Santiago González, EL MUNDO, 27/4/12
El Gobierno tiene un plan en materia penitenciaria. «Nada hay más práctico que una buena teoría», dijo lord John Maynard Keynes, primer barón de Tilton, o sea que mucho más práctico tendrá que ser forzosamente un plan, con su teoría, su definición de objetivos, sus instrumentos y sus plazos.
Lenin definió la N. E. P. (Nueva Economía Política) tras el fracaso de los planes quinquenales. Interior ha diseñado la N. P. P. (Nueva Política Penitenciaria) a partir del fracaso de la vía Nanclares desde que ETA anunció su «abandono definitivo» de las armas. Definitivo es, para los fans, sinónimo de reversible. Ayer me crucé por la calle con Atutxa y su ángel de la guarda, porque no ha renunciado a la escolta. Currin sostiene al mismo tiempo que es definitivo, que hay que afianzarlo y que el Gobierno lo pone en peligro porque no da los pasos necesarios, «no mueve ficha», por decirlo con uno de esos tópicos, tan cerca de la panacea, tan lejos del pensamiento.
Así que el Gobierno ha movido ficha y hacreado la N.P.P. En realidad, no se distingue tanto de la vieja, si atendemos al ministro Fernández. El plan exige dejar atrás el terrorismo de forma «clara, solemne y pública». Y ya con eso se accede a un cursillo de Educación para la Ciudadanía orientado a presos. Como los cursillos se impartirán en cárceles vascas, el acercamiento viene de serie. No hará falta pedir perdón a las víctimas. En rigor, antes tampoco. El perdón no era más que un formulario que Interior daba a firmar al recluso, no una carta de éste a sus víctimas para que se lo negaran, que eso siempre desahoga. Ésta era la condición necesaria, pero no suficiente, para llegar a los beneficios penitenciarios.
Como teníamos un problema con los terroristas vascos presos, hemos extendido el plan a los islamistas y los grapos en la teoría del café para todos, que dio como fruto hace tres décadas la España de las Autonomías, o en la práctica del Cebralín, ese ingenio para extender la mancha de una gota de salsa a toda la corbata.
Valenciano, la asistenta intelectual de Rubalcaba, ha valorado el gesto del Gobierno, lo que debería llevar a éste a la desconfianza: «Puede hacer daño al núcleo más duro de ETA». ¿No había que evitar sus escisiones para impedir rebrotes terroristas? Hasta ahora el único daño causado ha sido el malestar entre las víctimas.
No creo que tengan razón quienes adivinan una amnistía en la N. P. P. El cambio no es muy relevante en el terreno de los hechos, pero sí en el de las intenciones. Por eso fracasará, igual que lo hizo la vía Nanclares: no da satisfacción a los terroristas, ni mejora sus expectativas del 20-O. ¿Quién querría ser un arrepentido individual si pueden ser héroes colectivos el día que lleguen a sus pueblos? Pero les transmite la imagen de un Gobierno sensible a las presiones y que está dispuesto a moverse. Por eso mismo decidirán esperar a que se mueva más; es pura lógica.
Santiago González, EL MUNDO, 27/4/12