- La vuelta del número dos de Iván Redondo a Moncloa se interpreta como la antesala de cambios profundos en el Gobierno y en la estrategia del presidente tras el verano
Sánchez se prepara para un otoño caliente y no por los grados de la calefacción. La inflación sigue desbocada, la creación de empleo da muestras de fatiga y la economía amenaza con entrar en recesión. Y todo esto a oscuras. El presidente sabe que este año se juega su legado. El sanchismo está en horas bajas. El termómetro electoral no acompaña al PSOE y la minicrisis en Ferraz ya está amortizada. Muchos ya empiezan a hablar de Pedro como un «iluminado», siguiendo con la terminología eléctrica. De repente, como ocurrió con la prima de riesgo, ahora los españoles convivimos con eso del precio del megavatio hora, la tarifa fija o la placa solar que este verano todos los cuñados han puesto en su «chalet».
En Moncloa también los hay que están sudando la gota gorda. Desde hace un año el gabinete presidencial ha sido remodelado hasta en tres ocasiones. Con la salida de Iván Redondo, el presidente optó por un giro al partido susurrado por Miguel Barroso y José Miguel Contreras, más conocidos como «Los Migueles». Desembarcaron Óscar López y Antonio Hernando. El resultado no ha sido el esperado. Los «coalas», como les apodan en el PSOE, han llevado a Sánchez a anotar el peor resultado de su legislatura en los sondeos. Por primera vez se va de vacaciones por detrás del PP. La fama de «gafes» se afianza.
Pero Sánchez tiene un plan mucho más ambicioso que colocar de portavoz en el Congreso a Patxi López. El presidente ha sacado otra vez el tablero de ajedrez. Detrás del retorno del número dos de Redondo a Moncloa hay varios mensajes. La rehabilitación de Paco Salazar como secretario de Planificación Estratégica supone en primer lugar un varapalo para López y Hernando. Ambos seguirán al lado del líder, pero con la creación de este nuevo cargo queda en evidencia que el presidente no está satisfecho con su trabajo.
El intento de llevar a Sánchez por la senda del viejo PSOE ha sido una quimera. En su discurso del debate de la nación, el presidente marcó su posición. Quiere volver a sus esencias. No es una cuestión de principios, sino de pragmatismo. Como ya hizo cuando se encomendó a la militancia, busca ser el referente de las clases medias y bajas. Aquí ve su nicho electoral frente a un Feijóo que ha copado el centro. Se siente cómodo como el nuevo Pablo Iglesias. Está dispuesto a quitarse la corbata y mucho más para atraer a un electorado huérfano ante la crisis de Podemos con Yolanda Díaz.
De la mano de Salazar se preparan cambios de alto voltaje. En la fontanería monclovita se están moviendo las piezas y el rumor que impera es que con el andaluz desembarcarán «nuevos fichajes» importantes. Tras el verano se espera una profunda crisis de Gobierno, aunque nadie es capaz de medir el alcance. Entre los ministros hay mucho nerviosismo. Se fueron de vacaciones con la convicción de que solo saldrían los que fueran a ser candidatos, pero ahora empiezan a dar veracidad a que Sánchez quiere más.
El nombre de la titular de Defensa, Margarita Robles, ha vuelto a la palestra. Tras el desastre de Pegasus se habló de su salida del Consejo de ministros. La cumbre de la OTAN lo hacía inviable en ese momento, pero ahora hay quienes interpretan que su cese sería un nuevo paso en el camino de reconciliación con los socios de investidura. Tanto ERC como Podemos quieren su cabeza. Robles está identificada como la ministra «de la derecha» para la izquierda, pero goza del favor de la mayoría de los españoles, como refleja que siempre aparezca entre los ministros más valorados. Ella está tranquila y mantiene que su relación sigue siendo de máxima confianza con el presidente. Esta premisa, que se interpretó siempre como un blindaje, pierde su valor tras defenestración de Adriana Lastra y la responsable de comunicación de Ferraz, Maritcha Ruiz. La última ha sido enchufada como presidenta del Hipódromo de la Zarzuela. Al menos el presidente deja bien colocados a sus amigos. La lista de ajusticiados es cada vez más larga y en breve se volverá a engrosar. El último en salir que apague la luz.