ABC 04/03/1º5
· El primer ministro israelí insiste en Washington en que la lucha contra los yihadistas no puede justificar un acercamiento de EE.UU. a Teherán
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, cargó ayer en su discurso ante las dos Cámaras del Congreso de Estados Unidos contra el acuerdo que la Administración Obama está perfilando en sus negociaciones con Irán sobre su programa nuclear. «Ese acuerdo no evitará que Irán tenga armas nucleares; es garantía de que las tendrá», «no bloquea la bomba, sino que le abre camino», proclamó. El acuerdo, concluyó, conducirá al desastre nuclear.
Muy ovacionado en numerosos pasajes de su intervención, fueron los republicanos los que más jalearon los aspectos contrarios al acuerdo que Estados Unidos quiere cerrar con Irán. Unos cincuenta demócratas no acudieron a esa reunión conjunta de Senado y Cámara de Representantes, por considerar que era parte de la campaña electoral de Netanyahu ante los comicios israelíes del día 17, y en desacuerdo que la invitación realizada por el Congreso, dominado por los republicanos, se hubiera hecho sin tener en cuenta a la Casa Blanca.
Era la tercera vez que ese honor, otorgado a dignatarios mundiales, se le concedía a Netanyahu, igualando el récord del «premier» británico Winston Churchill. El discurso fue emitido en Israel con cinco minutos de retraso por si el líder del Likud entraba directamente en asuntos electorales, aunque el acto en sí mismo era ya una gran baza para su campaña.
Netanyahu quiso presentarse por encima de la lucha partidista de Estados Unidos recordando el tradicional apoyo tanto de republicanos como de demócratas al Estado judío. «No importa a qué lado del pasillo se estéis, vosotros estáis con Israel», dijo a los políticos estadounidenses. También se esforzó por combatir la imagen de la nula simpatía entre él y Obama, agradeciendo expresamente diversas medidas de apoyo a Israel llevadas a cabo por el presidente estadounidense. «En cada momento que le he llamado, estaba ahí», afirmó.
A partir de ahí, el primer ministro dedicó el resto de su intervención a presentar el régimen de los ayatolás como «la mayor amenaza para el mundo», incluso más que los yihadistas de Estado Islámico (EI). «La batalla contra el EI no debe convertir a Irán en amigo de EE.UU.», advirtió.
Netanyahu rechazó la última propuesta presentada por EE.UU. a Teherán porque supone «dos grandes concesiones». «Dejará a Irán con vastas infraestructuras nucleares, pues ni una sola instalación nuclear será destruida y muchas centrifugadoras [para enriquecimiento de uranio] simplemente serán desconectadas. Las restricciones serán supervisadas por inspectores internacionales, pero estos documentan violaciones, no las paran». Lamentó que el plan obligue a Irán solo por diez años, y consideró que incluso antes, dadas las centrifugadoras permitidas (aseguró que pasarían de las 19.000 actuales a 190.000), «Irán puede tener la bomba en cuestión de semanas». Tras lo que pidió que no se levanten las sanciones a Irán hasta que dé pruebas de un cambio de actitud en el escenario internacional. Consideró que Irán necesita el acuerdo mucho más que Estados Unidos, por lo que este último país no debería preocuparse de si los iraníes abandonan la mesa de negociaciones. Y recordó el dicho de que un «no acuerdo» es mejor que un mal acuerdo. «Bien, pues lo que aquí hay es un mal acuerdo. La alternativa no es la guerra, sino un mejor acuerdo», señaló.
Recuerdo del Holocausto
Al final de su discurso mencionó que entre el público invitado se encontraba el superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, eso le permitió apelar a la memoria histórica: «Los días en que el pueblo judío permaneció pasivo ante el Holocausto han pasado. Por primera vez en muchas generaciones podemos defendernos por nosotros mismos. Incluso si Israel está solo, Israel plantará cara», afirmó, sugiriendo que su país podría atacar Irán por su cuenta si lo estima necesario. De todos modos, añadió que si llegase tal caso, EE.UU. tampoco dejaría solo a Israel.
Al acto no acudió el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, que normalmente preside las sesiones solemnes del Senado. Aunque Biden tenía un viaje programado, se interpretó como el correspondiente boicot de la Casa Blanca.
Obama se preguntó qué hubiera pasado si los demócratas del Congreso hubieran invitado al presidente francés después de que este se opusiera a la invasión de Irak ordenada por George Bush. «Garantizo que algunos de los comentaristas que ahora están aplaudiendo habrían sugerido que era algo equivocado», afirmó.
Aseguró que su enfado por la invitación del Congreso al primer ministro israelí y por la aceptación de este, sin intervención de la Casa Blanca, «no es una cuestión personal». «Creo que es importante que todos los países sepan que Estados Unidos tiene un proceso en la decisiones políticas», añadió.