Munilla anima a las víctimas a rezar por la conversión de sus «verdugos»

DIARIO VASCO, 16/4/12

El obispo de San Sebastián celebra una eucaristía por los afectados por el terrorismo. El prelado apela a la misericordia para «curar las heridas» provocadas por la violencia en Euskadi

«Formar una sola familia en la paz». El mensaje de reconciliación que la Iglesia vasca está lanzando como aportación al nuevo tiempo abierto en Euskadi volvió a escucharse ayer en la catedral del Buen Pastor. El obispo José Ignacio Munilla presidió una eucaristía en memoria de las víctimas del terrorismo, la primera en más de una década, donde apeló a la misericordia y animó a los afectados a rezar por la conversión de sus «verdugos».

LAS FRASES
JOSÉ IGNACIO MUNILLA OBISPO DE SAN SEBASTIÁN
«Las heridas de la violencia terrorista solo pueden ser sanadas por el bálsamo de la misericordia»
«Nadie ha de ser ajeno a la invitación a nacer de nuevo: ni los más criminales, ni el obispo, ni ninguno de los presentes»
«Sería especialmente triste que las heridas nos arrebatasen la experiencia del amor de Dios y de los demás»
«La misericordia se recibe al tiempo que se da»

El oficio religioso forma parte de las iniciativas que la diócesis guipuzcoana, junto a la vizcaína y la alavesa, están promoviendo este 2012 para colaborar en la normalización y asentamiento definitivo de la paz en Euskadi. En esta ocasión, fue Donostia quien acogió la misa por el «eterno descanso» de los fallecidos por la acción terrorista y el «consuelo de sus familiares», a quien Munilla se dirigió especialmente. «Las heridas de la violencia terrorista solo pueden ser sanadas por el bálsamo de la misericordia», les trasladó el prelado. Y ésta «se recibe al mismo tiempo que se da», recordó.

Este último matiz, sobre la necesidad de ser «sanadores del prójimo» para «sanar nuestras heridas», fue remarcado en varias ocasiones durante la homilía que el obispo pronunció en la eucaristía celebrada a mediodía. «Me atrevo a proponeros que oréis por la conversión de quienes fueron vuestros verdugos», trasladó Munilla a los familiares presentes en el templo, al que asistieron además de varias víctimas de la violencia, algún representante político, los más destacados, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, el juntero del PSE Julio Astudillo o el concejal donostiarra del PP José Luis Arrúe. El obispo consideró que esa oración por quienes ejercieron la violencia será «heroica y eficaz» y contribuirá a curar «vuestras heridas». «Nuestra fe en la misericordia de Dios nos lleva a cultivar la confianza en el hombre y en su capacidad de regeneración», dijo.

Munilla apeló, coincidiendo con el II Domingo de la Divina Misericordia, a esta virtud para «nacer de nuevo» pese al sufrimiento padecido, y «la pérdida de confianza en el prójimo y en la esperanza de un futuro mejor» que, según reconoció, el dolor dejado por la violencia provoca. «Sería especialmente triste que las heridas padecidas nos arrebatasen la experiencia del amor de Dios y del amor de los demás», advirtió el obispo. En este sentido, alertó ante dos «efectos» que, a su entender, «el misterio del mal» puede producir en quienes lo padecen. Uno, el mero sufrimiento; y otro, «más grave», que la víctima «llegue a contaminarse moral o espiritualmente con el mal injustamente padecido».

El obispo instó por eso a «abrirnos a la misericordia», a «dejarnos amar por Dios así como por los seres queridos», algo -añadió- que no es tan obvio como parece, ya que los «traumas» que aquejan a los afectados por la violencia dificultan su «confianza en las personas de su entorno, e incluso en el ser humano». «Para poder acoger la misericordia es preciso practicarla con los que la necesitan tanto o más que nosotros», insistió Munilla, en la línea de esa reciprocidad a la que apela para profundizar en la reconciliación en la sociedad vasca.

«Es difícil creer en la vida cuando le rodea la muerte», señaló durante la eucaristía, pero confió en que igual que «la Semana Santa ha culminado con la victoria de Cristo sobre la muerte», también en el caso vasco se produzca la «victoria del amor sobre el odio y el rencor».

En su recuerdo a los que «el terrorismo, alimentado por la ceguera social, negó el derecho a la vida», Munilla trasladó la esperanza de dejar atrás ese tiempo. Pero desde la convicción de que las víctimas deben ser «protagonistas» de la construcción del nuevo.

DIARIO VASCO, 16/4/12