- Al proclamar que el PP es un partido transversal de centro-centro, lo que está haciendo Feijóo es dejar huérfanos a millones de españoles de derecha templada
La frase de Feijóo en el plató de Griso me hizo dar un pequeño respingo. No es que fuese totalmente inesperada, pues Vox, por ejemplo, ya lleva tiempo repitiendo que se ha quedado como el único partido de derechas que existe en España. Pero aun así, me impresionó escucharla en su literalidad en la boca de quien manda en el PP: «Estoy presentando un proyecto para mi país, un proyecto que ya no distinga ni de derechas ni de izquierdas, y un proyecto transversal, de centralidad. El cambio político que necesita España es el mismo que necesitaba en el año 82 con Felipe González. Y la regeneración democrática que necesita España es que la necesitaba en el año 96 cuando gobernó Aznar».
Sí, yo también me sé la «teoría de los vasos comunicantes» que maneja Génova. Lo de que «hay que pescar en el centro izquierda, porque es la única manera de alcanzar una mayoría amplia».
Pero tras escuchar las afirmaciones de Feijóo las compartí con algunos amigos y conocidos, la mayoría votantes del PP, para recabar su opinión. En mi pequeño laboratorio doméstico todos me comentaron más o menos lo mismo: «Lamentable», o «alucino». El más reflexivo lo valoró así: «Si no hay derecha, no queda más porvenir que la socialdemocracia, el rencor contra todo lo conservador o liberal. Y eso supone la permanencia intocable del sistema ideológico que padecemos desde hace 50 años». Así es.
La declaración de Feijóo merece ser diseccionada. El líder del PP, que a buen seguro será el próximo presidente, nos dice que su partido no es «ni de derechas, ni de izquierdas», sino de «centro» y «transversal». Exactamente la misma sintonía que repetía con arrogancia cierto sofista puntualmente exitoso, pero hoy ya olvidado, Albert Rivera.
El segundo punto notable de la cita llega cuando el líder de la oposición al PSOE invoca como ejemplo positivo a Felipe González. Cierto que, comparado con Sánchez, cualquiera nos parece ya Pericles. Pero Felipe… uf. Estamos hablando del presidente que instauró el modelo económico socialdemócrata que explica muchos males endémicos de nuestra economía, del protagonista de una etapa de corrupción hedionda, del que dejó el país con un paro del 22 %, del primer mandatario tras la Constitución que comenzó a deteriorar las instituciones de la democracia al servicio de sus siglas. ¿Un ejemplo? ¿De qué?
La declaración de Feijóo deja huérfanos a millones de españoles, votantes de centro-derecha, o conservadores moderados y europeístas, que se encuentran con que el PP habría mutado en un camaleón de centro-quedabien, que lo mismo sirve para zurdos que para diestros.
La proclama de Feijóo arrumba de un plumazo el debate estelar de la política desde comienzos del siglo XX: la pugna entre socialismo y liberalismo, que sigue tan viva como siempre. Hoy esa liza se formula con la siguiente disyuntiva: ¿Estado o libertad? La izquierda aboga por la intervención constante y pegajosa del Gran Leviatán. La derecha se inclina, en cambio, por dar carrete al individuo, para que pueda correr libre sin ser frenado por la brida del intervencionismo estatal. ¿Dónde se sitúa el PP? Pues al parecer con los dos, no vaya a ser que no pesquemos en los caladeros del PSOE.
En economía, la izquierda desconfía instintivamente del empresariado y aboga por una fuerte carga fiscal para sostener una onerosísima red de servicios públicos y subsidios. Por su parte, la derecha postula una fiscalidad liviana, que deje respirar y permita que el ciudadano disponga de su dinero, y por liberar a las empresas de la hiper regulación socialista, a fin de darles alas. A diferencia de la izquierda, la derecha no cree en hacerse trampas al solitario maquillando las cifras de paro a golpe de empleo público (pagado a deuda). Pero el líder del PP se proclama transversal, ¿da igual entonces arre que so?
El conservadurismo defiende el valor de la tradición, al tiempo que sabe que las reformas son necesarias. La izquierda es adanista y quiere reinventar el mundo cada mañana a golpe de decreto ideológico. ¿Dónde está Feijóo en ese debate? No se sabe, porque el PP ahora es de centro.
La derecha cree que la mejor forma de mejorar la vida de las personas postergadas es el éxito de la economía (privada), aunque no reniega de una función asistencial del Estado. La izquierda está por el intervencionismo y el subsidio como soluciones. La derecha quiere enseñar a pescar. La izquierda quiere regalar peces (con cargo a la deuda pública). ¿Dónde está Feijóo? No se sabe. Ahora el PP es «transversal».
La izquierda está por las revisiones guerracivilistas de la historia, por una memoria sectaria y obligatoria, por dividir en bandos ideológicos a los españoles y por levantar muros que nieguen la legitimidad del oponente. Queremos imaginar que Feijóo, aunque es de centro, no compartirá todo eso… Entonces, tal vez no sea tan de centro.
La izquierda española se ha rendido al separatismo, se alía con él y va admitiendo una tras otra todas sus exigencias. Además renuncia a defender la lengua española allá donde se ve acosada. ¿El hipercentro pasa también por ahí?
La derecha aboga por la exigencia en educación, valora el mérito y anima a ir a más y subir en la escalera social a base de esfuerzo e ingenio. La izquierda, en cambio, considera reaccionarios esos valores. ¿Dónde está el centrista PP?
La izquierda se ha volcado en lo que llama «ideología de género», desdeña a la familia tradicional en favor de «nuevas formas de relación» y postula una deprimente subcultura de la muerte (aborto y eutanasia), en lugar de apostar por la vida y la esperanza cristiana que forjó Occidente. ¿Dónde se sitúa ahí el centro de Feijóo?
«Ni de derechas, ni de izquierdas». ¿En serio, Alberto? A ver si en el congreso que viene se retoca un poco la partitura y se escuchan músicas más ilusionantes, porque esto… Lo de rechazar por completo la batalla de las ideas y cultivar el hiper centro ya lo hizo muy bien Rajoy. ¿Resultado? Siete años de sanchismo y el destrozo institucional de España.