Necesitamos mucho dinero y será más caro

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Sostener el edificio social del que nos hemos dotado va a incrementar las exigencias en cuanto todo este lío derive en un descenso del consumo que ralentice la actividad y haga crecer el paro

Sumergidos en el desconcierto de la situación actual y desbordados ante sus consecuencias, no podemos olvidar dos cosas: ni la invasión rusa es el origen de nuestros problemas ni estos se terminarán cuando se alcance un acuerdo de paz, que ojalá llegue pronto. No será sencillo porque no lo es encontrar un punto de equilibrio que le permita al sátrapa justificar su alocada acción y a los ucranianos olvidar los destrozos humanos y reparar los materiales de una guerra que ni empezaron ni desearon. Es una lástima que la Humanidad siempre se pregunte eso de ¿para qué toda esta tragedia? cuando ha concluido y no cuando va a empezar. Nos hubiésemos ahorrado innumerables sacrificios.

La pandemia nos trajo una súbita parada de la actividad y su desordenada y asimétrica desescalada inundó el mundo de problemas logísticos. ‘Filomena’ disparó los precios de la energía, que se han instalado en las nubes desde entonces. Ahora la invasión ha dramatizado el abastecimiento y los precios de la energía y ha desatado una inflación de inusitada intensidad.

Total, que la lista de problemas se encuentra repleta. Aquí van algunos de ellos:

1.- Tenemos que invertir en mejorar las infraestructuras energéticas que nos eviten la dependencia de países demasiado impredecibles.

2.- Debemos revisar nuestra estrategia de energía primaria. Es decir, hablar de lo que no queremos hablar. ¿Exploramos el gas, repasamos la cuestión nuclear o mantenemos los riesgos de reproducir las angustias que ahora nos acogotan?

3.- Nos hemos convencido, casi todos, de que esto de la Defensa no es una broma, ni una cuestión de películas rancias, sino otra exigencia ineludible. Dedicarle el 2% del PIB nos obligará a un esfuerzo financiero titánico.

4.- Necesitamos revisar la política de acopios de materias primas (por culpa de los caprichos de la geología, eso está complicado en el caso de los minerales, pero habría que hablar también de agricultura).

5.- Convendría replantearse la logística. ¿Es sensato dejar la administración de nuestros puertos en manos de los chinos?

6.- Al mismo tiempo, no hay más remedio que sostener el edificio social del que nos hemos dotado y que va a incrementar sus exigencias en cuanto todo este lío derive en un descenso del consumo que ralentice la actividad y haga crecer el paro. Tendremos empresas que necesitarán apoyo y personas a las que les faltarán rentas.

Pagaremos nuestra insensibilidad ante el deterioro de las cuentas públicas y el desprecio por los desequilibrios que hemos fomentado

La solución de todos los problemas exige dinero y más dinero. Montañas de dinero. Y aquí es donde tenemos que sacar el látigo y fustigarnos por nuestra mala cabeza, por nuestra absoluta insensibilidad ante el deterioro de las cuentas públicas y nuestro total desprecio por los desequilibrios que hemos fomentado. Los ciudadanos hemos sido demasiado exigentes y los gobiernos, todos, demasiado complacientes. Empezar esta batalla con una mochila de 1,42 billones de deuda es como empezar a correr una maratón con un pesado saco de piedras a la espalda.

Y, para completar el cuadro, vamos a tener que hacer todo ello en un escenario financiero muy diferente al vivido estos últimos años. La política monetaria se va a endurecer y los tipos de interés van a subir. Cuándo y cuánto son preguntas de respuesta incierta, pero la dirección es indudable. La FED ha iniciado ya el baile y los demás seguiremos su ritmo. Es decir, necesitamos mucho dinero, que nos costará muy caro.

Ahora que lo pienso, siga la secuencia: primero la pandemia, luego ‘Filomena’, más tarde el volcán de Cumbre Vieja y ahora la invasión de Ucrania. ¿Además de resiliente, es gafe este Gobierno?