HERMANN TERTSCH, ABC – 21/11/14
· Margallo se va ahora a honrar al régimen. En vez de encabezar iniciativas para frenar las ofensivas subversivas dirigidas por Cuba.
Nuestro ministro de Exteriores, José Manuel Margallo, se va a Cuba feliz porque las cosas han cambiado mucho por allí. Dice que España debe estar más presente en la isla para jugar un gran papel en estos nuevos tiempos. Eso de los «tiempos nuevos» en Cuba les hace gracia a los cubanos que llevan 58 años bajo un régimen criminal que no les deja ni salir ni vivir en dignidad. Tiempos nuevos llevan viviendo los cubanos desde hace once lustros. Porque cambian los nombres de los presos y de los ahogados en la huida.
Tiempos nuevos por las reformas que siempre son las mismas. Tiempos nuevos porque los CDR (comités de defensa de la revolución) aterrorizan con nuevas caras. De eso no habla Margallo. España está ya muy presente en la isla porque son mil los negocios que españoles mantienen allí en trato con la dictadura y en maltrato a los cubanos. Demasiado presente. Como son españoles, también demasiados, los que han comprado propiedades a la dictadura. Que se merecen lo que les sucederá cuando este régimen acabe en el basurero de la historia. Que los legítimos dueños les quiten lo que compraron al usurpador. Hace el ministro una larga relación de las razones de su visita. Un viaje con propósito noble a un destino decente no requiere tanta explicación.
Alega Margallo que la influencia de Cuba ha crecido tanto en Latinoamérica en estos pasados años que convierten a la isla comunista, pese a su permanente estado de indigencia, represión y miseria, en un interlocutor prestigioso e imprescindible. Por esas razones deberíamos estar pidiendo audiencia en la ciudad siria de Raqqa para estrechar nuestros lazos con el nuevo califa del Estado Islámico. Sus éxitos superan al menos en espectacularidad criminal a la ofensiva liberticida del régimen cubano en el subcontinente latinoamericano.
Aunque sea cierto que la indolencia de las democracias ha permitido a la peste del «Socialismo del Siglo XXI» sembrar miedo, aplastar oposiciones liberales y prensa libre y aumentar su control en la región. La silenciosa invasión cubana en Venezuela ha logrado que la jaula del chavismo se cierre, que líderes de la oposición se pudran en las mazmorras como en la isla. Y que la coordinación del narcotráfico y el terrorismo en las FARC y el régimen de Caracas funcione bajo control cubano. Hay otro éxito cubano significativo, tampoco honorable.
Gracias al Gobierno colombiano del presidente Santos, el narcoterrorismo de las FARC negocia ya en régimen de igualdad con el Estado democrático colombiano estructuras y política de Colombia. Se hace, por supuesto, de La Habana, donde no solo los puteros, los hosteleros y los oportunistas españoles sino también los terroristas de todo el mundo tienen siempre un hogar, un enlace de apoyo, un mojito y una jinetera, si placen.
La obsequiosidad del Gobierno Rajoy con La Habana ya nos llevó a cotas ignotas de indignidad con el caso Ángel Carromero. Cuando España aceptó la versión del régimen comunista en la muerte de un español Oswaldo Payá que culpaban a otro español de una muerte provocada con práctica seguridad por la policía política. Margallo se va ahora a honrar al régimen. En vez de encabezar iniciativas para frenar las ofensivas subversivas dirigidas por Cuba y la alarmante penetración islamista, con la Venezuela cubana de cabeza de puente en todo el subcontinente. El régimen hispanohablante más fracasado y canalla, cómplice de todos los enemigos de Occidente, vuelve a ser agasajado por el Gobierno de España.
Cuba lo sabrá aprovechar. Para España solo confirma que, tras la infecta catadura del zapaterismo, sus sucesores en el Gobierno no tienen el mínimo músculo moral para paliar nuestras propias miserias y desdichas. Ni dentro ni fuera de nuestras fronteras.
HERMANN TERTSCH, ABC – 21/11/14