LUIS VENTOSO, ABC – 27/09/14
· Todo es mezquino y triste en él y en su invento.
La gente común está harta, saturada. Ha contraído tantos méritos para hacerse aborrecible que hoy se puede decir la verdad sin envolverla en el celofán del eufemismo: las personas normales no pueden con él, mueven el dial en cuanto oyen su voz redicha –está estudiado por alguna cadena– y pasan la página del periódico si ven su foto. No soportan tanta soberbia, ese soniquete petulante de superioridad, en el fondo tan provinciano y xenófobo. No aguantan el desprecio perdonavidas con que insulta a sus compatriotas de más de seis siglos. Ni su porte a lo vendedor de Saldos Arias con ínfulas de estadista. Ni las mentiras y medias verdades que jalonan su cansino discurso, utópico y mendaz. Ni su arrogante burla de las leyes que nos obligan a todos, que debería ser a estas horas asunto penal si viviésemos en una democracia más sólida y menos acomplejada. Ni el disparate económico que supone su fantasía, que nunca triunfará, porque se apellida atraso, como bien se ha visto en Escocia.
Tampoco es ejemplar su lamentable gestión del día a día, que ha obligado a una comunidad que nos dio lecciones en casi todo a sobrevivir con la respiración asistida del Estado. Ni su cuestionable papel en la máquina de robar montada alrededor de CiU, donde copó los más altos cargos y fue delfín del patriarca santurrón que inoculó la mugre de la corrupción y el virus del independentismo.
El hartazgo no es exclusivo del resto de España. También ha saturado a una mayoría silenciosa de catalanes, que están soportando un proyecto totalitario de propaganda propio de los años más oscuros del siglo XX europeo.
Personalmente, como español, me molesta que intente dañar con saña a un país que pese a todos sus problemas ha escrito una excelente historia de superación (y en la medida de mis microscópicas e irrelevantes fuerzas batallaré para que fracase). Como amigo y admirador de Cataluña y los catalanes –y como niño del Barça que fui, alucinando con Cruyff y el Cholo Sotil– me apena que haya destrozado la buena imagen catalana y que empañe el futuro de sus vecinos con su fanatismo y mala cabeza.
Como gallego, me gustaría que hubiese tenido alguna vez la honradez intelectual de reconocer que el despegue económico de Cataluña llegó tras las ventajas arancelarias fijadas en Madrid, que les otorgaron el monopolio del textil, la mayor y casi única industria de la época; una decisión que hizo rica a su comunidad a costa de hundir a otras, como la mía, que lo pagó con un éxodo terrible por todo el planeta y engrosando la mano de obra barata en Barcelona. Me encorajina, y me pasma, la cicatería inaudita de CiU, haciendo lobby contra el AVE a Galicia, cuando ellos lo disfrutan desde 2008. Como europeo que disfruta del privilegio de vivir una temporada en Londres, me abochorna su proyecto minifundista, tan a contrapelo de la lógica global.
Todo es mezquino y triste en él y su invento. Por eso cuando hoy firme su consulta como quien ha derribado las columnas del templo, cuando nos desafíe con sus baladronadas, su tupé de laca y su bosque de cámaras de TV3, yo solo veré a un hombre desvalido, que ha perdido el norte y tiene un único horizonte: la derrota.
LUIS VENTOSO, ABC – 27/09/14