Juan Carlos Viloria-El Correo
- La moción permitiría sacar a la luz los pactos opacos y abrir un nuevo capítulo en la legislatura
El partido del huido Carles Puigdemont quiere que Pedro Sánchez se someta a una moción de confianza en un intento, no tanto del tumbar al Gobierno, como de evidenciar su influencia en la supervivencia del inquilino de la Moncloa. Desde el momento en que Junts votó a favor de la investidura del candidato socialista, los independentistas entraron en un laberinto del que no aciertan a salir. Sus amenazas de dejar caer al gobierno de coalición, si no cumple sus promesas, ya no son creíbles, de modo que su capacidad de presión desde Waterloo es escasa.
Pusieron un precio tan elevado a sus siete escaños y a la presidencia de Illa que, aunque Sánchez firmó con los ojos cerrados para seguir en el poder, ahora no puede pagar porque todavía quedan por delante años de desgaste frente a su propio partido, la oposición y la mayoría de la opinión pública española. Pero en Junts, a medida que avanza la legislatura y no llega la amnistía a su líder ni los compromisos de Concierto Económico, control de inmigración y fronteras, entrevista con Sánchez en Waterloo, el nerviosismo cunde en sus filas.
No solamente no han sido capaces de cumplir el objetivo de la República Catalana sino que, ahora, están encadenados a un político utilitarista e imprevisible que puede dosificar a su antojo la dosis del pastel que les administrará a lo largo de lo que dure la legislatura. Sin contar con que la sumisión al esposo de Begoña Gómez, al superior de Ábalos y al compañero de selfi de Aldama, tendrá, entre su clientela, un coste de imagen difícil de evaluar pero bastante pringoso, políticamente hablando. Así que la idea de que después de un año largo de la investidura Sánchez dé cuenta, en sede parlamentaria de su gestión, no es nada mala.
Ese mecanismo democrático es el que el Puigdemont y los suyos quieren activar para apretar un poco el ronzal al garañón. Pero este ya dijo que estaba dispuesto a seguir gobernando con o sin el apoyo del Parlamento, haciendo la cobra a la obligada ética política que exige recuperar la confianza de la mayoría cuando el Ejecutivo está a punto de colapsar sin Presupuestos ni legislación.
El presidente, sin embargo, debería reflexionar seriamente sobre si no sería el momento de explicar a sus votantes los cambios de opinión y los pactos opacos que hicieron posible su investidura y que no estaban recogidos en el programa que ofreció en las urnas. Es decir. Abrir un nuevo capítulo en la legislatura, esta vez si, admitiendo abiertamente lo que se propone conceder a Bildu, Sumar, PNV, Junts y Podemos. Recobrar la confianza de sus socios y decir la verdad al conjunto de los ciudadanos. Pero a la vista del estilo de la casa, me temo que no habrá ni censura, ni confianza.