ABC – 27/11/16
· El líder de la revolución y de la más larga dictadura del siglo XX ha fallecido a los 90 años en La Habana.
· Se sirvió del marxismo para imponer un régimen totalitario que llevó a Cuba al borde del colapso económico.
Era medianoche en La Habana cuando un atribulado Raúl Castro, vestido de verde oliva, anunciaba a los cubanos por televisión la muerte de su hermano mayor y comandante en jefe de la revolución cubana. Muchos ciudadanos en la isla se fueron a dormir sin saber que Fidel Castro, de 90 años y artífice de la única dictadura comunista de Occidente, murió el viernes a las 22:29 hora local (04:29 hora peninsular española), en La Habana. Por el momento se desconoce la causa exacta del óbito y si fue en su casa o en el hospital.
En Miami, la euforia por la noticia se mezclaba entre los exiliados con la tristeza por no vislumbrar cambios en la isla a corto plazo. Partidarios y detractores del castrismo se enfrentaron durante una concentración ayer ante la embajada de Cuba en Madrid. La calma y la actividad propia de los fines de semana, con numerosos cubanos de charla en el Malecón habanero, eran la nota dominante en la capital cubana horas después del histórico y no inesperado anuncio de la muerte de Fidel Castro.
El gran exportador de revoluciones estaba muy débil desde que una grave enfermedad intestinal lo apartó del poder en julio de 2006 y tuvo que sucederle su hermano menor y número dos en todas sus aventuras, que hoy tiene 85 años. Las últimas imágenes del dictador eran del pasado día 15, cuando recibió en su residencia de Punto Cero al presidente de Vietnam, Tran Dai Quang. Y la última vez que apareció en un acto público fue el 13 de agosto, día de su cumpleaños, en un acto en un teatro de La Habana. En los últimos años, Fidel Castro se había convertido en objeto de una suerte de «turismo político»: recibía numerosas visitas de líderes internacionales, en las que se le veía encorvado y con dificultades de movilidad.
El régimen cubano ha decretado nueve días de luto oficial. Las cenizas de Castro recorrerán la isla para que quien lo desee –o se sienta obligado– le rinda tributo, hasta que sean enterradas el próximo 4 de diciembre en el cementerio de santa Ifigenia de Santiago de Cuba, cuna de la revolución. Castro, convertido en cenizas, recorrerá el mismo camino, pero a la inversa, que hizo entre Santiago y La Habana cuando derrocó al dictador Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959.
Disidencia
La oposición teme un aumento de la represión y lamenta no ver cambios cercanos. Guillermo Fariñas, premio Sajarov, advirtió que «habrá más represión, varios hermanos de lucha tienen sus casas vigiladas, no los dejan salir». Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, declaró que «aquí no cambia nada. La única buena noticia es que tenemos un dictador menos, pero aún nos queda otro». Para José Daniel Ferrer, dirigente de la Unión Patriótica de Cuba, su muerte significa «poco» porque los ciudadanos ya se habían acostumbrado a su ausencia. Sin embargo, al tratarse del «símbolo principal del régimen», su desaparición puede ser interpretada como ocasión para «hacer más reclamaciones».
El fallecimiento de Fidel Castro ocurrió casi dos años después de que su sucesor y Barack Obama anunciaran por sorpresa el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos para acabar con el último vestigio de la Guerra Fría.
El líder castrista reaccionó al histórico anuncio con un «no confío en la política de Washington pero no rechazo el acercamiento» al eterno enemigo. La primera reacción del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, fue declarar a Fidel Castro un «brutal dictador» que «oprimió a su propio pueblo» y dejó «un legado de fusilamientos, robo, sufrimiento inimaginable y pobreza». Trump, que ha amenazado con revertir la apertura hacia la isla de Obama, se comprometió a hacer «todo lo posible para asegurar que el pueblo cubano pueda iniciar finalmente su camino hacia la libertad».
En el lado opuesto, Venezuela, principal aliado de Cuba en el continente, recibió con «tristeza» el fallecimiento del expresidente, a quien Nicolás Maduro describió como un «hombre admirable del siglo XX que ha marcado el siglo XXI». Maduro, que dijo que los chavistas «nos sentimos sus hijos», unió la figura de Fidel Castro a la de Hugo Chávez: juntos «construyeron» la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Petrocaribe y «dejaron abonado el camino de la liberación» de sus pueblos.
El régimen totalitario cubano solo es superado en el tiempo por el de los Kim en Corea del Norte. Anclado en la recurrente rivalidad con EE.UU., después de ver desfilar a once inquilinos en la Casa Blanca, Castro dejó a la que fue una isla próspera al borde del colapso económico. Tanto, que cerca de dos millones de cubanos –en un país de once millones– abandonaron el país durante casi estos 58 años, paradójicamente hacia Estados Unidos.
ABC – 27/11/16