Juan Carlos Viloria-El Correo

En términos generales, la sociología electoral sostiene que la mayoría vota con la mano en el corazón, o con la mano en la cartera. A tiro de piedra del día 12 es obvio que el nacionalismo vasco en sus dos versiones, PNV y Bildu, ha detectado que la segunda opción es la que va a determinar el reparto de fuerzas en el Parlamento vasco. Hay un empobrecimiento real y un empobrecimiento sicológico que no permite jugar a ensoñaciones independentistas. Euskadi ahora depende más que nunca «del Estado». Del flujo de las ayudas a autónomos, parados, industrias, turismo. Como el resto de las comunidades, está pendiente de los fondos que la Unión Europea destine a España para amortiguar, en lo posible, ese derrumbe histórico del PIB que afecta al País Vasco tanto o más que al resto de las autonomías. El último dato demoledor es que Euskadi ha sido el segundo territorio donde más ha aumentado el paro. En esas condiciones, los mensajes dominantes del nacionalismo no apuntan ni a la independencia, ni a la secesión, ni al referéndum de autodeterminación, ni a la bota de Madrid. El PNV se apunta a un genérico «Euskadi zutik» (Euskadi adelante); y Bildu apuesta por el escueto «Maddalen lehendakari». No hay más que echar un vistazo al estudio sociológico que publica este periódico para comprobar que la realidad social vasca no piensa en clave nacionalista. Solo el 2% de los encuestados consideran que la autodeterminación es uno de los problemas principales de Euskadi. ¡El 2%!

Así que el nacionalismo vasco, contrariamente a sus discursos habituales, lo que hace es mirar a Madrid. La pugna no es cuál de los dos promete más rápido la secesión del Estado, sino cuál de los dos tiene más influencia y mejores relaciones con la Administración central. Bildu ha dado un giro estratégico aprendiendo de sus mayores y se dedica al trueque con el PSOE. O a salvar de la reprobación política al ministro del Interior.…

Pero como en política es preciso siempre encontrar un enemigo, Otegi ha señalado al propio PNV, a Cayetana Álvarez de Toledo y a Santiago Abascal. Así ya está cubierto el elemento emocional. Si no quiere votar por nosotros, por lo menos vote contra estos. Contra el PNV porque le persigue la sombra del clientelismo con las oposiciones trucadas de Osakidetza y el desastre de la gestión del vertedero y los enterrados en vida. Y contra Cayetana y Abascal porque es un resorte que ya está muy engrasado. El pulso PNV-Bildu es mostrar quién es capaz de sacar más rentabilidad del Estado, del sistema. Pero para eso hay que estar dentro del Estado y dentro del sistema. Quién te ha visto y quién te ve.