Miquel Escudero-El Imparcial
Comento con mis alumnos la necesidad que tenemos de cine, el cine que transmite autenticidad, belleza, arte, sensibilidad, humor, ironía, un cine que nos ayuda a vivir con imaginación y que nos educa en sentimientos y emociones. Da pena y rabia que sea un arte tan desaprovechado por la mayoría. Les hablo también del pirateo, tan celebrado por muchos descerebrados que viven de espaldas a la más elemental solidaridad con los trabajadores; así se desarma una sociedad democrática. El cine es también una industria y en España, en contra de lo que muchos creen neciamente, no menos del 80 por ciento de quienes trabajan en ella apenas cobran los mil euros al mes.
Hablemos de gente del cine que, aunque pudiera cobrar más de esa cantidad, no posan ante los focos. Por ejemplo, de Juan Cobos: un personaje sabio y entrañable del mundo del cine que, al cumplir los 90 años de edad, ha recibido un homenaje merecidísimo. Se ha publicado el libro Los grandes maestros del cine, que contiene una selección de sus escritos y entrevistas cinematográficas, así como las opiniones que su figura mereció a famosos directores. Cobos ha sido fundador de importantes revistas, entre ellas Film Ideal y Nickel Odeon, miembro del Jurado de la Crítica en distintos festivales, conferenciante y autor de libros de cine y guionista. Fue ayudante de dirección de Max Ophüls y de Jesús Franco, así como amigo y estrecho colaborador de Orson Welles en Campanadas a medianoche, Don Quijote y Una historia inmortal. Ha destacado también por cualidades no demasiados frecuentes como son la modestia, la honradez y una bondad luminosa y envolvente.
Quiero destacar aquí al gran actor cómico y extraordinario director Buster Keaton, Pamplinas, quien buscaba hacer reír y no diálogos graciosos. Afirmó que la comicidad consiste en hacer el tonto, y cuanto más seriamente se haga, más divertido resultará. O al italiano Marco Ferreri, casi veterinario, que fue a la redacción de La Codorniz para conocer a Rafael Azcona y encargarle que le escribiera el guión de su primera película: El pisito.
La afición de Luis García Berlanga a que los actores inventasen su personaje sobre la marcha. O la de George Cukor, trabajando con alegría y entusiasmo por conseguir que sus actrices, especialmente, fueran más ellas mismas que nunca; admiraba profundamente a Marilyn Monroe, Anna Magnani, Sophia Loren, Greta Garbo o Katherine Hepburn. Para Fred Zinnemann, Gary Cooper era más bien una personalidad que un actor y lo filmó en Sólo ante el peligro de modo “que apareciese como era, cansado y ya no joven”.
Orson Welles, íntimo amigo de Juan Cobos, entendía que una película debe estar llena de cosas que no se pueden ver en una primera visión. Y a Víctor Erice -“con su voz queda, su aire sosegado, su mirada profundamente reflexiva”- le importa más la vida que el cine y desea que, si el espectador se siente concernido por los personajes, participe en una reflexión moral. El director de Cerrar los ojos le confesó hace años a Cobos que lo que más admiraba de los grandes cineastas era “la transparencia, el ser maestros sin pretender serlo, que dan una lección moral sin ser moralistas”.
Especialmente extravertido con Juan Cobos fue Luis Buñuel, gran admirador de Federico Fellini y de François Truffaut. El director aragonés le señaló el interés que Freud tuvo por El perro andaluz y que Jung vio en el autor de esa película “un enfermo de dementia precox”; Salvador Dalí junto a Buñuel. A la pregunta de cómo veía la continuidad de lo español en el arte, Buñuel contestó: “Los jóvenes de ahora son víctimas inocentes de la ruptura con la tradición. Les han cortado el cordón umbilical con las generaciones anteriores y tiene que reinventarlo todo: entre otras cosas, el inconformismo. Falta el nexo. Hay que aprenderlo librescamente y ya no es lo mismo”. Era en tiempos del franquismo, la dictadura que salió de una criminal guerra civil por ambas partes, pero que siempre rechazó la reconciliación. Al apropiarse en exclusiva de la condición española y negársela a memorables artistas e intelectuales, alimentó un fatal rechazo interno a lo español.
Evocando esa entrevista, Cobos afirmó que no podía dejar de pensar cómo habría podido ser la sociedad española si personas como Luis Buñuel y tantos otros “hubiesen vivido en libertad en este trozo de Europa al que se sentían tan íntimamente unidos. Habría sido otra España y toda nuestra vida habría cambiado. Por eso la censura franquista nos quiso tachar, y tras muchas peleas logramos evitarlo, una frase que en su entrevista nos dijo: «A ustedes les han cortado el cordón umbilical con las generaciones anteriores”. Es lo que sucede cuando triunfan quienes monopolizan la condición nacional de sus conciudadanos y sofocan cualquier discrepancia como inadmisible.