Desde que ETA mató a Isaías Carrasco, la población de Mondragón se ha convertido en un pequeño laboratorio político que pone contra las cuerdas a los partidos del Gobierno vasco. Transcurridos más de 40 días, la alcaldesa de ANV sigue en su puesto. Las censuras no irán mucho más allá de la experiencia de Mondragón, donde ETA está tomando la temperatura a los partidos.
Con los últimos ataques terroristas, dos en menos de cuatro días, ETA echa por tierra la teoría de que está derrotada. Mientras la banda persista en los ataques, es un error y una irresponsabilidad sostener que está en fase terminal. Porque se baja la guardia en las fuerzas políticas, se desactivan los movimientos cívicos (el colectivo ‘Basta Ya’ ha quedado para el recuerdo) y, lo peor de todo, se alimenta una ilusión construida sobre castillos de arena que, al derrumbarse, provocan la consiguiente decepción. Y, de momento, aunque con movimientos dosificados pero muy destructivos, ETA sigue: en la calle, intentando extender el miedo entre la población y en las instituciones, pretendiendo utilizarlas para desgastar el Estado de Derecho.
En menos de cuatro días, y después de haber intentado ir a por un escolta privado, dos casas del pueblo han sufrido el ataque terrorista; en La Peña y en Elgoibar. No se trata de objetivos elegidos al azar; ni dianas indirectas contra el PNV, como ha llegado a insinuar Iñigo Urkullu, el presidente de los nacionalistas vascos. Si ETA sigue persiguiendo ahora a los socialistas no es fruto de una supuesta venganza porque salió mal la negociación con el Gobierno en la pasada legislatura, como muchos prefieren creer para remarcar la firmeza de un Gobierno que, al final, no cedió al chantaje.
Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que han seguido de cerca la trayectoria de la banda en los últimos treinta años saben que ETA utiliza los atentados como medio de presión. Y de la misma forma que el abogado Esnaola señaló, horas después del ataque a la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, aquel 11 de diciembre de 1985, que ETA había matado para presionar al Gobierno a seguir negociando, ahora estamos ante una puesta en escena distinta pero con idénticas intenciones. Conmocionar y atemorizar para exigir. Y la presión se dirige sobre el partido que gobierna en España para señalarlo como el obstáculo para la resolución de los problemas generados en Euskadi.
Una actitud muy medida cuando se está preparando el caldo de cultivo de la próxima campaña electoral. Una coyuntura nada cómoda para un Gobierno como el de Zapatero, que llegó a creer que, gracias a su distinto talante a la hora de gobernar, podría encauzar a la banda terrorista hasta el fin de su existencia. ETA sigue también en las instituciones: en el Parlamento vasco y en los ayuntamientos desde donde se resiste a dar su brazo a torcer cada vez que un atentado le pone en la tesitura de tener que renunciar a sí misma. Porque eso es lo que se espera, ingenuamente, cada vez que se emplaza a ANV a que renuncie al terrorismo ¿Renegar de sí misma?
Desde que ETA mató a Isaías Carrasco, la población de Mondragón se ha convertido en un pequeño laboratorio político donde los experimentos están poniendo contra las cuerdas a los partidos que integran el Gobierno vasco. Por mucho que la portavoz Azkarate haya insistido, mientras amenazaba a los socialistas de Patxi Lopez, en que los partidos del Gobierno presidido por Ibarretxe persiguen el mismo objetivo, lo cierto es que lo disimulan francamente bien. Entre críticas, descalificaciones, enfrentamientos dialécticos e inasistencia a los plenos municipales, han transcurrido ya más de 40 días desde que ETA asesinó a Isaías Carrasco y la alcaldesa de ANV sigue en su puesto. ANV tiene 337 concejales en 33 ayuntamientos. Las censuras no irán mucho más allá de la experiencia de Mondragón. Y es ahí, en Mondragón, donde ETA está tomando la temperatura a los partidos democráticos.
La ‘izquierda desunida’ está ofreciendo un espectáculo tan lamentable que hasta el liderazgo de Madrazo ha quedado en entredicho. Si, además, su imagen de sumisión al lehendakari, de quien repite el mismo argumento de la crítica contra el presidente Zapatero, le está dibujando un perfil muy poco crítico con el poder establecido en Ajuria Enea, cabe pensar que los socialistas podrían beneficiarse de la desorientación de IU en Euskadi.
Quien no cambia es ETA, que sigue con su mismo lenguaje. Su cabecera política está en la cárcel y, por eso, el control de la banda sobre todo el movimiento de la izquierda abertzale es cada vez más evidente. No hay más que leer las octavillas que reparten por los pequeños municipios vizcaínos, firmadas por ANV, en las que utilizan el mismo discurso de la Herri Batasuna de los tiempos de Idígoras. Nada ha cambiado para ellos. Los últimos atentados siguen siendo «expresión del conflicto». La recuperación de la unidad democrática, por parte del Gobierno de Zapatero, debería significar una apuesta por los grandes acuerdos por escrito en materia antiterrorista. De lo contrario, con sobreentendidos se facilita las lecturas interesadas y los desmarques oportunistas, cuando vengan tiempos más difíciles.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 21/4/2008