EL MUNDO 03/09/14
· El ex Molt Honorable tendrá que pagar más de cuatro millones a Hacienda
· «Estamos ante uno de los casos más graves de fraude fiscal que ha habido en España»
· «No podemos creer a quien ha engañado a la sociedad catalana durante 30 años»
· Desde que comienza a percibir la persecución fiscal «su postura política se radicaliza»
· «Se ha limitado a justificarse y la Agencia Tributaria va a llegar hasta el final»
El ministro de Hacienda le hizo ayer un socavón al independentismo catalán. Un agujero en el que, al asomarse, es imposible ver el final. Cristóbal Montoro no sólo confirmó en su comparecencia en el Congreso que el ex president de la Generalitat Jordi Pujol es un defraudador y que, a pesar de su confesión, aún no ha regularizado su situación con la Agencia Tributaria. También vinculó su tránsito del nacionalismo al independentismo con la investigación a él y a su familia. Un golpe letal en las convicciones de quienes le reverencian como uno de los padres de la patria catalana. Porque Pujol, según las palabras del ministro, no habría velado por Cataluña, sino por sí mismo. Su caso es, dijo, «uno de los más graves de fraude fiscal en España». A la vista de los datos, Hacienda no descarta que se hayan cometido «uno o varios delitos». Montoro prometió que «va a llegar hasta el final».
El ministro de Hacienda introdujo ayer en el debate un elemento inesperado, mucho más allá de la ética o la honradez que se le suponía al ex president: la solidez del ideario que ha defendido durante años. Montoro realizó una correlación entre el «escenario fiscal» de la familia y «la radicalización de los discursos políticos». «El baluarte del nacionalismo catalán –explicó–, a la par que la Agencia Tributaria investigaba la fortuna familiar, se ha reconvertido también en un adalid del independentismo». Nada tiene que ver –añadió– un nacionalismo democrático, con aspiraciones legítimas de autogobierno, con los que se amparan en ello y al mismo tiempo «se están lucrando y sacando partido personal del mismo».
Un rédito que, además, el Gobierno no cree que acabe con Pujol. Entre las muchas cosas que dijo ayer Montoro hay una frase que pasó desapercibida, pero que ha debido generar cierta preocupación en el Palau de la Generalitat.
El titular de Hacienda consideró lógico que ahora los catalanes se pregunten si «esa forma de entender y querer Cataluña» está avalada por otros dirigentes de su partido. «Si su herencia política y sus herederos políticos –continuó– no estarán realmente contaminados por esa presunta herencia que el señor Pujol puso a buen recaudo en Andorra». Sus palabras sólo pueden interpretarse como un recado al ahora president Artur Mas, hijo político de Pujol, sobre quien el ministro parecía dudar si conoció o participó en el proceder de esta familia.
Las alusiones a la estrecha relación entre el proceso soberanista y los problemas de los Pujol provocaron en la réplica el reproche del portavoz de CiU, Pere Macias, que le pidió que separara ambos asuntos. Macias censuró también que el ministro no exhibiera la misma «contundencia» en su comparecencia sobre Luis Bárcenas. «Ha hecho un ejercicio de teatralidad muy notable», le dijo.
Tenía razón este dirigente, alto cargo en Convergència, sobre la profusión de gestos exhibida ayer en la Comisión de Hacienda del Congreso. Pero tan obvio fue el regocijo del ministro como la pesadumbre de Macias. Él, en solitario, asumió la defensa de Pujol, repartiéndose el tiempo con su compañero Josep Sánchez Llibre, alto cargo de Unió, que no hizo ni una sola mención al tema. Insólita en la actuación de CiU esta división.
Por Montoro probablemente ambos se enteraron ayer de que la Agencia Tributaria, desde finales de 2012, investiga operaciones financieras relacionadas con Pujol en siete países: Estados Unidos, Suiza, Reino Unido, Holanda, Argentina, México y Luxemburgo. La fecha coincide con el impulso dado por CiU al proceso independentista. Entre 2000 y 2002, algunos negocios de los hijos de Pujol ya habían despertado sospechas en Hacienda, pero el expediente finalmente no derivó en nada. Montoro no quiso revelar si alguno de los vástagos del ex president se ha acogido a la amnistía fiscal.
Sí ratificó que él no lo ha hecho y avanzó que la Abogacía del Estado se va a personar en los casos judiciales abiertos contra él. «El fraude no expira con una carta novelada de disculpas […]. No podemos creer el comunicado de alguien que ha ocultado la verdad engañando a la sociedad catalana y a sus votantes durante más de tres décadas […]. No podemos creer a quien dice que se pone a disposición de la
Agencia Tributaria y de los tribunales, si luego no lo hace […] y no repone a las arcas públicas en su integridad lo que nos debe a todos».
La severidad del ministro llegó a sorprender en las filas de la oposición. Pero Montoro, que en una de sus réplicas se mostró partidario del concierto económico con Cataluña, no tuvo ayer un problema de incontinencia, como le ha sucedido otras veces. Su primera intervención, que leyó, la traía medida al milímetro.
Su teoría es que Pujol se vio obligado a confesar, acorralado por la investigación policial y de Hacienda. Ni una sola palabra a las informaciones reveladas por esta diario. Una circunstancia que sí apuntaron diputados de la oposición a quienes, de manera general, el ministro acusó de tibieza con Pujol. A ERC le preguntó por qué no denunció el famoso 3% cuando gobernó el tripartito.
El portavoz del PSOE, Pedro Saura, puso en duda el trabajo realizado en estos años por la Agencia Tributaria y acusó a Montoro de crear «una pasarela» para los grandes defraudadores con la amnistía fiscal. El ministro reprochó a los socialistas sus críticas al Gobierno, cuando el eje del debate era el ?caso Pujol. «¿Cómo es posible que no se haya detectado (el fraude) antes?», le inquirió el diputado de UPyD,
Álvaro Anchuelo. Desde IU, Joan Coscubiela le recordó el caso Bárcenas. Y el PNV cuestionó sus ataques al nacionalismo.
Pese a las críticas, el ministro brilló. Con la luz que desprenden quienes saben que disponen de información muy valiosa pero todavía no la pueden contar.