Los reyes de la mano tonta

Lo de Monedero se empieza a poner interesante. Era un clamor la afición que este fulano y Pablo Iglesias mostraban por trajinarse a sus alumnas. Recordábamos el otro día el testimonio de Fernanda Freire, una consultora en cuya vida estudiantil se cruzaron estos dos pájaros una noche de copas cuando tenía 18 años. Ella contaba que Monedero abusaba del recurso de la mano tonta y que Pablo Iglesias trató de seducirla con requiebros como “eres muy madura para tu edad” y ya con eso le propuso una cita de urgencia en los lavabos.

Ella aprovechó para tomar el olivo, pero al parecer otras debieron aceptar el lance. Total, que la dirección de Podemos recibió dos denuncias contra Monedero en 2023. El Diario da noticia de otra en 2016 y la Complutense investiga un presunto acoso sexual a una alumna. Uno ya se lo maliciaba. Juanqui, como le llamaba Iglesias, y este mismo eran cómplices y se explicaban sus respectivos sueños húmedos en las redes sociales. ¿A quién le iba a confesar Iglesias, también llamado Varón Dando lo de “la azotaría hasta que sangrara”? Naturalmente a su cómplice. A mí, de este episodio me llamó la atención del silencio de Irene Montero. Si esta fuera una mujer cabal tendría que haberle dicho: “Mira, imbécil, tú no azotas a nadie más que a mí”.

Iglesias no hace distingos. Sobre su dedicación a las alumnas, hace bien poco recordábamos a una de sus preferidas, Dina Bouselham, a quien le robaron el móvil cuya tarjeta le devolvió a él el presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio. ¿Y por qué se la devolvió a él? Porque a ella no la conocía de nada y él salía en las fotos.

Pero volvamos a lo de Monedero que es lo más reciente. Podemos solo se da por enterado de las dos denuncias contra él que recibió el partido en septiembre del 23. Ione Belarra, la inutilidad que Iglesias dejó a su paso como secretaria general, le nombró director de la Fundación Podemos, cargo al que renunció después de recibirse las primeras denuncias por tocamientos e intentos de besos no solicitados. Pese a ello, el partido morado invitó a Monedero y o sentó en primera fila  en un acto protagonizado por Montero y Belarra en el Círculo de Bellas Artes y a su carta de dimisión respondió la secretaria general con “un abrazo muy fuerte” y “seguimos peleando juntos”.

Ione Belarra ha echado el resto para justificar que no dieran a conocer lo que sabían de Monedero: “Era para proteger a las víctimas (que no querían denunciar). Nosotras no podemos actuar en nombre de las víctimas ni usurpando a las mujeres su capacidad de llevar adelante sus procesos. Pero es que además siempre debe ser así. Hay que respetar a las mujeres». He aquí una muestra sin valor de la inane capacidad de raciocinio de esta zagala. En un delito no solo se lesiona un interés particular, el de la víctima, sino un bien colectivo protegido por la ley. Podemos debió denunciar para defender a otras mujeres. Belarra parece partidaria de la justicia franquista, que reducía el delito de violación a un conflicto entre dos partes, el agresor y la víctima. Los parientes del violador amenazaban a la víctima para que retirase la denuncia y el delito se evaporaba. Salvo que el tipo hubiera aprovechado para robarle el bolso, que eso sí era un delito perseguible de oficio. Tantos años para volver a eso.