Jesús Cuadrado-Vozpópuli
Es imprescindible pasar a “mentalidad de guerra”, y no por voluntad propia
En la política internacional, Sánchez cuenta menos que nada. No hay charlatanería antiimperialista capaz de ocultar el bochorno de Margarita Robles en la reunión de los 32 ministros de Defensa de la OTAN de la pasada semana en Bruselas. “Regrese a casa con un sentido de urgencia mayor”, le replicaron a la propuesta del gobierno español de alcanzar el 2% de gasto militar ¡en 2029!
La ministra mantuvo cabeza gacha en Bruselas y se desahogó con bravuconadas en Madrid. Le dijeron sus colegas que se tomara en serio las agresiones bélicas de hoy contra la Unión Europea y, terminado el encuentro, declaró desde el ministerio, a cubierto, que el gasto en defensa no es solo gasto armamentista, es también “defender valores y una sociedad justa”. Disculpas de mal pagador que solo provocarán mayor indignación de los aliados.
No es la primera ocasión en la que le exigen al Gobierno la contribución que le corresponde para el aumento urgente de la capacidad de disuasión frente a amenazas activas desde Rusia. Con poco éxito, si se comprueba la decisión de Sánchez de incumplir los acuerdos pactados en las cumbres de la OTAN. “No comparto una deriva militarista que nos aboque a una nueva carrera armamentista”, ha respondido. ¿Desarmar a Ucrania, Israel, Polonia, Lituania…? A nadie debería extrañar que le felicitase Hamas.
Solo puede seguir en Moncloa si se somete a comunistas e independentistas, como todo el mundo sabe. Unos están en el Consejo de Ministros sin dejar de ser anti-OTAN y anti-USA por definición, sin remedio
“Sin armas no hay guerra”, ha sentenciado el doctor. Es decir, no habría ninguna necesidad de aumentar el gasto. El problema -el de los españoles, no el suyo- es que la defensa colectiva es muy útil, pero se paga a escote. Que el Gobierno español se niegue a cumplir sus obligaciones comprometidas con los aliados es lo mismo que si un vecino de una comunidad se niega a pagar la cuota de calefacción: el resto paga por él. ¿Qué pensarán los alemanes, que han tenido que multiplicar su gasto por dos en cinco años, al oír estas necedades?
El problema de nuestro pacifista de ocasión es que no podrá cumplir. Solo puede seguir en Moncloa si se somete a comunistas e independentistas, como todo el mundo sabe. Unos están en el Consejo de Ministros sin dejar de ser anti-OTAN y anti-USA por definición, sin remedio. Los otros apoyarán a Sánchez a cambio de ir vaciando la caja común del Estado de la que tendría que salir ese aumento presupuestario desde el 1% actual al 3% del PIB -¡de 15.000 millones de euros a 45.000 por año!-. Todos los líderes europeos reunidos en París lo saben.
Sánchez no tiene autoridad para comprometer nada con los aliados. Cuando Trump ha decidido debilitar -o romper- el vínculo transatlántico que hasta ahora ha sido la base de la seguridad colectiva de los europeos, seguir con esas sandeces hace más irrelevante aún al Gobierno de España. Es un hecho que el pacto previo del presidente estadounidense con Putin multiplica las amenazas. Si la debilidad ante la anexión de Crimea en 2014 llevó a la invasión de Ucrania en 2022, el acuerdo en Arabia Saudí al margen de Europa animará a nuevas agresiones rusas.
Rusia está siguiendo una estrategia precisa contra los países europeos, que ahora Trump apoya: negociación directa con EEUU, marginando a la UE; división de la OTAN y prohibición de su ampliación
La multiplicación del gasto europeo en defensa es inevitable y urgente, y debe ser explicado a la opinión pública española. Los españoles tienen derecho a saber que, como han señalado los aliados de España, es imprescindible pasar a “mentalidad de guerra”, y no por voluntad propia. Rusia está siguiendo una estrategia precisa contra los países europeos, que ahora Trump apoya: negociación directa con EEUU, marginando a la UE; división de la OTAN y prohibición de su ampliación; aval para sus planes de “conflictos enquistados” en sus fronteras, seguidos de anexiones. Póngase ahí el discurso sanchista contra el “armamentismo”.
La UE necesita con urgencia cambios radicales, pero la renacionalización que proponen Orban, Salvini, o Abascal podrá convenir a Trump y Putin, no a Europa. No son 27 sistemas diferentes de defensa lo que necesita la seguridad europea. Conviene tener en cuenta que la mitad de los estadounidenses no apoya las posiciones trumpistas sobre destrucción del vínculo transatlántico, como reflejan los sucesivos estudios Tendencias Transatlánticas. La UE debe dirigirse a la opinión pública de EEUU, que no es mayoritariamente antieuropea.
Este lunes, en Arabia Saudí, los enviados de Trump y Putin se han concertado contra Europa. La imprescindible autonomía estratégica de la UE es imposible sin un aumento sustancial de sus capacidades militares. En este contexto, a nadie habrá sorprendido que Sánchez fuera el convidado de piedra en París.