GAIZKA FERNÁNDEZ SOLDEVILLA.EL CORREO

  • La izquierda abertzale puede ayudar a resolver asesinatos como el del excampeón de España de ciclocross Francisco Expósito, perpetrado por ETA en 1975

El 15 de abril de 1951 se disputó en San Sebastián el campeonato de España de ciclocross. Según publicó EL CORREO, «el recorrido elegido [era] muy espectacular, pero muy duro». La prueba empezó a las 10.30 horas. Se atacó «fuerte desde el principio», situándose en cabeza Félix Vidaurreta. Después de la primera vuelta se produjeron varias caídas, teniendo que abandonar Julián Aguirrezábal. Pedro Machain adelantó al pelotón, pero pronto fue alcanzado por Francisco Expósito, Francisco Michelena y Ángel Bruna, que se colocó en primer lugar. «Por fin», relataba la crónica, «Expósito consigue dejar a sus acompañantes al paso por el alto de Grabadores, llegando destacado a la meta». Su tiempo: 53 minutos y 59 segundos. Francisco Expósito Camio había hecho «una estupenda actuación». Se trataba de un «verdadero premio a la constancia y al entusiasmo».

Aquel campeonato, «que tanto le había ilusionado», era la culminación de un palmarés jalonado por un total de catorce victorias, además de tres subcampeonatos (1942, 1948 y 1950) y un primer puesto en la (anulada) edición de 1949. Ya fuera en un equipo (Fortuna y Michelin) o como corredor independiente, Expósito fue un notable ciclista profesional hasta que dejó la bicicleta en 1953. Tras su retirada, trabajó como taxista en su localidad natal, Usúrbil.

El 31 de julio de 1975 por la mañana Expósito estaba esperando nuevos clientes dentro de su ‘Seat 132’, aparcado en la parada de taxis. Alrededor de las 12.30 horas tres jóvenes se acercaron al vehículo y lo ametrallaron. Fue una carnicería. De acuerdo con el informe forense, la víctima sufrió diecisiete heridas de bala.

Su esposa, Victoria Salaverria, escuchó los tiros desde el domicilio familiar. Desde el balcón observó cómo los terroristas huían en un coche que les estaba esperando. También «vio que los cristales del taxi de su marido estaban rotos», explicaban las informaciones al respecto, así que «bajó rápidamente». En el automóvil «se encontraba recostado y completamente ensangrentado su esposo». La mujer comprobó que «todavía se encontraba con vida», pero «tras dar dos o tres boqueadas (…) quedó inerte y muerto». Tenían cuatro hijas. Además de las autoridades provinciales, al funeral de Expósito acudieron compañeros de trabajo de toda Gipuzkoa.

Excepto la viuda y el conductor del taxi estacionado detrás del de la víctima, un burgalés de 32 años, ningún vecino se atrevió a testificar. Según las diligencias de la Guardia Civil, sus «gestiones (…) resultaron negativas al negar todos los interrogados el haber presenciado los hechos». Debido a la violencia y a las amenazas a cualquiera que colaborase con las Fuerzas de Orden Público, ETA había logrado imponer la omertà. Como indica Florencio Domínguez, esa es una de las razones por las que todavía hay más de 300 casos sin resolver.

Precisamente la organización justificó el atentado acusando a Expósito de ser «antivasquista» y, sobre todo, «chivato». Iniciada ocho días antes con el asesinato del conductor de autobús Carlos Arguimberri, ETA anunció su «firme propósito de continuar esta campaña de acción hasta lograr la eliminación total de aquellas personas que se obstinen en seguir informando a las fuerzas represivas». En la primera operación contra los supuestos «chivatos» (1975-1977), la banda puso en la diana a autóctonos euskaldunes de ideas derechistas -franquistas, carlistas, monárquicos, etc.- que podían disputarle el exclusivismo simbólico de lo vasco. En la segunda, a inmigrantes procedentes del resto de España. El balance final arroja un saldo de 171 atentados y 117 víctimas mortales.

Una de las armas del crimen fue usada al mes siguiente en el asesinato del guardia jurado Demetrio Lesmes Martín, pero la investigación se estancó. No se detuvo a nadie. En febrero de 1977, al no haberse «podido determinar la identidad del autor o autores del hecho», el sumario sobre Francisco Expósito fue sobreseído provisionalmente. La Ley de Amnistía de 1977 borró la responsabilidad penal del delito.

Los líderes de la izquierda abertzale han declarado que es viable aliviar el «daño causado» por ETA desde «el respeto, la consideración y la memoria». «Nos comprometemos a tratar de mitigarlo en la medida de nuestras posibilidades. Siempre nos encontrarán dispuestos a ello». Demuéstrenlo. Es hora de pasar de las palabras a los hechos. Revelen dónde están los cuerpos de los desaparecidos. Ayuden a esclarecer las circunstancias de los asesinatos que, como el de aquel ciclista usurbildarra, quedan por resolver: sus familias y el resto de la ciudadanía tenemos derecho a saber la verdad. Y acaben con los actos de homenaje a los terroristas que perpetraron los atentados. Si quieren que les creamos, ese sería un buen comienzo.