JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO
- Pase lo que pase el 13-F, al día siguiente Casado tiene que renovar su equipo
La última cantada del equipo de Pablo Casado, hablando en términos balompédicos, ha sido el error en la votación de la reforma laboral cometido por el número dos de su número dos: Alberto Casero Ávila de Teodoro García Egea. Más allá de la responsabilidad, por dilucidar, de la presidenta Meritxell Batet, el fallo al realizar el voto telemático le ha costado a su partido regalar al Gobierno un triunfo que no había logrado en el hemiciclo. Y, en cascada, varios efectos colaterales de no menor importancia: amortiguar el impacto de la quiebra de la mayoría de la investidura, agravar la crisis de UPN y arrojar sobre la campaña electoral de Mañueco en Castilla y León un jarro de agua fría. Las consecuencias de delegar tanta responsabilidad orgánica en Génova pueden acabar por poner en riesgo el proyecto político del PP que Casado pretende encarnar.
Los hechos demuestran que el núcleo duro que rodea al líder no funciona. La gestión del éxito arrollador de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid ha sido manifiestamente mejorable, convirtiendo el más acabado ejemplo de cómo ganar a la izquierda sin depender de tu derecha en un problema interno. En cuanto a las relaciones con Vox, que requieren fineza, diplomacia y capacidad de maniobra, Casado no ha estado bien aconsejado. Las relaciones son cada vez más tensas y el electorado de ambos se está polarizando en lugar de remar en la misma dirección. En asuntos internos, el empeño en utilizar el manual disciplinario en el gobierno de la organización no ha hecho más que provocar desconfianzas de los barones hacia Génova y el ascenso de los fontaneros en lugar de los jugadores de talento.
Las aguas en Andalucía, con un Juanma Moreno distanciado en la estrategia electoral de García Egea, bajan revueltas. Feijóo sigue aislado en la burbuja gallega; Murcia capital, perdida por falta de reflejos, y las portavocías de Cuca Gamarra y Almeida, entre el anodino y el gris. El líder popular tiene enfrente un Gobierno extremista y populista, pero ganar a Sánchez requiere algo más que afearle sus pactos con secesionistas, comunistas y herederos de ETA. Las encuestas están reflejando alarmantemente una pérdida de iniciativa del PP y de peso específico en su relato y estrategia de oposición. Casado no puede esperar al minuto 85 para hacer cambios en una alineación a la que el partido contra el ‘equipo Frankenstein’ le viene grande. El adelanto de las elecciones en Castilla y León es un serio riesgo que tomaron en Génova y ya les tiemblan las piernas. Pero al día siguiente, pase lo que pase, Casado tiene que renovar su equipo si quiere llegar con opciones a las generales.