Mucha alforja, corto viaje

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

El Gobierno se ha esforzado mucho para entretenernos a lo largo de la semana. No sólo con el desordenado espectáculo de la reforma laboral, también ha tenido su protagonismo el tema de las pensiones. Aquí se le han ocurrido dos ‘grandes y originales’ ideas, tras miles de interminables reuniones del Pacto de Toledo y tras la realización de decenas de sesudos estudios dedicados todos a solucionar el problema de la sostenibilidad de un sistema que hace aguas por el agujero de un déficit abultado y creciente.

Le cuento. Desde luego, nada de apretar por la vía del gasto, que eso molesta a nueve millones de pensionistas que ya están suficientemente enfadados como muestran cada lunes en las calles. Menos ahora, que las encuestas le van mal y apuntan a una pérdida relevante de votos. Así que nos queda la vía del ingreso. Primero ha aumentado el caudal de la tubería que une el sistema con los presupuestos para poder bombear más dinero. Y segundo, propone una elevación general de las cotizaciones tras haber subido ya la correspondiente a los salarios más altos. ¿Hace falta para eso tanta reunión y tanto estudio? Lo podrían haber preguntado en la calle a cualquiera al principio de todo. Se hubiesen ahorrado mucho trabajo.

La propuesta, consistente en subir 0,5 puntos las cotizaciones, es decepcionante por lesiva, además de manifiestamente insuficiente para reparar la avería. El plan del ministro Escrivá -mira que este hombre se ha quedado lejos de las expectativas que generó su nombramiento-, sólo cubrirá una parte mínima del déficit que se producirá en la década dura de las pensiones, cuando se incorporen a ellas las abigarradas generaciones del famoso ‘baby boom’ que tanto miedo dan, porque además de ser numerosas van a ser más longevas. Los cálculos de la AIReF apuntan a que tensionarán las cuentas en 60.000 millones. Y es lesiva porque castiga al empleo y no veo la manera de animar su creación por la vía de su encarecimiento.

También es lesivo para nuestra competitividad exterior. Más de una vez le he contado como funciona el mecanismo del ajuste fiscal en frontera. Se lo repito por si se le ha olvidado que para eso estamos. Desde que se implantó el IVA, todos los productos y servicios que exportamos salen limpios de este impuesto. La exportación no está sujeta y se recupera lo pagado a lo largo de su fabricación deduciéndolo de las ventas en el interior o mediante devoluciones de Hacienda si no llega. Por el contrario, las importaciones sí soportan IVA.

Como las cotizaciones sociales no entran en el juego, van incluidas en los precios de los productos exportados encareciéndolos. De tal manera que aquellos países que financian sus presupuestos con una mayor aportación del IVA y menor de las cotizaciones mejoran su competitividad mientras que nosotros la empeoramos. Parece evidente que en estos tiempos de recuperación no es una idea inteligente esta de penalizar nuestras ventas exteriores. Mucha alforja para tan corto viaje.