Fue la única pregunta interesante en la rueda de prensa de balance del año. May Mariño, de Servimedia. «¿Nos puede garantizar que usted estará durante toda la legislatura? Sánchez ensayó la más epatante de sus sonrisas y con esa sobradez prepotente que exhibe en momentos de contrariedad y respondió un escueto «sí, por supuesto». ¿Quién puede dudar de su eternidad? ¿Quién osaría poner límites al mandato del único líder del orbe capaz de frenar la embestida de los bárbaros de la ultraderecha?
Meses atrás, cuando Michavila engalanó con los laureles del triunfo al gallego conciso, la familia socialista dio en sumergirse en cábalas y apuestas sobre el futuro propio. Menudeaban por entonces toda suerte de cargos y sillones que ocuparía el sumo hacedor del progreso en cuanto fuera desalojado de la Moncloa. La secretaría general de la OTAN, el Consejo Europeo y hasta Naciones Unidas le tenían reservado un sillón prioritario y fundamental, a la altura de su gloriosa de su persona. Era una salida razonable porque un presidente del Gobierno de su talla no podría conformarse con un futuro de orador a tanto la pieza, de conferenciante por horas o de panelista en televisión. Ni siquiera la idea de mediador entre sátrapas y dictadores, que con acierto y pingües beneficios desempeña Rodríguez Zapatero encajaría en sus propósitos. Optó, por lo tanto, por cerrar acuerdos infames con los diferentes grupúsculos de la caverna racista, con el revoltijo reaccionario de la txapela y el virolai y reunió los votos necesarios para evitar el contratiempo de un adiós indeseado. Hola Puchi! Qué alegría Ternera!
Los rumores, evidentemente, cesaron. En el PSOE se tornaron muditos y algunos asomaban la gaita por si caía una cartera ministerial, una secretaría de Estado, algo de Paradores, el Hipódromo, alguna cosilla. Los voceros del régimen optaban por agitar las aguas de la crisis en el partido situado al otro lado del muro. Evocaban entre suspiros vitriólicos los buenos oficios de Casado, recitaban cual jaculatoria lo odioso de su martirio, profundizaban en la ineptitud de su verdugo, a quien le pasaban por los morros su condición de provinciano y agitaban con estruendo el estandarte de Ayuso, quizás la sucesora. Todo tan previsible como la futura ausencia de orejonas en las vitrinas de Simeone.
Emejota Montero es una virtuosa del grito, dotada de una abarrotada verborrea, amante de la trifulca y escasamente propensa a decir una verdad
Y ahora, la crisis en el área económica. Fuese Calviño, dejando a sus espaldas un rastro de deuda y déficit aún por contabilizar y se produce un relevo insospechado. José Luis Escrivá, ese zopilote estruendoso, se pensaba ya dueño del área cuando, de repente, un técnico jovenzuelo, Cuerpo, que estuvo a sus órdenes, resulta el elegido. Más bien por descarte. Todos rechazaban la arriesgada oferta. Este Cuerpo es sanchista y por lo tanto, comulga con todas las ruedas de molino que le caigan desde arriba. Esta es la actitud. Por eso ha propulsado a María Jesús Montero al vértice del Gabinete. De vicepresidenta cuarta a vice primera en un mes. Sánchez afila los cuchillos para los tiempos duros que llegan. Pactar iniciativas cruciales con la escoria separatista, entregarles la Constitución por capítulos, cederles pedazos completos del territorio nacional, necesita de mucho ruido ambiente de fondo para que cuele. Emejota Montero es una virtuosa del grito, dotada de una abarrotada verborrea, aficionada a la gresca, a la trampa, amén de destacada militante en la cofradía de los enemigos de la verdad. Así los quiere Sánchez. Leales guerreros, más inclinados al berrido que al argumento y muy proclives a la engañifa y el trapicheo. Montero, amén de viceuna en el Gabinete, es también vicesecretaria general del PSOE con lo que, de facto, resulta difícil no mencionarla cuando se habla de un posible candidato a la sucesión de Sánchez, si es que el prohombre lo necesitara algún día. Que no parece.
Escasamente glamurosa y rotundamente primitiva, la desbordante aragonesa tiene a su favor -en esta incierta carrera por el del delfinazgo- el horizonte andaluz de su rival
Tan sólo un nombre se puede cruzar en su camino. Pilar Alegría, quien acapara la portavocía del Consejo de Ministros y se desempeña a tiempo parcial, diría Dieter, en las carteras de Educación y Deportes. Alegría apenas logró recibirse con un título universitario, pero goza de la total simpatía del jerifalte supremo, confianza que consolida cada martes en unas ruedas de prensa que ha convertido en un bombardeo obsceno contra el partido de la oposición. Escasamente glamurosa y rotundamente primitiva, la desbordante aragonesa tiene a su favor -en esta incierta carrera por el del delfinazgo- el horizonte andaluz de su rival. La viceuno estaba llamada a disputarle la Junta a Juanma Moreno, aunque también ella puede ser requerida para sustituir a Lambán.
¿Alegría contra Montero? ¿Quién será la elegida? Una mujer encabezará la lista electoral del PSOE en la próxima cita con las urnas. Algunos ya han perfilado e cartel de la gran batalla del 27. Montero (o Alegría) por el PSOE; Ayuso por PP y Yo-yo-yolanda por Sumar. Tres damas en disputa rumbo a la Moncloa. Sánchez despliega su sonrisa sardónica mientras masculla entre dientes aquello del Johnny Apollo de Hathaway: «Sólo hay dos principios, o te los comes o te comen».