EL MUNDO – 01/04/16
· «Cuestionan el trato del partido a Rita Barberá. Si Maroto o Casado fuesen imputados injustamente,querrían que se respetase su presunción de inocencia», reprochan fuentes del Gobierno de Rajoy.
· En el Partido Popular viven en tensión. El caso de Rita Barberá ha destapado la caja de los truenos. El recelo se ha instalado y, lejos de aplacarse, crece solapado. La reacción ante el continuo goteo de casos de corrupción ha abierto una brecha entre quienes creen que la única solución pasa por una cirugía drástica sin contemplaciones y los que, esgrimiendo la presunción de inocencia y el espíritu de partido, apuestan por la vía de la precaución aun a riesgo de caer en una pasividad que no entienden ni los ciudadanos ni los propios militantes.
Entre los primeros se perfila el grupo de los jóvenes portavoces y vicesecretarios; entre los segundos, los cargos más próximos a Rajoy en La Moncloa.
Aún resuenan las palabras, chocantes con las del presidente, de Javier Maroto y Pablo Casado. Los «limpios y puros», como los denominan en el entorno del líder. «Si ellos fuesen imputados injustamente, también querrían que se les defendiese», afirman en los despachos de Presidencia.
Bajan así las aguas revueltas en el PP y no sólo entre una parte de las bases y la cúpula. También en los círculos más altos se detecta la tensión. Entre Moncloa y Génova late una vez más un pulso soterrado, un terreno de discrepancias y una lectura distinta de la realidad y de la estrategia más adecuada para afrontarla.
Cómo responder a la situación de bloqueo político y a la imposibilidad de formar Gobierno y cómo reaccionar ante el goteo continuo de casos de corrupción en lo más granado de las propias filas. Las diferencias de criterio en la familia popular son un hecho: de un lado, la vieja guardia y sus círculos más cercanos; de otro, los jóvenes cachorros aupados a los puestos de representación orgánica tras las elecciones municipales y autonómicas del año pasado en un intento rápido de exhibir relevo generacional.
En Moncloa hay quejas.
El equipo de vicesecretarios no convence. Hay quienes creen que hubo precipitación a la hora de nombrarlos y que probablemente habría sido más oportuno buscar entre los representantes de una generación intermedia con más experiencia y trayectoria.
De los cuatro –Javier Maroto, Pablo Casado, Andrea Levy y Fernando Martínez Maíllo–, sólo salvan al último. Los tres primeros suscitan un cierto recelo. Su actitud ante los casos de presunta corrupción, apartándose, dicen, del principio establecido por el propio Mariano Rajoy de cerrar filas y presumir la inocencia hasta que la Justicia señale con el dedo, y la tendencia a alimentar en círculos restringidos la visión más crítica del inmovilismo del presidente ante las negociaciones para formar Gobierno, son los principales reproches que se les lanzan.
«Muchos cuestionan el trato que el partido ha dispensado a Rita Barberá, que ni siquiera está imputada. Pero si Casado o Maroto fueran imputados injustamente, querrían que se respetase su presunción de inocencia. Barberá ha sido una alcaldesa intachable durante 24 años y ahora parece que ha matado a alguien. No es justo. Hay ejemplos de pena de telediario como el de Soria o el de Imbroda que Rajoy no olvida».
Con estas palabras se explica en el círculo más cercano al presidente del Gobierno en funciones el malestar que se ha venido larvando en los últimos meses contra «los Maroto, los Casado o (Eva) Levy», como los ha señalado públicamente el propio Rajoy. Se les reprocha principalmente que quieran presentarse como «los limpios y puros», los que nunca supieron de la existencia del ex tesorero Luis Bárcenas o jamás han coincidido con la ex alcaldesa Rita Barberá.
«Hablan como si procedieran de otro partido. A nosotros también nos disgusta y nos hiere la corrupción. No sólo a ellos. Bienvenidos al club de los afectados», lamenta una alta fuente del entorno del presidente que, por cierto, no ahorra críticas al comportamiento de Barberá, pero rechaza que desde dentro del propio partido haya quienes con sus declaraciones amplíen la sombra de la culpa.
«El titular de aquella rueda de prensa de Rita debió ser que aceptaba declarar ante el juez, y eso es lo que dejó más tranquilo al presidente. Pero es verdad que luego le sobró todo lo demás, las explicaciones y el enfrentamiento con los periodistas», admite esta fuente.
«Ahí debimos quedarnos, en el mensaje de que la tolerancia debe ser cero sea quien sea el afectado, pero insistiendo siempre en que la palabra la tiene la Justicia», recalca.
Tampoco gusta en Moncloa lo que consideran una falta de interés a la hora de frenar la sensación creciente en los medios de que hay voces que discuten el liderazgo de Rajoy.
Admiten la existencia de una cierta incomprensión en una parte de las bases y los cuadros medios del PP ante la actitud pasiva del presidente, un malestar que incluso circunscriben principalmente al ámbito territorial de Andalucía, Castilla y León y Aragón, y argumentan que deben ser los vicesecretarios quienes en primer lugar tienen que trasladar un mensaje que aplaque la inquietud.
«Con todo lo que ha caído seguimos siendo el primer partido de España», repiten en Moncloa. «Rajoy no está cuestionado. Y además, las críticas, a estas alturas, no le afectan. Cuando otros van, él vuelve. Se ve con fuerzas para ganar las elecciones de junio», insisten, señalando el calendario de intervenciones por toda España que ha planeado el líder del PP para el mes de abril.
Lo que para muchos no es ya sino el inicio de una larguísima campaña en el convencimiento de que finalmente el país se verá abocado a nuevas elecciones, para las fuentes consultadas en el círculo monclovita es una demostración de que Rajoy se siente cercano a las bases y quiere ser él quien explique su proyecto y su estrategia.El vicesecretario de Organización y Electoral, Fernando Martínez Maíllo, el mejor valorado en el entorno del líder, incide en esta interpretación: «Nosotros no somos inmovilistas, sino coherentes».
EL MUNDO – 01/04/16