Fernando H. Valls-El Confidencial
- El Gobierno de Sánchez se volcó, pero no logró movilizar a la izquierda. El candidato socialista abre la puerta a su salida. La coalición de Podemos e IU se queda con un escaño
El Gobierno de coalición sale debilitado de las elecciones en Castilla y León. Por el PSOE, que se deja la primera posición y siete procuradores por el camino en buena medida por la pujanza de Soria ¡Ya! y Unión del Pueblo Leonés (UPL), y por Unidas Podemos, que se presentaba por primera vez en coalición y que no ha podido sacar provecho de la crisis de las macrogranjas, de la subida del SMI, de la reforma laboral, de sus propuestas en materia fiscal ni de la participación, aunque solo sea en un acto menor, de Yolanda Díaz en la campaña. Los socios estatales esperaban más de la noche electoral y por eso se volcaron ante la posibilidad, difundida desde Moncloa, de sumar una mayoría a última hora.
PSOE y UP se dejan casi 160.000 votos en la gatera. De los casi 580.000 que sumó la coalición en 2019, apenas alcanza los 423.000 este 13-F. El PSOE ha sufrido en Soria y León (donde ha perdido dos procuradores respectivamente) y en Salamanca, Segovia y Valladolid (uno en cada provincia). Unos resultados que en Moncloa no terminan de ver, no obstante, con malos ojos. Porque consideran que perder las elecciones por apenas 14.000 votos de diferencia con el PP y mantener un 30,09% de los sufragios en Castilla y León, pese a dejarse en el camino más de 115.000 papeletas, es un dato a tener en cuenta en la futura carrera nacional. No ha sido, destacan desde el PSOE, una humillación como la que sufrieron contra Isabel Díaz Ayuso el 4 de mayo, cuando el PP acaparó el 44,76% de los votos frente al 16,8% de los socialistas. Esta vez, hablan de una «dulce derrota».
Pedro Sánchez, que siguió el escrutinio desde Moncloa en contacto con Adriana Lastra y Santos Cerdán, echó el resto en los últimos días de campaña, pero no ha sido posible el vuelco. Una realidad que asumen los socialistas: «No viene bien al PSOE que las autonómicas no coincidan con las municipales». La marca PSOE sufre en unos únicos comicios. Así quedó demostrado en Madrid y así ha quedado evidenciado en Castilla y León, donde alcaldes en capitales con cierto tirón no han podido impulsar los resultados. En Valladolid capital, por ejemplo, donde gobierna Óscar Puente, el PSOE apenas ha sacado 3.000 votos al PP. En Burgos, donde gobierna Daniel de la Rosa, la ventaja fue de 2.000. Y en Palencia, de 3.500 sufragios. Pese a todo, el resultado de ayer es para el PSOE «estar en la pelea» con un PP que lleva gobernando en la comunidad desde 1987. Pese a todo, su candidato, Luis Tudanca, persona de la máxima confianza del presidente que llegó incluso a sonar como ministro, avanzaba ayer su posible dimisión como líder de los socialistas castellanoleoneses.
El problema para ellos se encuentra a la izquierda del PSOE, en el área de gobierno que cuenta con 34 diputados. Podemos llegó a tener 10 representantes en las Cortes en 2015. En 2019 pasó a dos. Y ahora se queda con uno, con Pablo Fernández como único representante. El partido dirigido por Ione Belarra se presentaba por primera vez en coalición con IU y Alianza Verde, intentando rememorar el ‘pacto del botellín’ sellado en 2016 entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Pero el resultado no ha sido ni de lejos el esperado. De los casi 100.000 votos obtenidos en las últimas autonómicas por separado, la coalición apenas ha logrado movilizar 60.000 papeletas. «No son buenos resultados», afirmaba anoche el propio Fernández, que se queda sin grupo propio en el Parlamento autonómico y que deberá pasar al mixto.
Unidas Podemos no ha logrado cumplir expectativas. Llegaron a soñar con hasta tres escaños, para tener grupo propio. Se metieron en campaña con la crisis de las macrogranjas y sus dirigentes se desplegaron por diferentes provincias. Belarra, Garzón, Irene Montero… Hubo un desembarco en el que la nota discordante fue Yolanda Díaz, que únicamente aceptó participar —no fue sencillo convencerla— en un acto en el pequeño municipio de Castronuño. Pero la vicepresidenta segunda, que venía que anunciar la subida a 1.000 euros del salario mínimo interprofesional (SMI), no fue el revulsivo esperado. En la localidad vallisoletana, UP logró anoche 105 votos, frente a los 153 de 2019 por separado. Uno más uno, en definitiva, no siempre suman dos en política.
Pero el problema de Unidas Podemos no es Díaz, es que no termina de enganchar. Desde este lunes, la ministra de Trabajo, en definitiva, se antoja como su único futuro posible. Las siglas están tocadas y no tienen la pegada que tuvieron en su año dorado, 2015. Recuperar el voto que se ha ido no será tarea fácil. Todas las expectativas están en el ‘proyecto de país’ que quiere poner en marcha Yolanda Díaz. En el ‘proceso de escucha’ de la gallega se juega Unidas Podemos, y, por tanto, Podemos, su futuro político. «UP seguirá diciendo las verdades que nadie más se atreve a decir frente a la corrupción y el ataque a lo público», proclamaba anoche Ione Belarra.
«El espacio de Unidas Podemos se mantiene y va a seguir presente en las Cortes de Castilla y León, un espacio que se referencia en el Gobierno de España», remarcaba anoche, con los resultados en caliente, el propio Fernández. «Agregando a más gente para preparar las elecciones del próximo año», añadía apelando a la unidad.
Pero en Moncloa y en Ferraz las alarmas llevan tiempo encendidas. No hay alternativa, al menos de momento, potente a la izquierda del proyecto socialdemócrata que enarbola Sánchez. Las miradas también se dirigen a Díaz, porque ese espacio ahora mismo no termina de movilizarse. Y eso preocupa en el sanchismo. El presidente del Gobierno ya lo advirtió hace unas semanas asegurando que el socialismo necesitaba a su izquierda un proyecto sólido capaz de alcanzar ese voto. La reacción de la propia vicepresidenta segunda fue intentar distanciarse de ese proyecto donde quiere encajonarla Sánchez y apostar por la «transversalidad».
El carismático exlíder de Unidas Podemos Pablo Iglesias, que se implicó en la campaña en Castilla y León bastante más que Díaz, se refirió anoche al resultado electoral en estos términos: «Derecha y ultraderecha tienen mayoría absoluta. El PP depende de Vox. Soria ¡Ya! apunta una tendencia estatal inequívoca. PSOE retrocede». Y habló de su propio espacio: «Unidas Podemos resiste, pero esto es Weimar. Es evidente lo que eso significa para nuestra democracia. No vuelve el bipartidismo; llega la reacción», añadió.