Fernando Ónega, LA VOZ DE GALICIA, 15/10/11
S e conocen más o menos sus nombres. No se sabe tanto a qué se dedican, aunque ellos dicen que son negociadores y verificadores de las treguas de ETA. Se ignora quién les paga, porque, aunque sean unos altruistas, gastan un dineral en reuniones y viajes. Y se ignora mucho más lo fundamental: si son negociadores, ¿con quién negocian? Se supone que hablan con ETA o con su «personal civil», ahora integrado en una coalición que tendrá grupo parlamentario en el Congreso; pero ¿tiene alguien noticia de sus contactos con el Gobierno español, con el Gobierno vasco o con alguna otra institución? ¿Llevaron alguna vez a ETA algún mensaje de Zapatero, de sus ministros del Interior o al menos de su partido?
Francamente, este cronista no tiene respuesta a esas preguntas. Por tanto, son para él unos personajes con una labor misteriosa y misteriosamente financiada. Y, con esa tarjeta de presentación por delante, han organizado para el próximo lunes una reunión en San Sebastián que llaman Conferencia Internacional de Paz. Hay quien tiene la esperanza de que sea un paso para que la banda decida disolverse de una puñetera vez. Hay quien piensa que todo es un montaje etarra para presentar la extinción de la banda como una concesión a la voluntad popular y quedar como los buenos de esta tragedia que nos mortificó durante medio siglo. Y hay quien ve lo que Aznar definió como el limosneo de un comunicado.
Lo más prudente es esperar a ver qué diablos presentan y cuáles serán las conclusiones. Pero pongámosle un prólogo: tal como está esa banda de asesinos, cuarteada y casi disuelta por la policía, ni está en condiciones de pedir nada que no sea clemencia, ni puede aspirar a otra cosa que conseguir respaldo popular para sus secuaces en las elecciones. Sin embargo, ahora ya tiene de entrada una baza: dar dimensión internacional al «conflicto», y esos supuestos benefactores de medio mundo y con un nombre altisonante, conferencia de paz, como si su larga serie de tiros en la nuca fuese equiparable a la lucha de Oriente Medio.
Todo tiene el aspecto de ser una trampa para incautos perfectamente organizada. Yo solo digo: si sirve para terminar con esa mafia de las pistolas, estoy dispuesto a hacer la vista gorda. Si buscan un escenario para invitar a los vascos a votar a Amaiur como fórmula para liquidar la violencia, pregunto qué hacen los socialistas en esa asamblea. Y si pretenden que ETA aparezca como la buena y la vencedora que nos hace el favor de retirarse, no se puede aceptar. Es muy fácil hablar de paz y concesiones para unos individuos que no supieron lo que ha sido llorar por Miguel Ángel Blanco y no escucharon nunca el llanto de un niño por un padre que acababan de matar.
Fernando Ónega, LA VOZ DE GALICIA, 15/10/11