Ni castigo ni cambio

TONIA ETXARRI, EL CORREO – 23/03/15

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· Después de treinta y tres años, el PSOE seguirá gobernando Andalucía. Susana Díaz, sin mayoría absoluta, ha conseguido mantener a su partido, a pesar del desgaste que parecía perseguirle con el lastre de la corrupción, y ha dado en la diana con el enfoque de su campaña. Con su reto constante a Mariano Rajoy, lo que parecía una estrategia de menosprecio hacia el candidato popular andaluz, Moreno Bonilla, ha logrado que el voto de castigo, en lugar de ir dirigido hacia el gobierno de toda la vida en Andalucía del PSOE, se haya proyectado sobre el Ejecutivo español, al que le culpan de las políticas de recortes en los peores años de la crisis.

Porque la pérdida de la confianza de los electores en quince puntos de porcentaje hacia el Partido Popular no tiene otra explicación. El candidato del PP, Moreno Bonilla, ganó los debates en televisión. Pero en estas elecciones, los candidatos se jugaban mucho más que Andalucía en un año en el que se van a celebrar otras tres citas electorales. Susana Díaz necesitaba tener esa legitimidad en las urnas que no había tenido hasta ahora porque su nombramiento para sustituir a José Antonio Griñán fue ‘hereditario’, provocado por los escándalos de los falsos ERE que obligaron a su antecesor, como a Manuel Chaves, a dimitir.

Hay que poner el foco en la campaña de Susana Díaz. El verdadero motivo por el que la dirigente socialista decidió adelantar las elecciones es uno de los secretos mejor guardados. Con su «golpe de efecto» consiguió sorprender a propios, socios y extraños. A ‘propios’ porque a su secretario general, y sin embargo compañero, Pedro Sánchez, se le congeló la sonrisa cuando se enteró por terceros de la noticia. A ‘socios’ como Izquierda Unida, que nunca llegaron a entender sus explicaciones tan forzadas para justificar la ruptura de alianza gubernamental. Y a ‘adversarios’ como el PP, que solo vio en esta decisión la necesidad de la presidenta de la Junta de Andalucía de examinarse ante los electores y sorprender a contrapié a sus adversarios.

Susana Díaz se ha presentado como la adalid del cambio en plena tormenta de instrucción judicial sobre la corrupción que ha imputado a mil ciudadanos y deja pendiente 6.000 millones de euros sin justificar. Irregularidades que han formado parte del ‘régimen’ de subvenciones trampeadas que afectaron fundamentalmente al PSOE en donde ha militado Susana Díaz toda su vida, pero que, curiosamente, se ha presentando ante los andaluces como si acabara de aterrizar, obviando que su partido ha manejado el timón del Gobierno durante los últimos 33 años.

Necesitaba ser elegida directamente por los andaluces en nombre de quienes tanto ha hablado apropiándose de la representación global de toda Andalucía. Criticarla a ella significaba atacar a Andalucía. Una actitud que ha recordado la tradicional tendencia de los nacionalismos a envolverse en la bandera para victimizarse y transferir la responsabilidad de sus errores al sufrido «pueblo».

Las encuestas que manejaba en enero, cuando anunció su intención de adelantar las elecciones, le otorgaban casi el 40% de los votos. Y quizá por eso decidió acortar una legislatura en la que la investigación de la juez Alaya sobre la corrupción, así como la recuperación económica, podrían jugar en su contra. Y, de paso, no le daba tiempo a Podemos a que fuera consolidándose.

A la vista de los resultados, acertó. Tendrá que hacer encaje de bolillos para gobernar con estabilidad. Ahora, el Parlamento andaluz cuenta con dos partidos nuevos. Y descartó pactos con uno de ellos. Ha obtenido los mismos escaños que su antecesor, Griñán. Sin el menor desgaste. Quizá por el miedo a la irrupción de Podemos, que ha ocupado el espacio de Izquierda Unida, o por el voto cautivo del que siempre se ha hablado en Andalucía. La única comunidad autónoma de este país en donde no se ha producido alternancia democrática.

Desde la distancia, hemos podido comprobar que en Andalucía ni se castiga la corrupción ni se apuesta por el cambio. Todo sigue casi igual. Con la novedad de un partido como Podemos con resultados más discretos de los que les auguraban las encuestas. Y con Ciudadanos. Andalucía es un microcosmos electoral. Habrá que comprobar si la ganadora de las elecciones con una mayoría tan ajustada se atreve a dar pistas sobre sus opciones de alianzas antes de las próximas elecciones municipales. O si se deja influir por el síndrome populista.

TONIA ETXARRI, EL CORREO – 23/03/15