EL MUNDO – 16/04/16
· Montoro y Santamaría dan por buenas las acusaciones contra el ex ministro: «Nadie que haya operado desde paraísos fiscales puede estar en el Gobierno»Hacienda investigará a su familia.
· El Gobierno, que ayer habló por boca de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ha despedido a José Manuel Soria con la máxima frialdad e incluso dando cancha a las dudas que se ciernen sobre su honestidad tras hacerse públicos los documentos que le vinculan directamente con empresas offshore radicadas en paraísos fiscales.
El titular de Hacienda en funciones fue el encargado de trasladar abiertamente el malestar y las sospechas de al menos una parte del Gobierno respecto a Soria. A primera hora de la mañana de ayer, el ya ex ministro de Industria, Energía y Turismo comunicó a Rajoy su decisión de renunciar al desempeño de sus actividades sin dar una explicación de fondo que justifique su abandono, más allá del reconocimiento de haber cometido graves errores en su rendición de cuentas ante la prensa.
Montoro recogió el capote que le dejó en suerte la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en la enésima pregunta de los periodistas sobre las razones últimas de la marcha del ya ex ministro, y no vaciló.
Para el titular de Hacienda, no hay ninguna duda de que alguien que «haya operado en paraísos fiscales no puede estar en el Gobierno».
Aunque tuvo la precaución de puntualizar que las informaciones publicadas sobre Soria y sus empresas están pendientes de contrastar –algo a lo que puntualmente se dedicará ahora la Agencia Tributaria–, exhibió mano dura al recalcar que «alguien contra quien haya indicios legítimos de sospecha» no puede formar parte del Ejecutivo. «No sería en absoluto aceptable», sentenció.
Después de que él se manifestara en estos términos, la número dos de Rajoy en Moncloa se avino a «suscribir» sus palabras sin matiz alguno. Hasta ese momento, la vicepresidenta en funciones y portavoz del Gobierno se había limitado lacónicamente a reseñar el gesto de renuncia de José Manuel Soria como un ejemplo de asunción, en su grado más alto, de «responsabilidades políticas».
Más aún, en una demostración evidente de que el caso del ya ex ministro es de lo más inconveniente para Mariano Rajoy y que lo más recomendable es abandonarlo cuanto antes en la cuenta, Santamaría evitó dar cuenta del mismo en la presentación inicial de los asuntos abordados en el Consejo de Ministros. Como si nada hubiera sucedido, como si el Gobierno no hubiera registrado una baja, rodeada de escándalo, en uno de los momentos más delicados de la vida política del país y cuando, además, se agrandan las grietas que existen en el seno del propio Ejecutivo y en el PP.
La vicepresidenta, a quien a todas luces incomodaba el caso, máxime cuando afecta a uno de los (ex) miembros del Gobierno que durante toda la legislatura menos ha congeniado con las tesis de su círculo de influencia –en el que se encuentran Montoro y Fátima Báñez–, informó cumplidamente del real decreto aprobado para prorrogar por un año el plan de activación del empleo; del informe presentado por el ministro de Hacienda sobre el grado de cumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria, y de la provisión de plazas para las Fuerzas Armadas y la escala superior de la Guardia Civil. Ni una palabra sobre la baja que acababa de sufrir el Ejecutivo en funciones.
Santamaría afirmó sucintamente que Soria, con su renuncia, no ha hecho sino asumir sus «responsabilidades políticas» a la mayor escala posible, es decir, abandonando el Ejecutivo, su escaño en el Legislativo y su cargo orgánico en el PP.
«Su decisión», afirmó la vicepresidenta, «obedece a cuestiones personales, no a asuntos de gestión» propios de la posición que ocupaba en el Gobierno. Así, forzada por la prensa, añadió que el Ejecutivo «pone en valor su trabajo al frente de un Ministerio muy complejo». Y añadió: «Ha sido un buen ministro y un buen compañero». Fueron las expresiones más cálidas que se escucharon de su boca.
No quiso entrar la mano derecha de Rajoy en más detalles, remitiéndose continuamente a los argumentos proporcionados por Soria en su comunicado hecho público a primera hora de la mañana y en el que fundamentaba su renuncia en las equivocaciones cometidas a la hora de dar explicaciones públicas sobre sus vínculos empresariales.
Santamaría, flanqueada por dos miembros del Gabinete que siempre le han sido muy próximos –Montoro y Báñez–, quiso zanjar cualquier intento de profundizar en las causas últimas del abandono del ministro en funciones apuntando que el Gobierno «no puede vulnerar el derecho a la presunción de inocencia de nadie».
En círculos gubernamentales, ayer se admitía que Soria, con su renuncia, viene a admitir tácitamente su culpa y la falta de argumentos sólidos para defenderse de su vinculación, a través de empresas offshore, con paraísos fiscales (Bahamas, Jersey).
EL MUNDO – 16/04/16