras organizaciones terroristas.
Con su plan, que viene a sustituir a la denominada ‘vía Nanclares’, que ya no daba más de sí, el Gobierno conservador suaviza las condiciones para el acercamiento de presos etarras a cárceles vascas. Hasta ahora para ser trasladado a una prisión de Euskadi o su entorno se exigía a los internos romper con ETA y pedir perdón. En adelante, bastará con desmarcarse pública y solemnemente de la banda. El arrepentimiento sólo se exigirá luego para obtener beneficios penitenciarios.
Víctimas y UPYD
La iniciativa, absolutamente respetuosa con la legalidad vigente, en modo alguno cabe interpretarse como una cesión, como se ha denunciado desde ciertos ámbitos. El Gobierno tiene plena potestad para determinar en qué centro interna a un preso. El hecho de regularlo de una forma concreta, como se hace con este Plan, forma parte de esa discrecionalidad del Ejecutivo.
En España, a diferencia de la mayoría de los países de nuestro entorno, el Partido Popular ha disfrutado durante un cuarto de siglo del privilegio de ser el único referente electoral para un amplísimo abanico de votantes que va desde la derecha más extrema al centro. Cataluña, Euskadi, Navarra y Canarias constituyen la excepción a la regla con sólidas formaciones nacionalistas o regionalistas del mismo ámbito ideológico. No ocurre lo mismo en la izquierda, fragmentada tanto en el ámbito nacional como en el autonómico.
Las últimas elecciones generales terminaron con este ‘cuasimonopolio’. Los cinco diputados y, sobre todo, el 1.140.000 votos obtenidos por UPYD convierten al partido de Rosa Díez en un señor problema para Rajoy. Sobre todo en el capítulo ETA, en el que la exdirigente socialista vasca cuenta con el favor de determinados ambientes mediáticos muy influyentes de Madrid, que ayudaron al PP en la política de acoso y derribo al Gobierno Zapatero, y de varias importantes asociaciones de víctimas.
Las inciertas valoraciones del plan de reinserción que se han realizado en las últimas horas desde estos ámbitos demuestra el momento de riesgo que vive Rajoy. Hasta qué punto arriesga también con este asunto el enorme patrimonio electoral que obtuvo el 30-N. Lo llamativo es que en este caso, una vez más, Rajoy encuentra el mayor grado de incomprensión en su propia casa, en los sectores más próximos a Jaime Mayor Oreja.
La gran incógnita
La realidad es que el plan gubernamental a quien pone en un aprieto es a la izquierda abertzale tradicional y al colectivo de presos que sigue los dictados de ETA (el EPPK), empeñado en una solución global que no va a llegar. Habrá que ver si la unidad de pensamiento en las cárceles es lo monolítica que reiteraron hace pocos días los seis nuevos interlocutores del colectivo o si un grupo más o menos numeroso rompe y se lanza a la pista de aterrizaje que ha dispuesto Rajoy con el pleno aval de los socialistas y el PNV.
Para estas dos formaciones, el paso dado por el Gobierno popular resulta de mínimos. Ambas siguen esperando que se acelere la excarcelación de un buen grupo de presos etarras enfermos graves, que aguardaban para Semana Santa.
Ninguna de las dos arriesga en este envite. Cuando se la jugarán de verdad será en las autonómicas. El PSE porque, dicen algunos sondeos, puede recibir otro castigo histórico. El PNV por duplicado. En las urnas, porque dirimirá con Sortu –que para entonces todo apunta habrá sido legalizado por el Constitucional– la supremacía en el campo nacionalista. Y una vez conocido el veredicto de las urnas cuando elija aliado para recuperar Ajuria Enea y para gobernar.
Por cier to, que no son pocos los jeltzales que confiesan, en privado eso sí, que verían con más que buenos ojos que la todavía parlamentaria de Aralar Aintzane Ezenarro integrara las listas peneuvistas por Gipuzkoa (¿tal vez como ‘número dos’?) en las autonómicas. Por el momento, la política de Getaria lo que sopesa es dejar el escaño para antes del verano. Que haya trascendido, Ezenarro no ha dejado entrever en ningún momento si contempla incorporarse en el futuro a otro partido o, i ncluso, alumbrar una nueva formación como hizo, y con éxito, la navarra Uxue Barkos con Geroa Bai, una vez que Aralar decidió acabar con Nafarroa Bai antes de integrarse en Amaiur.
Alberto Ayala, EL CORREO, 29/4/12