Lamento tener que aclarar al camarada Bustos que todo esfuerzo es baldío. Había escrito él una meritoria columna sobre el asunto de la vivienda, explicando a los ignaros (y a las ignaras, claro) que nos gobiernan que el plan del Consejo de Ministros para movilizar 50.000 viviendas era un bonito oxímoron, porque una vivienda es un bien inmueble por definición. Pues nada, ayer comparecieron la flor de Abenójar que ejerce de portavoz del Gobierno y la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. Y las dos tiraron de metáfora para contar entusiasmadas que habían movilizado viviendas, 50.000, nada menos. Calviño lo dijo seis veces.
¿Es posible que ayer 23 hombres y mujeres reunidos en Moncloa discutieran la manera de movilizar lo inmueble, sin que nadie tirase del Diccionario de la RAE para aclarar el tema a sus congéneres? Empiezo a temerme que Pedro Sánchez no solo plagió su tesis doctoral, sino que hizo toda la carrera copiando, curso a curso. Yo era también de izquierdas cuando empecé Económicas. En primer curso aprendí que el mercado era el asignador de recursos más eficiente y eso dio comienzo a un aprendizaje que me ayudó a quitar las tonterías.
Si algo tiene de característico la izquierda es su irrenunciable voluntad de equivocarse y de no escarmentar en cabeza ajena. Las políticas del PP en materia de vivienda son políticas fracasadas, dijo con su desparpajo característico la ministra portavoz. En la intención de frenar la subida de los precios del alquiler, nos preceden con varios años las experiencias de París y Berlín, con efectos opuestos al perseguido. La oferta de inmuebles en alquiler ha disminuido, mientras la demanda y los precios han crecido y se ha abierto camino el mercado negro.
Hace dos años largos, el entonces ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, se comprometió a aumentar el número de viviendas con alquiler asequible hasta alcanzar un total de 100.000, de las cuales 44.000 serían públicas y las 56.000 restantes procederían de la colaboración público-privada. De las 100.000 viviendas, como del pobre Fernández, nunca más se supo. En septiembre de 2022, Unidas Podemos registró en el Congreso una proposición no de ley pidiendo la cesión de inmuebles y suelo de la Sareb a ayuntamientos y comunidades autónomas. La iniciativa contó con el apoyo de ERC y EH Bildu, pero fue rechazada por los votos del PSOE junto a los del PP, Ciudadanos y Vox. Es otro punto fuerte de Pedro Sánchez: sacar pecho y hacer campaña con propuestas ajenas que antes había rechazado.
De las 50.000 viviendas que ha prometido movilizar el ocurrente, los aspirantes a inquilinos no van a poder acceder a ninguna antes de las elecciones del 28-M cuya proximidad ha sido el acicate principal del Gobierno para hacer este sorprendente anuncio. La razón para el rechazo hace seis meses era precisamente que la Sareb no disponía de los inmuebles necesarios para atender el problema. Hay en la actualidad solo 9.000 viviendas disponibles, 14.000 okupadas y 15.000 en estado de proyecto o de solar. Hay otras 20.000 fuera de las zonas en las que presiona la demanda, pero todo es cosa de que Sánchez las mueva hasta el centro de las ciudades que es donde le gusta vivir a la peña.