EL MUNDO 19/05/16
VICTORIA PREGO
Hay acuerdo entre los expertos: no se van a producir grandes cambios en el reparto de votos, pero la variación de escaños que resulte de los comicios podría dar un vuelco al panorama en lo que se refiere a la formación de Gobierno, que es de lo que se trata aquí.
Esa incógnita deja a los partidos en una situación de inseguridad aún mayor que la que padecieron durante la campaña electoral del 20-D. Parece que los más seguros en su apuesta son ahora mismo los que han formado la coalición entre IU y Podemos, porque ambos van a sacar provecho del pacto firmado.
El problema lo tienen los otros tres. C’s porque no sabe ahora mismo si el pacto firmado con el PSOE en febrero le va a privar de la confianza de los antiguos votantes del PP que se pasaron a sus filas pensando que el nuevo partido haría de reconstituyente del Partido Popular y lo limpiaría de excrecencias. Porque es por ese flanco por el que este partido podrá perder sus apoyos. ¿Van a ser capaces los de Albert Rivera de recuperar la centralidad política a ojos de esos votantes? Eso es algo que sólo podrá decidir la campaña con la que los del partido naranja salgan a pelear ahora.
El PP, solo como está en el paisaje parlamentario, tiene que poner sus esperanzas en que el posible éxito electoral de Unidos Podemos saque de su indolencia a su votante tradicional y lo lleve a la urna como un movimiento de defensa «a lo que podría venir». Pero este partido acude a las elecciones sacudido por múltiples acusaciones de corrupción y otras tantas de inacción política ante temas capitales que amenazan a la sociedad española. Por eso está prendido de una campaña en la que ha de acertar bien en los mensajes y en el adversario porque se juega, no la primogenitura electoral, que ésa la tiene asegurada, sino el derecho fuera de toda discusión a formar gobierno y a forzar a otros partidos a reconocerlo y a aceptar un pacto con él.